Ana Souto, neumóloga: «Casi siempre son cosas positivas las que desencadenan la cataplexia»

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Los últimos episodios que ha sufrido Jordi Évole han puesto en boca de todos la cataplexia, ataques súbitos y generalmente breves en los que se pierde el tono muscular, y que suelen ser uno de los principales síntomas de la narcolepsia

15 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ana Souto (A Coruña, 1974) es neumóloga en la unidad del sueño del CHUAC y explica qué es la cataplexia y las posibles causas de un ataque.

—¿Qué es la cataplexia?

—Es uno de los síntomas más frecuentes que presentan los pacientes que padecen narcolepsia.

—La enfermedad por la que de repente te entra sueño, ¿no?

—Sí, es un trastorno crónico del sueño. Consiste en una excesiva somnolencia diurna, muchas veces expresada en ataques de sueño, en casos graves, en situaciones inapropiadas; una disregulación del sueño. Los cuatro síntomas clásicos incluyen, además, parálisis o alucinaciones, que no son específicos de esta enfermedad, y la cataplexia o cataplejía.

—Esos episodios súbitos y generalmente breves en los que se pierde el tono muscular.

—Efectivamente, se mantiene el nivel de conciencia, pero se pierde el tono muscular. Puede ser parcial o generalizarse, y los episodios graves pueden provocar caídas. Generalmente los desencadenan emociones fuertes, habitualmente es la alegría, la risa, una sorpresa, comprar una prenda de ropa que te encante... Puede haber una emoción negativa que lo provoque, pero normalmente son cosas positivas.

—¿La cataplejía no se puede dar de manera aislada sin estar asociada a una enfermedad?

—Fuera del contexto de narcolepsia es muy raro.

—¿Cómo se diagnostica?

—Se suele tardar, porque los pacientes se van adaptando al excesivo sueño, y la cataplejía, que te lo hace sospechar más, generalmente aparece entre el primer y el tercer año.

—¿Cómo se trata?

—Se tratan los síntomas: la excesiva somnolencia, los ataques de sueño y la cataplejía. Es fundamental el estilo de vida, se hacen siestas programadas para vehicular la necesidad del sueño, además de tener una rutina apropiada por la noche, cuando se deben evitar los sedantes. Es raro que los pacientes controlen los síntomas solo con medidas no farmacológicas.

—¿Cuál es el objetivo?

—Llevar una vida lo más normal posible, ya que esto supone un impacto social y laboral importante en una enfermedad que, además, se diagnostica a una edad joven, entre los 15 y los 40 años. Se pautan estimulantes para la excesiva somnolencia y antidepresivos, generalmente, para los episodios de cataplejía, que es verdad que son bruscos, pero que el paciente puede anticipar un poco.

—Jordi Évole decía: «Me está empezando». ¿Lo puedes frenar?

—Puedes intentar controlarlo, intentando evitar que venga la emoción, aunque es muy difícil. La medicación lo que hace es disminuir esos ataques, que se consideran una interferencia de la atonía del sueño REM en vigilia. El tratamiento puede controlar los síntomas, pero la enfermedad no desaparece.

—¿Se consigue llevar una vida normal?

—Sí, hay pacientes que están adaptados al entorno social y laboral con la medicación, aunque esta tiene efectos secundarios, a veces hay que ajustar la dosis... Es una enfermedad infrecuente y requiere un manejo especializado en el contexto de la unidad del sueño multidisciplinar.

—¿Es peligroso? Por si esos ataques dan conduciendo, manipulando una máquina...

—Suele darles tiempo a controlar la caída, aunque indudablemente hay más riesgo de accidentes. Tiene que estar supercontrolado para poder realizar ese tipo de actividades.

11 ¿Los ataques de sueño diurnos hacen que se duerma peor por la noche?

No, es un trastorno del grupo de las hipersomnias, por la noche duermes, pero por el día también. El sueño nocturno suele ser fragmentado, y aunque parezca paradójico, muchas veces los pacientes presentan insomnio, a veces con episodios de alucinaciones. Tienen ansiedad y miedo a dormir.