«Quizá tengo cara de malo, pero estoy encantado»

Virginia Madrid

YES

cedida

Está en racha. «Pulsaciones», la obra «Calígula» y ahora «La catedral del mar» lo convierten en el chico de moda. Pablo Derqui sueña con hacer una comedia, nadar le ayuda a desconectar y confiesa: «El buen actor es el que mejor miente».

09 sep 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

Le vimos como Enrique IV de Castilla en la serie Isabel, fue el malo malísimo en la película Los ojos de Julia, donde se las hizo pasar canutas a Belén Rueda, y ahora con el hábito de monje inquisidor en La catedral del mar nos pone los pelos de punta. Pablo Derqui (Barcelona, 1976) se hizo actor para vivir mil y una vidas. «Te pones un disfraz y eres otro y pasadas unas horas, vuelves a ser tú con tus historias. Es emocionante». Y añade con ironía: «Pero cuando termino la obra, no me llevo el fantasma a casa. No es tan esquizoide». Satisfecho tras su éxito con su brutal interpretación de Calígula sobre las tablas, asegura que su tiempo libre es «para disfrutar de mi mujer y mi hijo».

--Interpretas a Joan en la serie «La catedral del mar». ¿Otra de malo?

-Pues sí, pero estoy encantado, porque es un personaje que da mucho juego. Los roles de malvados son más agradecidos, más jugosos a nivel de interpretación. Este personaje ha supuesto un reto, porque no todo es negro o blanco, hay grises, y ahí es donde hay que encontrar los matices y donde está la dificultad.

-¿Será tu físico, tener unas facciones un poco duras, el motivo por el que te proponen personajes potentes y con personalidades un tanto mezquinas?

-Es muy probable. Quizá es que tengo cara de malo. Pero como hasta ahora he hecho personajes muy interesantes, con muchas dobleces, yo encantado de seguir haciendo de malvado.

--¿Qué te ha regalado este personaje?

-La posibilidad de transmitir emociones nuevas que nunca había experimentado, como la sensación de abandono y el amor y la admiración que siente hacia su hermano Arnau.

--Al tratarse de una adaptación de la novela de Ildefonso Falcones, ¿te preocupa no cumplir con las expectativas del público respecto a tu personaje?

-Un poco. Mi miedo es defraudar a la cantidad de gente que haya leído la novela y que digan que no se imaginaban así a mi personaje. Pero es inevitable.

-Por cierto, ¿conocías la novela?

-Sí, y la leí casi al completo, pero no la llegué a terminar, porque me mudé de casa y le perdí la pista al libro. Cuando comencé a estudiarme el guion, descubrí cómo fue el desenlace de la historia.

--¿El hábito hace al monje?

-¡Ja, ja, ja! A nivel interpretativo, por supuesto. Cuando me visto con el hábito de monje franciscano, voy dejando de ser Pablo para convertirme en Joan. El vestuario es magnífico y, si añadimos la caracterización, esto nos ayuda mucho a los actores a adentrarnos en el ambiente histórico en el que estamos rodando.

-¿Cómo ha sido el reencuentro con Michelle Jenner, con quien ya rodaste en la serie «Isabel»?

-Fantástico. Trabajar con ella es siempre un seguro, una salvaguarda, ya lo demostró interpretando a la reina de Castilla. Hubo muy buen ambiente entre todo el equipo y esperamos enganchar al público.

-Tu «Calígula» te ha valido unas críticas espectaculares. «Derqui está brutal, arrebatador, apabullante». ¿No se te suben los colores?

-Las buenas críticas siempre son bienvenidas, pero también son un poco tramposas. A veces crean demasiadas expectativas y tampoco sabemos si las vamos a poder cumplir. Espero que la gente disfrute de la obra tanto como yo.

--¿Te cuesta desprenderte del personaje una vez que te bajas del escenario y regresas a casa?

-No. Cuesta liberarse del cansancio. No te vas con el fantasma a casa, no es tan esquizoide. Pero en el escenario se generan muchas emociones y eso es lo que realmente nos agota.

-También te hemos visto este año en la serie «Pulsaciones». ¿Cómo ha sido tener de jefe a Emilio Aragón?

-Me tronchaba con él viéndole en En vivo y en directo. En el rodaje fue muy trabajador, conciliador y muy abierto a nuestras propuestas. Es el referente de mi infancia.

-Tras «Hispania», rodaste «Isabel» y después te hemos visto en «Pulsaciones». ¿Te llegan ahora más proyectos?

-Sí, la televisión tiene una proyección que no tiene otro medio, te da más visibilidad, y están empezando a llegarme más cosas que antes, incluso estoy en un momento en que puedo empezar a escoger, que es el gran lujo. Uno disfruta más cuando más motivado está, y sin duda, lo estás si has escogido tú el papel. A ver lo que dura esta racha.

-¿Y qué es lo que te atrapó del oficio?

-Que juegas a vivir una y mil vidas. Te pones un disfraz y eres otro, y pasadas unas horas vuelves a ser tú, con tus historias y tu día a día. Es un juego maravilloso donde los actores a través del trabajo del cuerpo y las emociones fingimos ser otros. El buen actor es el que mejor miente.

--¿Y para cuándo una comedia?

-Estaría genial, porque siempre hago personajes malvados y que hacen sufrir. Me gustaría cambiar el registro y hacer reír, no padecer tanto mientras actúo.

--De no haberte dedicado a esto…

-Sería periodista o profesor de instituto. Estudié Humanidades, especializado en Pensamiento. Me gusta la Filosofía.

-¿Para desconectar?

-Nadar por las mañanas. Me relaja y me deja como nuevo. Y disfrutar de mi mujer y mi hijo. Mi tiempo libre es para ellos.