«Me gustan las mujeres con pájaros en la cabeza»

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EMILIO MOLDES

Quédense con su nombre porque esta gallega va a dar que hablar. Es la tercera vez que pasa por el Ego de Cibeles y sus diseños han cautivado a la crítica. En sus vestidos cabe todo el universo, con tocados y sombreros para llenarnos la mente y el cuerpo de ilusión.

18 mar 2017 . Actualizado a las 05:10 h.

Amai Rodríguez Coladas (Pontevedra, 1985) acaba de mostrar sus diseños en Madrid Fashion Week con un gran éxito. Es la tercera vez que asiste a la pasarela, donde la crítica la ha acogido con aplauso, en especial por esos estampados llenos de viveza que caracterizan a su ropa. Inspirada, como no podía ser menos, en el colorido del jardín botánico Pazo de la Saleta, propiedad de su familia.

-Tu tercera vez y has vuelto a destacar.

-Sí, sí, mandé el dosier a finales de noviembre y a partir de ahí me eligieron. Lo que no tuve fue mucho tiempo para realizar los estilismos que te piden, que son veinte como mínimo. En esta ocasión mi inspiración fue espacial, que curiosamente Chanel la semana pasada sacó un cohete también.

-¿Cuál dirías que es tu esencia?

-Para mí la música es fundamental a la hora de inspirarme. En este caso fue un concierto de los Chemical Brothers, un vídeo que vi mientras tocaban en directo. De ahí partió la idea de la colección, que luego fui desarrollando.

-¿Cuáles dirías que son las tres características que tiene en común tu ropa?

-Es colorida y estampada. Muy, muy colorida. Y también barroca y surrealista, más que nada el tipo de estampado. Me gustan las mujeres con pájaros en la cabeza, las flores, los sombreros. Pero el surrealismo esta vez está en el estampado, porque esta colección es mucho más funcional, se acerca ya a la mujer de la calle.

-Es muy vaporosa también.

-Sí, yo quería vestidos que volasen, que al andar se moviesen, tejidos con caída y vaporosos.

-¿Te inspiras en alguna mujer en concreto?

-Creo que no. Me imaginé una mujer que espera al astronauta, el prototipo de ama de casa de los años cincuenta, arreglada. Pero la ropa es muy contemporánea, en mi cabeza sí veía una mujer muy femenina. Por eso me salió tan etéreo, aunque la carga de color la hace más pop, más yo.

-Siempre hay tocados, pero esta vez incluso pamelas que no dejan ver a las modelos, sino al vestido.

-A mí los sombreros y tocados siempre me han gustado. No quise utilizar máscaras aunque me encantan, pero no es por desviar la atención al vestido. Es un complemento muy potente, yo me pondría siempre sombreros. Las flores también son un elemento en la cabeza por el jardín botánico que tiene mi familia. Aloe vera, camelias, dalias... Las camelias están presentes en los estilismos del final de la pasarela.

-¿Crees que podrás vivir de esto?

-Es mi intención, lo voy a intentar. No se pierde nada. No es fácil, porque emprender es muy complicado, pero cuando salí del desfile ya tenía encargos, sobre todo para bodas. Ahora estoy haciendo la tienda on-line ya en serio. De momento tengo todo en Barcelona, lo hacemos todo desde allí y voy y vengo a Galicia. Hoy con las redes sociales puedes llegar a cualquier sitio.

-¿Crees que el canon ha cambiado?

-Yo creo que sí, sobre todo que ya cada uno se pone lo que le gusta. No hay eso de que por ser baja no me puedo poner un vestido largo, o que si soy muy alta esto no me va a favorecer, yo no sigo las tendencias. Hay cosas que jamás me pondré como las riñoneras o las viseras, por mucho que lo saquen en París.

-¿En qué te fijas de una mujer?

-La elegancia es algo innato. Yo tengo de referencia a mi madre, ¡ojalá fuera yo como ella! Yo he nacido en una familia de mujeres, soy la pequeña de tres hermanas y las he tenido a ellas como referencia, siempre a la última. A mí luego Lana del Rey me fascina, porque sabe combinar el toque glamuroso de Hollywood con el más canalla de Los Ángeles. Su estética es un referente para mí. Y sí salen esas mujeres.

-A ti te gusta el punto más, ¿no?

-Sí, sí. Me gusta el artificio, y Lana del Rey tiene esa condición entre natural y artificial, entre realidad y ficción, que a mí me interesa. Esa dualidad me gusta, porque al mismo tiempo tiene contención.