Una experiencia de lujo es la que están viviendo estos meses los estudiantes que participan en el proyecto educativo que gira en torno a la exposición que Marta Ortega impulsó en A Coruña. El trabajo sale de las aulas para experimentar en primera persona con las obras del prestigioso fotógrafo
02 mar 2022 . Actualizado a las 15:32 h.Entran como estudiantes de bachillerato, y salen queriendo ser Peter Lindbergh. No es para menos. Poder experimentar en sus propias carnes con las obras del prestigioso fotógrafo es algo que, ahora mismo, solo está al alcance de los jóvenes gallegos gracias a la exposición que se puede visitar en A Coruña hasta el próximo 31 de marzo. «Gústame moito, é realmente incrible. En realidade faime moita ilusión, non me esperaba isto, imaxinábame vir e ver, pero poder experimentar con todo este material... é realmente un agasallo. En clase temos un foco, aquí temos tres e boas cámaras, no instituto tiñamos que facelo co móbil, a non ser que alguén teña cámara, eu non teño... Non me gustaban as cámaras e agora encántanme», explica Akira, estudiante de 1.º de bachillerato del IES Antón Fraguas de Santiago.
Este centro participa en el programa educativo que gira en torno a la muestra fotográfica, y que tiene como objetivo llevar la figura de Lindbergh a las aulas gallegas: desde infantil hasta bachillerato, e incluso a las escuelas de arte o universidades. «En cada nivel trabajamos de forma diferente. Por ejemplo, con los más pequeños estamos trabajando el reflejo, que aparece en todas las obras de Peter Lindbergh; en secundaria, nos centramos en el tema de la ciencia ficción de los objetos, porque era un gran conocedor de este género, le gustaba y lo incorporó a sus fotos», explica José María Mesías, profesor titular de Artes Visuales y Educación en la UDC, que se ha encargado de dirigir el proyecto educativo. Hasta el momento ya han pasado cerca de 5.000 estudiantes, y la previsión es llegar a los 6.000 cuando acabe el mes de marzo.
TRABAJO EN CLASE
Los chavales no aterrizan en el muelle coruñés partiendo de cero, sino que durante estos meses previos han estado trabajando en clase con sus profesores (que previamente han sido formados con este fin) la figura del fotógrafo, que a finales del 2018 se encargó de inmortalizar la boda de Marta Ortega en A Coruña. Precisamente, la futura presidenta de Inditex, promotora de esta exposición, desde el principio tuvo la intención de organizar este tipo de actividades que impulsaran el alcance de la muestra a nivel local. Es decir, que no quedara solo en una visita a la exposición, sino que a nivel educativo los jóvenes tuvieran un conocimiento de la obra que les permitiera experimentar con ella. Y así es como Peter Lindbergh aterrizó en las aulas gallegas. El grupo de investigación de la UDC Artefacto, en colaboración con artistas locales, se encargó de diseñar una guía educativa para implicar y formar a los docentes. Los profesores de los institutos y colegios, que participan en esta iniciativa, se encargan de realizar una primera aproximación a su obra, y después diferentes artistas contemporáneos se desplazan hasta los centros para trabajar in situ la fotografía del conocido como fotógrafo de las supermodelos. Cuando los estudiantes visitan la exposición lo hacen con el artista que trabajó con ellos en el aula, y ponen en práctica todas esas acciones que fueron planteando previamente en clase. ¿Qué es lo que más les sorprende? «Reconocen fotos que no sabían que eran de Peter Lindbergh, pero al haber trabajado su figura en el aula, cuando llegan aquí lo que más les llama la atención es la dimensión de las imágenes, el montaje expositivo, es una exposición única a nivel internacional. Es un lujo trabajar de esta forma a nivel educativo, con este despliegue», explica José María.
