Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres: «Ser madre es un plus, debería ser un valor para la empresa»

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«Laura, esta no es una empresa para mamis», le dijo su jefa. Se fue y de golpe asomó la cabeza una emprendedora que está en el Top 100 de Mujeres Líderes en España. «Tras aquella frase vinieron dos años duros, de desprenderme de una experiencia que, a la vez, me da fuerza para luchar», revela la jefa de las madres imperfectas (valga la redundancia)
03 sep 2024 . Actualizado a las 21:52 h.De vacaciones light, en ese asueto por horas que es el tiempo de libranza para el autónomo, nos recibe Laura Baena (Málaga, 1981), que un día se lanzó a ventilar los trapos sucios de la maternidad. Hace más de siete años que Laura parió un club maternal con ganas de cambiar el mundo. Más de un millón de personas siguen a la fundadora de Malasmadres, que tiene «tres buenashijas». Su historia personal de «no conciliación» ha tomado la forma de libro en No renuncio. La flexibilidad y trabajar por objetivos son las dos grandes claves que señala esta emprendedora en el top cien de mujeres líderes para optimizar la productividad de las empresas, abriendo la puerta a la conciliación. « En el libro Yo no renuncio, intento hacer un despertar para mujeres que piensan que han elegido, cuando no hemos elegido, hemos renunciado. Quien elige por nosotras es el sistema. Hay que ser consciente de qué nos exige la sociedad, cuál es el modelo laboral, para poder cambiarlo. Hasta que todas rompamos el silencio, nos concienciemos y hagamos la verdadera revolución de las madres, no vamos a avanzar. Si no, el Estado sigue creyendo que conciliar es esto. Al Estado la conciliación le sale gratis. En el libro hay mucho, al final, de lo que es el Club de Malasmadres, mucho de desahogo, de cuestionamiento de la superwoman y la maternidad, de cómo romper con las creencias limitantes. Para mí, era importante volcar eso en un libro, mi pensamiento y todo lo vivido hasta llegar aquí.
—¿Ha sido un camino muy duro?
—No ha sido fácil. Ha sido un camino duro, no solo por la parte de haberle dado un giro a mi carrera, sino por ese emprendimiento por necesidad que hacemos muchas mujeres cuando llega la maternidad. Y por lo que es ser la voz de una generación y la lucha por la conciliación. Yo siento esa responsabilidad como mía. Es lo que me mueve.
—Hoy, puedes quejarte de tus hijas con otras madres sin que te miren mal. ¿Al fin se entiende que se puede querer a los hijos y no ocultar, a la vez, que son una carga?
—Es la contradicción de la maternidad. Nosotras sentimos con más fuerza esa contradicción. Nos educaron en que podíamos ser lo que quisiéramos. De repente, teníamos una independencia económica, y de formación, que nos daba el estudiar, el trabajar, tener unas metas. Ese «si quieres, puedes», que a la vez ha hecho tanto daño...
—¿Cómo hemos cambiado?
—Hemos pasado de una madre abnegada, que podía sufrir porque en el fondo estaba callada, porque había cosas de las que no podía hablar, al modelo superwoman, que de repente tiene que querer poder con todo. La contradicción de la maternidad es mas fuerte en nosotras porque quieres ser la madre perfecta, pero a la vez seguir luchando por tus metas. En tus proyectos de crecimiento profesional, tus hijos pueden ser un obstáculo. Es la realidad. Para afrontarla, hay que desahogarse y ponerle un punto de humor a esa bipolaridad.
—Huele raro que hasta un 10 % de las españolas digan que no quieren ser madres. Hablas de esta como una «elección condicionada». Es probable que muchas de esas mujeres renuncien a ser madres por el lastre laboral...
—¿Hasta qué punto es el deseo de ser madre libre? Lo planteo tanto para aquellas que fuimos madres y no encontramos lo que esperábamos, porque creímos que la sociedad había evolucionado lo suficiente para que la maternidad no fuese nuestro gran techo de cristal... como así fue... hasta las mujeres que saben lo que hay y se les hace cuesta arriba enfrentarse a una realidad que saben que va a cambiar su realidad personal y laboral.
