Para siempre en el dedo. Sofía y Eloy han decidido pasar por el estudio para tatuarse la alianza. Y lejos de hacerse un anillo sin más, han optado por grabarse el nombre del otro. Toda una apuesta de amor tras once años de relación y una niña que no quiso perderse el momento
17 feb 2020 . Actualizado a las 09:46 h.Sofía Mosquera y Eloy Figueira no perderán su alianza. No después de haberla grabado con tinta sobre la piel de su dedo anular derecho. El diseño está muy lejos del típico anillo. «Si te fijas, sí ves que son nuestros nombres, pero si no, parece como una alianza normal», dice ella, que le hizo este regalo vitalicio a su marido por su 33 cumpleaños. Hace casi tres años que se casaron, pero a pesar de su juventud, llevan juntos 16 y tenían solo 17 años cuando empezaron a salir. No se conocieron en el instituto. «Él ya estaba trabajando, porque empezó muy joven, y yo estaba estudiando. Nos conocimos, y ya no nos separamos», cuentan conscientes de que en estos tiempos no hay muchos amores así. «De nuestros amigos, y mira que entonces éramos unas cuantas parejas, solo quedamos dos, nosotros y otra pareja que son iguales», relatan.
Este no es su primer tatuaje en común: «Ya teníamos tatuadas nuestras fechas de aniversario, que me lo regaló Eloy por un cumple mío también. Y lo de la alianza, la verdad es que ya lo habíamos hablado alguna vez, siempre nos gustó, así que lo vi como un regalo de cumple distinto y nos vinimos a Katattoomba junto a Samu, el tatuador». Ahora lucen el diseño en el dedo que tradicionalmente ocuparía la alianza. «Es que nosotros llevamos la de boda en la mano izquierda, que es un poco raro, porque la mayoría la lleva en la otra, por eso esta nos la tatuamos en la derecha», comentan sabiendo que no hay muchos matrimonios que luzcan un anillo en cada mano.
Pero Sofía y Eloy no acudieron solos al estudio, sino que lo hicieron con su hija Cayetana, de 5 años. «La tuvimos con 27 años, antes de casarnos. Sabemos que esto es también un poco raro, pero siempre quisimos ser papás jóvenes, y como ya llevábamos diez años, vivíamos juntos y yo ya había acabado Magisterio y estaba trabajando... No seguimos mucho las reglas de ahora», comenta ella, que es profe de infantil en la red de escuelas públicas de la Galiña Azul y actualmente prepara las oposiciones.
No es la primera vez que Cayetana, que también forma parte de la piel de su madre, va al estudio. «Ya vino alguna vez, porque tengo tatuado su nombre también, y Samu, el tatuador, es amigo nuestro. A ella no le sacamos una foto, pero estaba muy simpática, porque le tatuaron con rotulador las dos manos. Estaba ilusionadísima, y le dijo al chico: ‘En unos años nos veremos por aquí', ¡ja, ja, ja!». «Solo me preguntaba si me dolía, pero es que no me dolió nada, no me enteré. Di tú que es muy finito...». Tanto este matrimonio como el propio estudio nos confirman la tendencia. «Hay mucha gente que se tatúa la alianza el mismo día de la boda. Hasta vi a unos chicos que se las hicieron en la ceremonia, en el momento. Llevaron al tatuador y se las hizo allí mismo».
Sin embargo, no era esta la primera opción. «A Eloy le gustaba otra idea, que era que uno se tatuara una cerradura y otro la llave, pero al final nos decantamos por esto», dice Sofía, consciente de que cada vez se estila menos. lo de grabarse el nombre del otro. «Incluso el propio Samu nos dijo: ‘¿En serio os vais a poner el nombre?'».
Ni uno ni el otro son ajenos al peligro de que la vida les dé una vuelta y ese tatuaje que hoy lucen con plena convicción, se convierta en un borrón que deseen eliminar de su piel con urgencia. «Es cierto que la cerradura, si algún día pasase algo, puedes decir que es por cualquier cosa. Pero yo es que llevo Eloy ahí puesto», reconoce entre risas Sofía, aunque añade: «Hoy en día se quita cualquier cosa». Aunque satisfecho con el resultado, lo cierto es que su marido, entrenador de boxeo, estuvo una semana sin poder ponerse los guantes: «Ya lleva riñéndome varios días, porque no puede entrenar, no se puede vendar ni nada con el tatuaje en el dedo», bromea ella.
ESTOY HECHA A ÉL Y ÉL A MÍ
¿La receta de un amor tatuado a fuego desde tan pronto? «No quiero tirarme el moco, pero creo que justamente es por habernos conocido tan pronto. Fuimos creciendo y amoldándonos el uno al otro. Siempre lo hablamos, si nos fuera mal y nos separáramos, no tendría ganas de aguantar a otro, de ponerme ahí a luchar. Porque me pasaría lo que a muchas parejas, primer problema y ya está, cada uno para su casa. Pero nosotros, claro, es que llevamos toda la vida, es que llevo más años con Eloy que sin él. Estoy un poco hecha a él y él a mí», dice Sofía, que añade: «Yo creo que cuanto mayor eres, más te vas dando cuenta de lo que quieres y de lo que no. Pero es que nosotros éramos muy jóvenes. Nos fuimos dando cuenta, pero juntos».
«Si nos pillara ahora, que ya tenemos las ideas muy claras de la vida, de lo que queremos hacer y a lo que nos queremos dedicar, y conociéramos a alguien que no se compaginase con eso, sería: ‘Tú por un lado y yo por el otro'. Pero cuando nos conocimos aún no sabíamos lo que íbamos a hacer de nuestra vida», indica esta pareja que no descarta ampliar la familia. Mientras tanto, tendrán que ir buscando nombre y otro hueco para escribirlo sobre su piel.