Ellos son muy conscientes de la suerte que tienen. «É moi diferente ao que facemos sempre. Quero ser actor, pero non me esperaba de golpe que viñesen apuntarme tantas cámaras (dice en relación a los medios de comunicación que este jueves asistimos al taller). Persoalmente non o coñecía, pero gústame como traballaba e o que facía», explica Nacho, estudiante del bachillerato de artes en el centro santiagués. Él y sus compañeros de la rama artística se mostraban fascinados por poder disfrutar de esta iniciativa, pero aunque esa sensibilidad por lo audiovisual les confiere cierta ventaja, lo cierto es que la mayoría de los alumnos que pasan por las instalaciones «salen queriendo ser fotógrafos», modelos no tantos. Muchos descubren la exposición de la mano del colegio, otros ya habían estado previamente con sus padres, pero «vemos que muchos niños luego traen a más amigos, es el potencial de lo educativo», apunta el profesor al mismo tiempo que confiesa que el listado de anécdotas es largo. «Un alumno de secundaria se centró en una de las dos únicas fotos que hay a color en toda la exposición, una que es de gastronomía, porque le recordaba a comidas familiares. Lo interesante de las fotos es que te activan experiencias vitales, y que cada uno conecta de forma muy distinta», cuenta.
Precisamente, el título de la muestra Untold Stories (Historias no contadas) da pie a que en otra de las acciones que realizan los jóvenes durante la visita tengan que intentar averiguar qué quiso contar el fotógrafo o lo que desde su punto de vista creen que ocurre en la imagen. Utilizan unos acetatos, donde escriben o dibujan con rotuladores permanentes, que después colocan entre ellos y la imagen para dar rienda suelta a la imaginación. «Sae de todo. Hai xente que tira máis do persoal e o que fai é un autorretrato e dalgunha maneira a súa identidade aparece reflectida na fotografía, con todo, hai outros que tiran máis da fantasía, da innovación, da abstracción, facendo que haxa unha multitude de posibilidades, aínda que se parta dunhas premisas moi ríxidas ou un tamaño de material moi pequeno. Saen desde ovnis que chegan e baixan á fotografía, por iso é polo que a modelo está a mirar para arriba, ata fotografías de natureza morta e ausencias nas que de súpeto aparecen corpos e ideas. Tamén hai máscaras entendidas como filtros de Instagram e redes sociais: bigotes, lentes, que completan a cara da modelo», explica Tiffany López, artista y profesora de educación artística
¡EL DE CREPÚSCULO!
No hay duda de que los ojos permanecen abiertos como platos durante estas visitas tan excepcionales y únicas. Hay quien se fija en el marco de las fotografías y pregunta por qué de color wengué, «algo que les tuvimos que preguntar a la Fundación Peter Lindbergh —explica José María—, y nos contestaron que era una madera muy noble, que da vida, y que a él le gustaba mucho, por eso la incorporaron», hasta el que ya alucina con el montaje sin haber entrado a la exposición. «Lo que hace Elsa Urquijo es impresionante, tanto en el contenedor, donde está la obra, como en el espacio exterior. Las fotos de Peter Lindbergh están en espacios industriales, en puertos, y este conecta el interior y el exterior, lo que la convierte en una exposición única», apunta el profesor de Artes Visuales de la UDC.
Fueron muchos los que se pusieron ante la cámara del artista a lo largo de toda su carrera. Linda Evangelista, Claudia Schiffer, Cindy Crawford... Es difícil no reconocer una cara ya seas de la generación de Naranjito o de la de TikTok, pero lejos de distinguir a las supermodelos de los años 80 y 90, los jóvenes de hoy en día sacan el dedo índice delante del actor de Crepúsculo o de la actriz de House of Cards. Los retratos de unos y de otros —hay que recordar que todos querían posar para él, incluso Rosalía renunció a su manicura de vértigo para ponerse delante de su objetivo— sirven para que los estudiantes de bachillerato se sumerjan en el mundo de los primeros planos, «y aun siendo en blanco y negro, si tuviéramos que decir qué color de ojos tiene, podríamos —apunta José María—, porque él consigue color en el blanco y negro, algo muy difícil». A través de otra de las instantáneas de la exposición, una que es una reminiscencia de Metrópolis, la película dirigida por Fritz Lang, trabajan la narración. Esa escena en la que parece haberse parado el tiempo de golpe sirve para preguntarles a los alumnos qué creen que ha pasado antes o después.
En las casi tres horas que dura la visita hay tiempo para todo. Para experimentar, para dejarse llevar, para aprender, pero también para apoyar a la nueva hornada de licenciados en Bellas Artes que saldrá el próximo mes de junio de la Universidad de Pontevedra, porque tanto las aportaciones individuales como los beneficios de la venta del merchandising irán destinados a un proyecto de promoción y ayuda a jóvenes artistas. Seguro que muchos acabarán siendo uno de ellos.