Marian Rojas: «Si no sufres, jamás llegarás a ser feliz»

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Su libro «Cómo hacer que te pasen cosas buenas» se ha convertido en todo un fenómeno por sus sabios consejos. «Facebook e Instagram son como una droga, nos dan la felicidad del clic que luego genera un gran vacío», apunta

02 feb 2023 . Actualizado a las 10:39 h.

Marian Rojas Estapé se ha enfocado en convertirnos en personas felices. Su libro, Cómo hacer que te pasen cosas buenas, está a punto de llegar a su 11.º edición y es todo un fenómeno que pone sobre la mesa nuestras inquietudes para mirar la vida en positivo. Marian tiene claro dónde está su meta: «A mí me hace feliz estar con mis hijos y mi marido». 

-¿Crees que hoy somos menos felices que hace décadas?

-Cuando los avances médicos, tecnológicos y sociales son mejores, es verdad que hay una insatisfacción global. Hoy hay mucha gente medicada por problemas de estado de ánimo porque disfrutamos menos de las cosas, de las cosas pequeñas del día a día.

-Tú planteas que hay que disfrutar más el instante.

-Sí, las cosas buenas existen, están a nuestro alrededor, constantemente surgen, pero no somos capaces de verlas y como estamos hiperestimulados, metidos en la rueda del estrés, eso nos impide conectar con nuestro interior. Y la felicidad consiste en conectar de forma sana y equilibrada con el instante presente y con nuestro interior. Y otra cosa que nos pasa es que somos adictos a la vida virtual, no a la real. La virtual se basa en una gratificación instantánea, un subidón de dopamina de golpe, pero que genera un vacío después.

-¿Facebook es como una droga?

-Efectivamente. Facebook e Instagram son como drogas, están diseñadas así, no es una coincidencia. Apelan al instinto del ser humano de sentirse querido, apoyado... Pero generan un gran vacío después porque no llenan.

-¿Es una felicidad instantánea?

-Sí, es una gratificación instantánea, en ese momento te da placer, te alivia, pero no hay más. Fíjate en cuándo solemos usar Facebook o Instagram: cuando estamos aburridos o cuando estamos estresados. Eso genera que, ante el aburrimiento o el estrés, tu cerebro te lo pida. Y si no se lo das, conlleva una baja tolerancia a la frustración. El ser humano hoy en día tiene una muy mala tolerancia a la frustración, y eso en los jóvenes lo estamos viendo. A la mínima se enfadan, se alteran, y su vía de escape está en la pantalla, que está diseñada para eso.

-¿Esa sería una felicidad «light»?

-Sí, a golpe de clic. Es una felicidad de chispazos, pero muy alejada del sentido que cada uno le da a su vida. Porque hoy hemos sustituido sentido por sensaciones. Somos drogodependientes de sensaciones, drogodependientes emocionales. Nos movemos por un estímulo o una sensación cada vez más fuerte, sensaciones que no tienen por qué ser malas, pero que pueden llegar a ser autodestructivas cuando sustituyen al verdadero sentido de la vida. Mira, hay un pueblo en Japón, el más longevo del mundo y más feliz, que ha trabajado sobre el ikigai, el verdadero sentido, el por qué nos levantamos cada mañana. Y en ese ikigai está la clave, los japoneses viven para dentro; nosotros, en cambio, para fuera.

-Tú hablas de que hay que marcarse un objetivo para ser feliz.

-Sí, necesitamos un objetivo, un proyecto de vida o darle un sentido a la vida, como prefieras. Ese es el ikigai, que puede ser el amor, el cuidar a los demás, el hacer un trabajo bien hecho...

-Hay que levantarse con un objetivo.

-Eso es. Y ser agradecido. Yo he hecho mucha labor solidaria, y cuando llegas a un sitio y no hay agua potable, te das cuenta de que no le das valor a lo que tienes: tú abres el grifo y tienes agua, tienes calefacción, comida... a golpe de clic, sin esfuerzo. Cuando en otros lugares del mundo eso no es así. ¿Por qué son felices en esos lugares sin tener nada?, porqué para ellos la felicidad es comer, jugar en la calle, otro día más, cumplir con una meta, un desafío... El mejor modo de tener el cerebro sano es ponerse pequeños retos, que puede ser ir a ver a una amiga que hace tiempo que no vemos, visitar a tu abuela que está enferma, hacer bien tu trabajo... Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su cerebro.

-¿Sufrir nos da la felicidad?

-Sí, es que si tú niegas el sufrimiento, jamás vas a ser feliz. La vida tiene un componente muy importante de dolor, de sufrimiento, de enfermedad. Si tú lo niegas, acabas con un gran vacío. Estamos obsesionados con alejar el sufrimiento de nuestras vidas, y yo no digo que nos obsesionemos con eso, pero la negación nos va a impedir ser felices. No podemos huir de la gente que sufre ni nosotros huir del sufrimiento personal. El sufrimiento bien enfocado convierte a la gente en seres superiores. El fracaso enseña lo que el éxito oculta.

-Los valientes no son los que no tienen miedo...

-Eso es. Los valientes son los que lo tienen y avanzan. Los otros son imprudentes.

-¿Nuestra forma de ser es determinante en esa felicidad?

-La felicidad depende de cómo interpretamos lo que nos pasa. Y esa interpretación depende del estado de ánimo, que está modulado por nuestra forma de ser. Los rasgos de personalidad hacen que tú recibas la vida de una manera u otra. A una persona muy tímida todo le parecerá un riesgo; si eres muy dependiente, generas vínculos patológicos... ¡Claro que nos influye nuestra forma de ser!

-¿Hay personas, entonces, que llevan mejor la vida desde que nacen?

-Sí, claro. Por su forma de ser, por la educación que han tenido, por su entorno, hay gente que tiende a ver el vaso medio lleno. El optimismo se educa, a veces cuesta más, pero se educa.

-Hablas en el libro de que cuando existen traumas graves, como el caso de las niñas prostituidas en Camboya, es fundamental el perdón.

-Sí, el perdón es un acto de amor y es el mejor remedio en esta vida. Perdonar es ir al pasado y volver sano y salvo. Pero el perdón no es solo por la otra persona, es por ti. Porque la gente resentida no puede ser feliz, el rencor te enferma.

-Estamos obsesionados por disfrutar del tiempo, por comernos el día.

-A la vida hay que meterle pasión. Hay momentos duros, cuando te quedas sin trabajo, cuando alguien está enfermo, etcétera, en los que solo toca sobrevivir. Pero hay otros momentos, cuando todo está bien alrededor, en que tenemos que sacar lo mejor que tenemos dentro. Y yo considero que ahí hay que echarle pasión. Si estás estudiando, al estudio; si montas un negocio, al negocio... Si a todo lo que haces le pones corazón y te entregas, entonces encontrarás la felicidad, porque esa pasión es un bálsamo para el cerebro.

-Apelas por que nos alejemos de la crítica y de la gente tóxica.

-Hace mucho daño. Las palabras y los pensamientos que nos decimos tienen un impacto en el organismo. Si oímos palabras feas, nuestro cerebro se pone en modo alerta, se da cuenta de que estamos hablando de algo tóxico. Por eso las palabras curan. Con solo cambiar el lenguaje ya tenemos un efecto sanador.

-¿Agradecer entonces es la clave?

-Lo primero para ser feliz es querer a los demás. El amor es el mejor antídoto contra cualquier problema de la vida, y después tener unas expectativas y mucha ilusión por conseguirlas.