Winnie Harlow: «Lo que me hace diferente es mi seguridad»

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BENITO ORDOÑEZ

Nos subimos a la pasarela con Winnie Harlow. La modelo internacional, imagen de la firma de Desigual, debuta en Cibeles. Y nosotros hablamos con ella. 

14 feb 2015 . Actualizado a las 10:26 h.

Llegó pasadas las cinco de la tarde, y los focos no la dejaron tranquila hasta pasadas las nueve cuando terminó el desfile de Desigual, que abrió las puertas de la trigésima edición de la pasarela Madrid Fashion Week. La canadiense Chantelle Brown-Young, más conocida como Winnie Harlow, levantó gran expectación a su llegada a Madrid. Había estado tres veces en Barcelona, pero era la primera vez que pisaba la capital de España. La joven de 20 años, imagen de Desigual, fue la protagonista de un desfile que abrió las puertas de esta edición con una gran fiesta. Porque si hay algo que no se puede negar es que las modelos se lo pasaron en grande sobre la pasarela. 
Fue de las primeras que entró en maquillaje y la primera que captó la atención de los periodistas, que ya teníamos ganas de empezar. Entretenida con su teléfono móvil estuvo toda la sesión de peluquería y maquillaje sin levantar cabeza solo disfrutando de una bebida energética, quizás porque se olía lo que le venía encima. Y cuando por fin la levantó se sintió un poco abrumada ante tal expectación. Pero esto no impidió que atendiera con una sonrisa y amabilidad a todos los medios, que eran bastantes, que querían charlar con ella. Antes de hablar sobre ella, dejó claro que le gusta mucho la marca que representa porque «hace diferente a cada persona». 
Con naturalidad habló de su enfermedad, ya que cuando tenía cuatro años le fue diagnosticado un vitíligo en la piel. «No son mis manchas lo que me hacen diferente sino la seguridad que tengo en mí misma». Sin entrar en pormenores explicó a todos aquellos que quieran ser modelos y tengan alguna imperfección en la piel que «solo tienen que creérselo, lo tienen que sentir, y solo así el resto los aceptarán». En la misma línea dijo que la belleza es un ideal que no existe, y que no hay que ser perfecta para ser guapa. Después de atender a la prensa se metió en el camerino para prepararse. Abría y cerraba el desfile, con la responsabilidad que ello supone. El resultado: solo hay que ver las fotografías, se lo pasaron como nunca. 
La música comenzó a sonar mientras una lona dejaba entrever las siluetas de las siguientes a entrar en escena. Sobre una alfombra de pelo amarillo chillón salieron a presentar una colección alegre y optimista, siguiendo las señas de identidad de la firma catalana. «Nos hemos inspirado en las caravanas antiguas americanas de antes, les hemos dado un toque más nómada, de gente que pasa de ciudad en ciudad y los hemos llevado a un  punto más urbano. Lo que hemos querido conseguir con esta colección es que cada chica que vamos a ver desfilar sea diferente a la que tiene delante y a la que tiene detrás, con lo cual este punto de variedad, y que no son Fashion Victim, sino que llevan su propio look. No va a ser un desfile armónico, sino que esto es lo que hemos querido romper con este punto de urbanidad que un día estás en Barcelona y otro en Berlín», explica Jess Monterde, estilista de Desigual. 
  
FIESTA SOBRE LA PASARELA
A nivel de prendas, Desigual presentó una paleta de colores completamente diferente a lo que nos tienen acostumbrados. Mantienen el mismo tono de colores fuertes pero de una manera más sobria. «No quiere decir que hayamos madurado, pero sí le hemos dado un giro a nuestros colores», añade. 
El gran lema de Desigual es La vida es chula, y eso no hay quien se lo discuta. Siguen vistiendo a una mujer alegre que persigue una moda diferente a lo convencional, o incluso más allá, que no sigue modas sino que persigue su propia identidad y la defiende allá donde haga falta. Los estampados, los colores alegres y los grafitis siguen siendo la referencia de la única firma que es capaz de subir el denim a la pasarela con tanta elegancia. 

En Desigual nada es igual al resto. No hay saludo del diseñador al final del desfile, principalmente porque no solo hay uno, sino que hay varios. Del proceso creativo se encargan varias personas, aunque también hay colecciones cápsulas como la de Christian Lacroix, y luego de cara a las pasarelas entran en juego los estilistas que dan una visión sobre el trabajo global. En este caso cuando se les presenta la colección no se les explica nada y se trata de comprobar si el mensaje o lo que se quiere transmitir llega al público sin recibir más información. 

Una a uno las modelos fueron saliendo al ritmo de diferentes músicas, y cuando se cruzaban entre ellas sobre la pasarela incluso se permitían ciertas licencias. Hubo quien chocó las manos, quien jugueteó con las decenas de flashes que había al fondo o con el dron que sobrevolaba la pasarela. Ni un error cometieron las jóvenes, entre las que había varias españolas, una de ellas la gallega Alejandra Alonso, que realizaron hasta dos pases y que se llevaron una gran ovación del público. Unos aplausos que se sumaron a la mini fiesta que ellas solas montaron al término del desfile, todavía sobre la pasarela, en una coreografía liderada por la estrella internacional Winnie Harlow.