«Me encanta contradecirme y comerme mis palabras»

TEXTO: ANA ABELENDA FOTO: CARLOS LUQUE

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Carlos Luque

Nos mató de amante en «La novia», se da a lo erótico-festivo en «Kiki, el amor se hace» y estrena junto a Maribel Verdú «La punta del iceberg». El chico del año rompe el hielo: «Un ego bien llevado da fuerza y seguridad». Hay quien le compara con Jack Nicholson por sus mil caras. Es un galán que viste aún mejor por dentro, al que la vida «ha meneado mucho». Bienvenidos a la isla de Álex. Tierra de volcanes.

07 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Se lo disputamos a La novia. Y con argumento. Su papel de amante a la lorquiana le valió la nominación al Goya como actor revelación, pero nosotros ya le habíamos descubierto. Y hasta sabíamos que quería interpretar a Colón. «Ja ja ja. Sí, me encantaría. Peligroso. Auténtico», afirma. Álex García (La Laguna, Tenerife, 1981) acaba de estrenar La punta del iceberg. Él, dice con complicidad, tiene «el Kiki subido» por el momento de cine que vive. ¿Cómo es eso de que se te sube el Kiki? «Lo usamos en Twitter en relación con la película. Es una broma interna. Yo se lo escuché a Paco [León] un día y ya parecía que se nos subía el Kiki a todos... Viendo cómo ha respondido el público con Kiki, el amor se hace me siento bien, con muchas ganas de seguir trabajando. Y ahora me pillas grabando No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas. Te dejas el alma en los trabajos, algunos no llegan a las pantallas, otros pasan desapercibidos. Que alguno funcione, es una alegría».

 -«La novia», «Kiki», «En la punta del iceberg» son trabajos dispares. ¿Es un delirio cambiar así de registro?

-¡Sabíamos que veníamos a esto! Este es un oficio en el que puedes cambiar mucho; de ciudades, de personas, de ritmos de trabajo. Es tal el desbarajuste en etapas de curro que lo que más te preocupa es estar centrado y darte tiempo a disfrutar también de tus momentos.

 -Debe de ser difícil en pleno rodaje...

-Compaginar los ensayos de Karma con la promoción de Kiki fue una locura. Estaba metiéndome en un personaje y me preguntaban por el de Kiki, que rodé hace un año. Me venía todo el rato a la cabeza Aarón, el que estoy haciendo ahora. Pero tienes que desconectar, tratar de disfrutarlo. Esa es la magia del cine. No puedes hacer mucho, solo cruzar los dedos para que la cosa funcione. Y sobrellevar el desbarajuste personal.

 -Tú sí te llevas el trabajo a casa, ¿no?

-Es inevitable. Pero hay muchos tipos de pelis, de actores, de producciones, de directores... A mí me gusta meterme a fondo en lo que hago, en cada proyecto.

 -Leticia Dolera, tu mujer en «La novia», dice que interpretar es dar vida en el sentido más orgánico. ¿Qué te parece?

-No puedo estar más de acuerdo. Leticia es amiga mía y estoy deseando que me dirija. Ser actor es jugar. Jugar de la manera más orgánica posible... ¡Y eso los españoles lo hacemos cada vez mejor!

 -¿El secreto del éxito?

- No hay fórmula. Pero busca el camino más sencillo. Lo mejor suele hacerse de forma sencilla.

 -¿Es determinante el talento?

-... Pero aun con talento, a veces hay magia y otras no. Y eso nadie lo sabe. De lo contrario, ¡los bancos invertirían en cine! Y no lo hacen...

 -¿El buen gusto se educa?

-¿El buen gusto se educa? Mmmm... Bueno, lo que para Félix de Azúa es buen gusto para mí no lo es... Lo que para Quentin Tarantino es una genialidad, para Haneke es una barbaridad.

-¿Y tú con cuál te quedas de los dos?

-Con un poquito de cada uno. Según me pilles. Soy muy friki, muy de Tarantino, de hecho... ¡se lo permito todo!

 -Otras no podemos con Tarantino...

