Reinventarse a los 50: «Tenía un trabajo indefinido, pero me lancé»

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Oscar Vázquez

Cuando ya tenía su vida resuelta, decidió empezar de cero. Era secretaria de una empresa en la que llevaba 19 años trabajando, pero lo dejó todo y se arriesgó. «Jamás me arrepentí. Ni un solo día», dice

27 oct 2023 . Actualizado a las 16:32 h.

Marta Rivas decidió empezar de cero cuando ya tenía su vida resuelta. Ella no se resignó a no avanzar y tomó una decisión arriesgada, pero salió ganando en todo. Sobre todo, en alegría y seguridad en sí misma. Hace ahora cinco años su vida estaba patas arriba. Como si se plantara delante de un precipicio y tuviera que elegir un camino de baldosas invisible para pisar suelo firme. Pero lo logró y lo volvería a hacer una y mil veces.

«Tenía un trabajo indefinido como secretaria y administrativa de una auditoría y asesoría de empresas. Allí estuve casi 19 años. Era un trabajo de estos ideales, que controlaba, unos jefes con los que tenía buena relación y unos compañeros con los que llevaba muchísimos años trabajando y con los que también tenía muy buena relación», comenta esta viguesa que sabe que «había tocado techo». «Ya no había nada más que pudiera hacer, con la formación que yo tenía y por la empresa en la que estaba. Y me vi con 40 años, sin hijos, y pensando que me quedaban 30 trabajando todos los días en eso, sin posibilidad de poder hacer nada más con mi vida, de ganar más dinero, de nada. Y eso fue lo que me llevó a que mi mente cambiara y quisiera algo más», dice.

Por una peli

Pero la chispa se le encendió un día que estaba tranquilamente en el sofá de su casa: «Estaba viendo una película y vi a una chica que empezó a hacer un blog de cocina. Me llamó la atención y me metí en la UNED para hacer un curso de redes sociales porque había decidido que quería hacer un blog. Empecé a hacer el curso y algunos amigos empezaron a pedirme que les echara una mano con sus redes sociales. Luego, también me pedían consejo sobre presupuestos de páginas web y qué diferencia había entre los distintos precios», aclara mientras explica que fue en ese momento cuando percibió que ahí había futuro: «Me di cuenta de que la gente confiaba en mí, que todo eso me gustaba muchísimo y que en Vigo había todo un mercado sin explotar. La pyme no puede tener un director de márketing, pero necesita reeditar acciones de márketing y una persona en la que confiar».

Entonces tuvo claro que tenía que tomar una decisión, «porque ya había personas que querían que les echara una mano». «Yo, imagínate, secretaria, que ganaba con las pagas extras prorrateadas 1.100 euros y vivía sola. No tenía ni un duro, pero me dije que o lo hacía ahora o nunca. Así que me lancé. Me senté con mis jefes. Se lo dije. Al decidir que yo me iba, me fui sin indemnización. Y emprendí», comenta Marta que se tiró a la piscina, segura de que dentro iba a haber agua. «Al día siguiente, a las seis de la mañana, ya me puse a trabajar. Y también a estudiar un máster de Comunicación. Tenía muy claro que me quería rodear de gente muy buena para dar un buen servicio. Y yo quería formarme mucho para saber exactamente qué es lo que podemos hacer, qué es lo que tenemos que dar a los clientes, pero, sobre todo, para dirigir también un buen equipo. Y en eso estoy. Sigo formándome todos los días», aclara.

Nunca se arrepintió

Sobre si en el momento en el que fundó MV360 Comunicación tuvo miedo a caer al vacío, la respuesta es rotunda: «Sí, pero jamás me arrepentí. Nunca. Ni un solo día». Y eso que durante el confinamiento llegó a perder a casi todos los clientes: «Lo pasé bastante mal a nivel laboral y económico, y aun así, nunca me arrepentí de haber dejado el anterior trabajo. Esto me hace feliz», comenta ya recuperada del bache pandémico y a pesar de que al principio de esta andadura tuvo mucho miedo a fracasar. «Es muy difícil para una persona que emprende y que llevaba muchísimos años con algo tan cómodo. Tienes miedo a hacer las cosas mal. Pero soy una persona muy exigente conmigo misma y siempre creo que todo se puede mejorar», afirma Marta. Y confiesa que si para algo le está sirviendo toda esta aventura empresarial, es para ella misma: «Yo no tengo nada que ver con la persona que era antes. Antes era alegre, pero ahora soy más. He ganado en seguridad en mí misma porque he tenido que aprender a venderme y a defender mi trabajo. Entonces, lo primero que he hecho ha sido ganar en seguridad. Pero también en calidad de vida. Trabajo muchas más horas que antes, pero lo hago en algo que me apasiona y para mí».

Además, es consciente de los beneficios de ser su propia jefa. Porque si se quiere tomar la tarde libre, se la toma, o si se quiere de ir viaje, organiza bien las fechas y lo hace: «Pero luego tienes otros quebraderos de cabeza. Esto no es como los funcionarios, que al final de mes sabes lo que vas a ganar. Cuando llevas poco tiempo emprendiendo, no sabes cuánto vas a ganar. Vives con una incertidumbre y hay días que te pones un poco nerviosa, pero al final siempre te acabas motivando para ir buscando más y más. Yo he ganado en todos los aspectos», dice.

Marta también destaca en todo este proceso el gran apoyo que siempre recibió de su entorno. «Tuve a todo el mundo apoyándome a tope. Mi madre me dijo que un plato de lentejas no me iba a faltar. Y mis amigos me apoyaron una barbaridad. Me dijeron: ‘Marta, tú puedes, con tu energía, tu ilusión y tus ganas, tú puedes. Y si no puedes, te ayudamos a buscar trabajo'. Noté apoyo por todas partes. Mis hermanos, mi madre, mis amigos... Todo el mundo. Hasta mis compañeros de trabajo, que cuando se lo dije era como: ‘¡Sí, señor!'», dice. Porque si una cosa notó cuando tomó la decisión fue una sana envidia porque había gente que «no era capaz de tomar este tipo de decisiones», aunque quisiera hacerlo.

Con hijos, también 

También sobrevuela la incógnita de si se habría arriesgado tanto, si hubiera tenido hijos. La respuesta es muy clara: «Creo que todos nos ponemos excusas. No tengo hijos, pero tampoco pareja que me pueda apoyar económicamente. Cada uno tenemos nuestras circunstancias. Simplemente hay que querer. Creo que si hubiera tenido hijos lo habría hecho igual. A lo mejor de una forma más paralela. Lo hubiera intentado con una reducción de jornada o así. El procedimiento habría sido otro, pero lo hubiera hecho igualmente».

Y ahora que ya está metida en la rueda del emprendimiento, Marta no le hace ascos a nada. Hasta el punto de que también es socia de una empresa de venta de productos ibéricos, Etiqueta Ibérica. «Una vez que emprendes y sales de tu círculo y de tu zona de confort, conoces a mucha gente, vas a muchos sitios y estás abierto a escuchar cosas. Y en medio de todo eso conocí a Susana Pérez, de Empresarias Galicia. No la conocía de nada y me pidió que le hiciéramos la imagen de marca de una empresa de jamones que ella tenía. Y nos hicimos amigas muy pronto. Me planteó entrar a formar parte de la sociedad y ahora somos socias. Y yo creo que si se me presenta otra oportunidad, me meteré en algo más», argumenta esta viguesa convencida de que siempre hay un montón de oportunidades alrededor. Solo hay que esperar el momento adecuado y lanzarse. ¡Ole tú!