Soy Julio Iglesias... ¡Y lo sabes!

YES

V TELEVISIÓN

CON ESE NOMBRE CLARO QUE ME QUEDO CON TU CARA Son famosos desde que nacieron y llevan con buen humor dar que hablar. Hoy en YES descubrimos a Julio Iglesias, Jennifer López, Garcilaso de la Vega y Fidel Castro. Todo un lujo de personajes.

03 sep 2016 . Actualizado a las 16:49 h.

Cuando por la megafonía de algún lugar público llaman a Julio Iglesias se encienden todas las alarmas. Empieza el cotilleo y la rumorología entre la gente.«¿Has oído bien? Está aquí Julio Iglesias! Los ciudadanos se quedan perplejos y esperan expectantes la aparición del cantante. Pero de repente? ¡Sorpresa para todos! El que aparece es un chico de media melena, con cara de pillo y muy risueño. Acapara todas las miradas y produce en el entorno comentarios y risas de los presentes. «Pasoume no traballo, nalgunha discoteca? É chamar a Julio Iglesias e todo o mundo se queda mirando a ver onde está», cuenta Julio.

TREINTAÑERO CON UNA HIJA

El Julio Iglesias gallego no nació en Madrid ni tiene 73 años. Es de Boqueixón y tiene 35. Su madre dio a luz un 16 de julio, coincidiendo con la festividad del Carmen y patrona de los marineros. Pero el Julio de Galicia nada de mar, de micrófono ni de escenarios. Es un chico de almacén. Trabaja en la nave que la empresa Vegalsa tiene en el municipio de Sigüeiro. Y con respecto a su cónyuge, nada de Isabel ni de Miranda, su pareja sentimental es Ana Rial, una arzuana con la que tiene una preciosa hija. La pequeña de la familia se llama Catalina y tiene un año y tres meses de vida. Así que, lo único que comparte con el cantante madrileño es el hecho de ser el mayor de los hermanos y la afición por el fútbol -jugó en varios equipos como el Prevediños o el Boqueixón-.

El hecho de bautizarlo como Julio se debe a que su padrino y abuelo paterno se llamaba así y sus padres optaron por seguir con la tradición para no perder el nombre en la familia. «Se teño un fillo romperei con esa tradición e no lle chamarei Julio. Se Ana está de acordo, poñerémoslle Enzo», advierte. Como está acostumbrado al mítico vacile, ya se lo toma con mucho humor. «Aínda me vacilan agora con ese tema, pero xa me río. Ben sexa co típico ¡ole!, ¡me vale!, ¡lévame no avión!...», dice entre risas.

Un nombre que levanta todo tipo de especulaciones y curiosas anécdotas cuando es aclamado con el apellido.

MARCOS MÍGUEZ

«A mí lo que va es Extremoduro»

A Jennifer López le gusta Extremoduro. Ni el pop, ni Pitbull ni nada. Y mucho menos su tocaya. «No me gusta ella, ni siquiera el estilo de música. Yo soy más de Extremo, de Fito y los Fitipaldis...», asegura. Pero su DNI es el que es, y contra eso no se puede luchar. Nuestra J Lo particular es de A Coruña, y sus padres no le pusieron el nombre con premeditación y alevosía, como pudiera parecer. «Me lo pusieron porque a mi madre le gustaba y se lo quería poner a mi prima, pero como no le dejaron me lo puso a mí», explica esta chica de 21 años que aún recuerda la expectación que despertaba de pequeña en el Materno Infantil de A Coruña: «Cuando me llamaban por megafonía para entrar en la consulta, todo el mundo me miraba». No fue su única experiencia en hospitales.

«ME PEDÍAN AUTÓGRAFOS»

«Cuando me operaron el año pasado de un tendón las enfermeras me cantaban y me pedían autógrafos», cuenta con la resignación de quien está harto de responder siempre a las mismas preguntas. Entre otras cosas, dice que hay quien incluso le pide el DNI porque no se cree que se llame así. «La verdad es que hay muchas Jennifer y muchos López», le digo. «Pues sí, pero al oír el nombre completo sigue llamando mucho la atención», indica. No nos cuesta imaginar que la joven, que estudió en el Salvador de Madariaga, dejó huella en su instituto. Eso sí, por muy cansada que esté ella de los chistes y las preguntas, su madre le hubiese vuelto a poner Jennifer: «Me lo habrían puesto de todos modos», afirma.

Pues puede que le guste Extremoduro, pero mirándola bien su look no está tan lejos de Jennifer López. La melena larga castaña, los pitillos ultra ajustados y las Stan Smith en los pies bien podrían ser protagonistas de cualquier videoclip de la de Nueva York. Como la cantante, nuestra coruñesa está relacionada con el cine, aunque no le enfoquen las cámaras. «Trabajo en los cines de Marineda City, ya me reincorporé. Estuve de baja después de la operación porque me quedé un poco fastidiada», indica. Ahora ya se encuentra perfecta para mover las caderas... aunque sea a golpe de rock y no de J Lo.