-Todo tiene su punto. Hombre, a mí, Amor, de Haneke, me abrió en tres.

 -Ya que hablas de «Amor». ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?

-Hablamos de la salvación del mundo. Hablamos de luz. De generosidad.

 -¿Llegaste al cine por amor o por azar?

-No lo elegí. Ocurrió [risas]. Desde pequeño me he subido a escenarios. Cuando organizaban partidos de fútbol y obras de teatro, yo me iba al teatro.

 -Empezaste como reportero... ¿Estoy informada?

-Sí, en una murga, que son como las chirigotas de Cádiz. Me vieron liándola en el escenario y me dieron la oportunidad de entrevistar a otros murgueros. A mí siempre me gustó contar historias.

 -Al cine lo mueve esa pasión. Soléis decirlo actores y directores.

-Es que cuando te viene una buena historia te apetece interpretarla bien, que esa historia se cuente bien. Más allá de los egos, que son necesarios...

-¿Hay mucho ego en el cine?

-Sí. Por supuesto. Todos los actores tenemos algo de ego. Si no, no te comerías tantas situaciones horribles como nos comemos. El ego da seguridad y fuerza. Un ego bien llevado es un gran aliado.

 -Si yo me quedase con un personaje tuyo, sería Slatan. «Kamikaze».

-... Slatan llevaba la historia en Kamikaze. Me toca en lo más profundo.

 -Tú dirías que eres...

-Optimista. Me gusta sacar la sonrisa a todo lo que me ocurre. Por más grave que sea lo que te pase en la vida casi siempre se puede sonreír. Hay que tener en cuenta lo que dice Héctor Alterio en Kamikaze: «Siempre tienes alguien al lado que puede haberlo pasado peor que tú».

-César Bravo en «Tierra de lobos», ¿con qué tú televisivo te quedas?

-El año pasado hice Amadeo Lax en Habitaciones cerradas. Me encantó. Pasaba de la oscuridad a la soledad más absoluta... manteniendo esa oscuridad. Fue muy difícil de abordar. Tuve que sacar mucha oscuridad de mí.

 -¿Todos tenemos un lado oscuro?

-Todos tenemos un lado oscuro y un lado bueno, y una persona se define por lo que decide hacer. El bueno real es el que sabe que puede hacer el mal pero decide hacer el bien. Yo en los últimos años, por los golpes que te da la vida, he encontrado mi lado oscuro. Lo he saludado, se ha metido dentro de mí y lo he vomitado. ¡Ahora estoy en limpia!

-Revélanos el papel de tu vida.

-Lo estoy viviendo en los últimos años. La vida me está meneando mucho y vamos... [risas] el personaje más complicado que me ha tocado hacer es este, el mío, el de mi propia vida.

-Y no hay guion.

-No hay guion y no sabes cómo va a acabar la trama, que es lo peor... [risas]

 -O lo mejor. Si lo supieses, el viaje perdería intensidad...

-Sí, claro, es una maravilla. Moverte en la incertidumbre te hace vivir cada instante al máximo. Saber que lo que tienes o lo que crees puede desmoronarse en un segundo te cambia mucho la cabeza.

-¿Te han cambiado el yo tus circunstancias, la edad, el paso del tiempo?

-La esencia, lo que somos los primeros años (no lo que hacemos creer que somos sino lo que está debajo) se mantiene. Pero luego nos contradecimos constantemente. Yo el primero, lo he hecho mucho en los últimos años... y no puedo estar más contento, eh. Todos somos un poco incoherentes. Decimos que los medios nos retocan, nos ponen «guapos» pero a la vez nos ponemos guapos para la alfombra roja.  A mí me encanta contradecirme, comerme mis palabras. Me digo que nunca voy a escupir arriba, porque me caerá en el ojo, ¡y en el ojo de la lentilla además!

-Un descubrimiento: ¡te gustaría interpretar a Colón!

-Ja ja ja, me encantaría. Original. Peligroso. Auténtico. Tuvo mucho que ver con Canarias. Y al parecer era muy mujeriego.

 -El tren que no perderías.

-La oportunidad de decir «te quiero» a la gente que quiero.