Más que hamburguesas

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MABEL RODRÍGUEZ

12 mar 2022 . Actualizado a las 21:50 h.

El McDonald's más frecuentado del mundo ocupaba un bajo de la plaza Pushkin de Moscú y había abierto un mes de enero de 1990 como prueba de que la URSS se estaba haciendo añicos. La noticia de su inauguración llegó hasta aquí con la fortaleza de las novedades en las que se reconoce un símbolo, y aquel de las hamburguesas yanquis en el corazón soviético era de una rotundidad muy golosa para quienes habíamos crecido durante la guerra fría y el este de Europa era un lugar misterioso.

Bastantes años atrás, casi treinta, Billy Wilder había anticipado en Un, dos, tres una peripecia similar. MacNamara era en la película un alto ejecutivo de la Coca-Cola que trataba de introducir el refresco en el Berlín oriental, para entonces una ciudad blindada por el muro que resumía la división del mundo en dos bloques.

La simbología de aquel primer McDonald's moscovita se mantuvo intacta tras colapsar la URSS. En el año 2014, las autoridades locales decretaron su cierre alegando problemas sanitarios, pero la relación de la multinacional con el Gobierno llevaba tiempo siendo difícil. La empresa americana había cerrado sus locales en Crimea tras la anexión de la península a Rusia y después de que los habitantes de este territorio votaran en referendo la clausura de los tres chiringos de comida rápida que existían en la zona.

Como otras grandes empresas del mundo capitalista, McDonald's ha vuelto a dejar Rusia. Con las bombas cayendo sobre Ucrania, la marcha de todas ellas es también el fin de la llamada diplomacia alimentaria que durante tres décadas normalizó las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. Aquel mes de enero de 1990, treinta mil moscovitas habían soportado horas de cola para probar una hamburguesa de calidad cuestionable, pero de irresistible sabor americano. Claro que lo explícito de su simbolismo no siempre ha jugado a favor de la supercorporación. En el año 1986 una muchedumbre ya se había convocado ante un McDonald's. Estaban en la plaza de España de Roma y querían impedir que aquel figón americano de comida basura ocupara un lugar tan simbólico. Ese día se fundó el movimiento slow food y la mala consideración que una parte de los europeos tienen de estas hamburguesas, mucho más que un trozo de carne. Lo sabía el campesino francés José Bove aquel 12 de agosto de 1999 cuando echó abajo con su viejo tractor el McDonald's de Millau.