Carlos Castro

«Mis amigos siempre me llaman poeta»

La cuestión del nombre no es baladí, así que nos dejamos llevar por el sentimiento como en una égloga contemporánea: Garcilaso, ¿te atreves a hacer alguna estrofa? Y enseguida se esfuma el romanticismo. «Non están as cousas como para facer un pareado». Quien así responde es nada más y nada menos que Garcilaso de la Vega, un tipo único, ya lo ven. «Que yo sepa no hay otro como yo en España, pero sí es cierto que en Latinoamérica existe incluso como apellido Garcilaso de la Vega». A él se lo puso su padre, Guillermo, como homenaje al poeta, pese a la oposición de su madre y de su entorno. «A meu pai gustáballe, el é de Sarria e tivo a oportunidade de estudar, e supoño que lle tiña o seu aquel, pero miña nai quería que fose Manolo». Garcilaso es único, sin embargo estaría dispuesto a duplicarse si tuviera un hijo. «A min non me importaría poñerlle este nome a un fillo meu, pero teño 45 anos e polo momento non hai trazas». Garcilaso no conoce pormenorizadamente la obra completa del escritor renacentista, pero como todos los niños que fueron a EGB recuerda haberlo recitado en clase. «Imaxínate, todos os profesores de Literatura fixéronme pasar por ese momento, pero non son un experto na súa obra», bromea. En cualquier caso, para sus amigos Garcilaso siempre fue el «poeta». Es el clásico mote de la pandilla que le venía como anillo al dedo. Claro que la poesía hay ocasiones en que lo desborda todo, como cuando tiene que reservar mesa en un restaurante y al otro lado le preguntan: ¿a nombre de quién? Garcilaso de la Vega entonces se acoge a la parte más prosaica y apuesta por los apellidos para que no haya lugar a risas. «Prefiro dicir De la Vega López e así non hai opción o chiste». Eso sí, está habituado a escuchar un runrún cada vez que en el médico o en un lugar público alguien lo llama en voz alta: «¡Garcilaso de La Vega!». Por si a estas alturas a algún lector le suena su nombre más allá de lo poético que sepan que Garcilaso es el secretario general del partido político Converxencia 21. «A alguén pode soarlle estraño que con este nome forme parte dun partido galeguista», se ríe, y acepta a los puristas que incluso le advierten de que Garcilaso es en realidad un apellido: Garci Lasso. Quédense con su cara, que con este nombre ya lo damos por hecho.

RAMON LEIRO

«Todavía no he viajado a Cuba»

No lleva la revolución en la sangre ni mucho menos pero es un aventurero y un valiente. Con 55 años Fidel nunca viajó en avión, y por supuesto no fue quien derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista. «Ni en tiempos de Franco ni despues usaron mi nombre con carácter de deshonra», comenta. A medida que van pasando los años, Fidel se da cuenta del nombre que lleva encima y que le acompañará toda su vida. «Cuando fui teniendo uso de razón, que ahora tampoco tengo mucho, me di cuenta de lo que pasaba». Su abuelo fue el que le puso el nombre, «era comunista y me inculcó esas ideas», explica. Y él no dudó ni un segundo en seguir esa línea y hacerle una jugada a su hijo. «Se llama Diego, pero su segundo nombre es Fidel». Diego Fidel Castro tuvo que sufrir un poco o quizás, saborear esa fama en su vida. «Quise seguir la coña», explica Fidel.

LA REVOLUCIÓN VIVE EN BUEU

A pesar de que Fidel no haya tenido ninguna anécdota que contar debido a su nombre, a su hijo algún profesor le vacilaba. «Ya sabes. A lo mejor eran otros tiempos y tenían más miedo a decirme algo», apunta bromeando. Pero seguro que hay alguna escondida y no la quieres contar... le decimos. «Bueno... lo típico, cuando vas a alguna administración y al enseñar el DNI, lo miraban, me miraban, seguían mirando...», explica. Pero Fidel lo lleva muy bien. «Es posible que haya algún Felipe González suelto», bromea. Y si ya fuera amigo suyo...la invasión guerrillera. Como para que la policía les parase, les pidiese el DNI y se encontrase con dos ex-presidentes como ellos. ¡Lo habéis falsificado!, dirían.

Fidel, contento con su nombre, no piensa cambiárselo. «Me conocen todos así y si no, ya no me reconocerían». Vive en Bueu pero es un apasionado de Gijón. «En el Facebook escribo apología de asturianismo». Esto le viene de familia porque su padre, albañil, conoció a su madre en Asturias, pero ahora residen en Bueu. «Mis valores catastrales llegaron a la conclusión de que soy un alma libre y que cuando hay mucho porque hay mucho y cuando es poco porque es poco, así que mejor sin nada». Todavía le queda por conocer la tierra de su tocayo, pero lo bueno se hace esperar.