La presidenta de la asociación Alas A Coruña relata cómo llegó a ser consciente de su identidad tras muchas dudas: «Pensaba: 'A lo mejor soy un chico trans'»
30 jun 2022 . Actualizado a las 13:11 h.«No soy únicamente una etiqueta. Soy Ana, soy técnica audiovisual, soy Aries, soy amiga, soy hija, soy bollera para unos», enumera la presidenta de la asociación Alas A Coruña, Ana García Fernández. Coincidiendo con el día internacional del Orgullo LGBT, que se celebra este martes, la gallega explica su identidad y relata cómo la vive en un mundo en el que, asegura, de pequeña se sentía fuera de sitio. Sus conversaciones con amigas y las teorías feministas y queer le permitieron construir una identidad con la que hoy se siente feliz. «No es levantarte y decir: '¡Buah!, soy una persona no binaria. Hola a todos'. Simplemente, es un proceso», asegura.
—¿Qué es ser no binario?
—Somos las personas que no nos identificamos con ninguno de los dos géneros normativizados: hombre o mujer. Al final es un espectro que engloba todo lo que está por fuera.
—¿Te resultaba incómodo ser mujer?
—Nunca estuve cómoda con la idea de ser niña. Salí del armario como lesbiana en el 2007, con 18 años, pero también pensaba: «A lo mejor soy un chico trans». Hasta que empecé a leer sobre feminismo y teoría queer, y caí en textos que hablaban de los conceptos sociales de los géneros. Son muchos años de introspección, de darle vueltas, hasta que pude decir: «Es lo que me pasa, es lo que soy».
—¿Cuáles eran las cosas del espectro trans que no iban contigo?
—Con la información que teníamos, yo pensaba: «Si no me siento bien siendo mujer, tendré que ser hombre», y ser hombre era algo que tampoco me convencía. Hoy hay muchos más referentes de personas no binarias, quizá es más fácil para la gente hacer el trabajo de encontrar su identidad cuando notan que hay una disconformidad.
—Hay mucha gente que fluye entre un género y el otro, es diferente a tu caso…
—Somos personas que no nos identificamos con el género que nos asignaron al nacer y estamos fuera de «hombre o mujer», luego el cómo expresamos nuestro género y nuestra forma de ser es totalmente individual. Hay personas que son de género fluido y definen su vivencia como un género que cada día se mueve en una escala. No es universal.
—En tu caso se resume como la no identificación de ningún extremo.
—Sí, al final la vida es un continuo, ¿no? Para mí la vida y la identidad son un continuo, como todo. Es un fluir. Ahora mismo donde me encuentro cómoda y estoy feliz es aquí.
—¿Cómo fue el proceso de encontrar esa identidad?
—Empecé a leer bastante sobre el tema de género. Al final es muy natural. No es levantarte y decir: «¡Buah!, soy una persona no binaria. Hola a todos». Simplemente, es un proceso que va cayendo. Me identifico como esto y ya está.
—Por un lado te reconoces como no binaria, por otro lado dices que eres Ana y ya…
—Lo que no se nombra no existe. Hablamos de que si en su momento las personas LGTB no hubieran salido de ese armario, hubiéramos seguido escondidas dentro de la sociedad. Pero no soy únicamente una etiqueta. Soy Ana, soy técnica audiovisual, soy Aries, soy amiga, soy hija, soy bollera para unos. Esas etiquetas son importantes porque nos ayudan a ponerle nombre a quiénes somos y también generar una identidad, ver que hay otras personas que son como nosotras.
—¿Qué hace falta para que quienes están fuera del colectivo entiendan de qué se trata?
—Vivimos en una sociedad en la que todo es muy binario. Lo de los no binarios lleva presente toda la historia. Esto no es una cosa del 2022. Lo que pasa es que ahora podemos ponerle nombre, visibilizarlo y vivir de acuerdo a ello.