
Anahí Cachaza es una artesana experta en la técnica del afieltrado que usa pelo de ovejas de la zona y en su taller Liño e Lá de Gondomar, además de hacer piezas trajes tradicionales, crea objetos únicos
14 jun 2025 . Actualizado a las 01:55 h.Anahí Cachaza tenía 44 años cuando decidió dar carpetazo a su trabajo como secretaria de dirección bilingüe en Vigo. «Estaba saturada y ahora estoy muy feliz en el rural», resume la creadora de la empresa Liño e Lá, que, como explica, se llama así porque esos son los materiales principales de los trajes tradicionales gallegos, «más que nada porque era lo que había a mano», razona.
La acumulación de circunstancias adversas la llevó a dejar su empleo, pero cuando año y medio después su hija pequeña se fue a la universidad, le entró el vértigo: «¿Y ahora qué hago?, me pregunté, pero coincidió que aquel año, en vez de comprar los regalos de Navidad, me puse a hacerlos yo. En mi casa siempre hubo agujas, lanas, hilos, bordados... Mi abuela paterna cosía, mis tías ganchillaban y mi madre, Lola, que tiene 92 años, sigue calcetando y bordando, es una máquina y fue una maestra», reconoce.
La familia y amigos fueron sus primeros conejillos de Indias hasta que surgió la cuestión clave de parte de una persona allegada. ¿Por qué no vendes lo que haces? Y eso hizo. Con un par de agujas, hilo, tijeras y mucha dedicación, la artesana nacida en A Coruña, que se trasladó a Vigo con su familia cuando era una niña, construye un amplio mundo creativo que tiene como esencia la lana de las ovejas de su entorno. Hace 23 años cambió su residencia a Donas, Gondomar y en el rural del Val Miñor aún pastan óvidos suficientes para surtirle de materia prima.
Al principio empezó recogiendo lana de las ovejas de sus vecinos, pero explica que era muy dura y a veces, las condiciones de conservación no eran óptimas, así que decidió contactar con Ovica, una asociación que se dedica a la cría de oveja de raza gallega. «Ellos trabajan con ganaderos y yo me puse en contacto con el que tengo más cerca, Hugo Martínez, responsable de la ganadería Os Bravos, en Tomiño», cuenta. «Cuando esquila me avisa y yo voy a recoger allí». Anahí reconoce que empezó comprando lana para lo que se denomina afieltrar. «A mí lo que me gusta es hacer las piezas, el proceso de la lana lo hago porque no me queda más remedio. Pero es que la lana que compras, viene de Australia o de Nueva Zelanda y la nuestra, la tiramos. Y yo decidí que por ese aro yo no quería pasar», explica mientras acaba unas polainas para el traje tradicional gallego que le ha encargado un chico.
Esa decisión tiene como consecuencia que la artesana, de 60 años, tiene que pasar el trabajo de lavarla, de cardarla y de teñirla, «que son muchísimas horas que prácticamente no puedes hacer notar en el precio final del producto. Pero es que me niego a comprar lana de fuera y tirar la nuestra. No quiero», afirma tajante.
La creadora de Liño e Lá explica que la lana que viene de fuera es súper suave y llega preparada en paquetes perfectos, pero para eso, a las ovejas les hacen pasar por un proceso muy doloroso llamado mulesing (en honor al autor de la idea, John Mules) que consiste en arrancarles tiras de piel alrededor de la nalga para prevenir infecciones por parásitos. «Es un sufrimiento brutal y en España está prohibida esa práctica», indica. Pero eso tampoco es lo ideal. «Nosotros la compramos y tiramos la nuestra, y los ganaderos, desesperados, porque como la lana está catalogada como residuo, cuando se les mueren, que no puedan sacar un beneficio de eso es para llorar», reflexiona.
Anahí hace multitud de piezas y objetos. Para ello usa básicamente dos técnicas, el afieltrado con aguja, en seco, con la lana seca, y el afieltrado húmedo, que se hace con agua y jabón. Con ello consigue piezas únicas. «Es imposible repetir una. Te puede salir parecida, pero igual no te va a salir nunca», asegura. Su catálogo es infinito. Prendas de vestir, calzado, muñecos, cortinas de encaje de bolillos, piezas de trajes tradicionales a medida y por encargo... «Cuando alguien me dice ‘ay, te voy a dar una idea', le digo que no. A mí dame manos, que ideas me sobran», ríe.
Cómo encontrarla
La tienda Liño e Lá es virtual. Su creadora recibe encargos a través de su página web y las redes sociales. «No tengo tienda física pero tengo mi taller y el que quiera puede venir, visitarlo y ver las piezas que hay», cuenta. Además, acude regularmente a diferentes ferias en Galicia. «Con una asociación pequeñita que tenemos en la zona del Val Miñor que se llama Mestura, en Navidad y a veces en verano también, alquilamos un local en el centro comercial de Ramallosa y estamos allí varios artesanos». Su próxima salida es a la feria Mostrart, que se celebra desde el 1 al 31 de agosto en los Jardines de Méndez Núñez de A Coruña.