Picacho, el colegio multicultural de Vigo

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Alumnos de 15 países, algunos refugiados, aprenden juntos en el Ramón y Cajal

16 abr 2024 . Actualizado a las 00:42 h.

Es una niña refugiada de Afganistán de 11 años que tiene el mismo aspecto de cualquier otra viguesa. La cruz va por entro. Hace un año no sabía nada de español y ahora responde con soltura a la preguntas del profesor Emilio Atanes. Su familia regentaba un restaurante y, de un día para otro, tuvo que hacer su equipaje y marcharse de su país. Tras una peripecia para cruzar Oriente Medio y Europa, llegó a Vigo con sus tres hermanos menores. Todos estudian en el colegio Ramón y Cajal, conocido popularmente como Picacho. Es el único colegio público del Casco Vello y el más multicultural de Vigo. «Tenemos alumnos de 15 nacionalidades y otros originarios de tres países más», señala el secretario, Juan Costa.

El nomenclátor abarca países tan dispares como Bangla Desh o Bélgica, pasando por Brasil, Colombia, Guatemala, Nicaragua, Italia, Portugal, el Reino Unido, Rumanía, Túnez, Níger, Marruecos, Senegal o Paraguay. En el patio del colegio hay un enorme mapamundi con chinchetas y banderas para situar las diversas nacionalidades.

Emilio Atanes explica en la pizarra digital y en la tradicional. Además de profesor, Atanes es músico profesional. Toca en un grupo de jazz y quiere incluir una actividad sobre este género musical en el centro. Se trata de abrir el oído. «La música y otros ámbitos consisten en dar respuestas a preguntas», filosofa mientras pone orden en una clase que se altera ante las visitas y que es muy participativa. Algunos de sus alumnos ya tienen muy claro lo que quieren estudiar. Una chica valenciana afirma, sin dudarlo, que desea ser profesora de inglés, otro aspira a astronauta y varios querrían jugar en el Celta o en el Real Madrid.

Los alumnos de sexto de primaria realizan actividades con los más pequeños, de tres años, muchos de ellos inmigrantes. Les ayudan y apoyan y alguna de las chicas mayores, de Venezuela, hace gala de un instinto protector con las pequeñas africanas de ojos enormes.

El centro escolariza a niños del Casco Vello, Torrecedeira, Marqués de Valterra y calles adyacentes. Está situado junto al puerto pesquero de O Berbés, donde los tripulantes de varios países comparten una cerveza o un café en los soportales frente a la lonja. El centro bebe y vive de este ambiente cosmopolita y a la vez enraizado en la Reconquista. La directora, Chus Mouriño, señala que hay oenegés que colaboran con ellos y por eso tienen casos de niños refugiados. Además, «el boca a boca funciona y unos padres de un país llaman a otros». Así se explica que haya colonias de salvadoreños. Algunos de ellos huyeron de su país por la violencia de las maras a las que el nuevo presidente Bukele trata de poner coto. Son menores que en su lugar de origen tendrían peores expectativas que a los pies de la ría de Vigo, donde ahora comparten experimentos que parecen salidos del programa El hormiguero. Uno de los alumnos golpea con un martillo un barreño de agua con maizena en el que ha introducido las manos otro menor. El mazo rebota como si la mezcla fuera de goma ante el asombro de los niños. Yoel Álvarez, profesor de infantil, y Valeria, docente de primaria, coordinan la actividad en a que unos cursos se integran con otros. La directora está muy contenta con el respeto y la integración que hay entre tantos niños tan diferentes. «Intentamos que las familias se sientan bien acogidas», dice Chus Mouriño.

La ventaja del barrio es que las viviendas son grandes y con un alquiler algo más barato que en otras zonas de Vigo, así que las personas que llegan a la ciudad a buscarse la vida cerca del puerto tienen más facilidades para lograr vivienda que en otras calles más caras.