—¿Qué condiciona, sobre todo, hoy el instinto o el deseo de ser madre?
—En nuestros estudios se ve, ¿no? Siete de cada diez mujeres tendrían más hijos o hijas si contaran con más medidas de conciliación en situación económica estable. Esto es una realidad, no es una hipótesis. Claro que el deseo de ser madre está condicionado por lo laboral. Y luego, esa otra realidad: las mujeres retrasamos la edad maternal tanto que a veces, al final, hay una renuncia porque ya no se puede ser madre.
—Y empieza a contrarreloj un infierno de tratamientos, costosos además...
—Claro. Yo, cuando las madres me dicen que ellas han elegido renunciar a su carrera, les digo: «¿Tú habrías renunciado si contaras con redes formales de cuidados y un modelo laboral que no te penalizara?». A la vez, hago la pregunta a las mujeres que renuncian a ser madres: «¿Tú renunciarías a ser madre si no supusiera un freno tan grande en tu carrera?». Hay que cambiarlo. Está impactando en la salud de las mujeres.
—¿La pandemia fue la prueba del algodón que dejó al desnudo el multitarea de las madres?
—Cómo hemos sufrido las mujeres en la pandemia la falta de conciliación ha sido increíble. Nos han engañado con «el tiempo de calidad». ¿Qué tiempo de calidad? Necesitamos tiempo.
—Este libro es un desnudo personal y una denuncia social. Llama la atención la frase que te dijo una jefa: «Laura, esta no es una empresa para mamis y bebés».
—Sí... Y no solo eso, sino lo que vino después de esa frase. Fueron dos años muy duros. Necesitas contar las cosas para alejarte de ellas. Para mí, ha sido una catarsis, desprenderme de una experiencia que, a la vez, me ha dado la fuerza para luchar. Cuando lucho por políticas públicas que van a impactar sobre la empresa, sobre los empleados, sé lo que es, yo he trabajado por cuenta ajena, yo soy autónoma... Sé de lo que estoy hablando. No quiero hundir a las pequeñas empresas, al revés.
—El tejido empresarial español está hecho de pymes, grandes castigadas.
—Claro. ¿Sabes lo que es ser hoy en día autónoma, tener una pequeña tienda, o una pequeña asociación? Es muy dura la realidad para la pequeña empresa española.
—¿Qué necesitan, sobre todo, las pymes en España?
—Lo primero, cuotas de autónomos que sean, realmente, sostenibles y que dependan de tus ingresos, que esto en Francia se hace; que no nos ahoguen los seguros sociales de los empleados. Lo que no se puede hacer es compensar el sueldo mínimo con seguros que pagan las empresas. Para que una pyme pague 1.500 euros a un empleado, se está dejando mil de seguros sociales. ¡Y se les llena la boca hablando de los emprendedores en España! Ahora que están saliendo las ayudas europeas de los Next Generation, no sabes el desgaste que es pedir una. Te digo que para afrontar esos procesos, mucha gente se queda en el camino. Es importante señalar que hay empresas que están generando empleo, que tienen a mujeres de más de 45 años en su plantilla, que están haciendo todo lo posible para ser ejemplo. ¡No puede ser que todo sea para empresas de más de 250 empleados! En España, las pymes son el 95% del tejido empresarial.
—¿Ser madre y emprendedora es un oxímoron?
—Sí, pero a la vez te permite una flexibilidad... La flexibilidad es la clave.
—¿Las empresas españolas, en general, son poco flexibles?
—Poquísimo. ¿Por qué tienes que coger una reducción de jornada para llevar a tu hijo al colegio o recogerlo, qué sentido tiene? Con flexibilidad laboral y digitalización se puede evitar, en los puestos que lo permitan. Lo que no puede ser es que en octubre del 2020 salga una regulación del trabajo a distancia que no tiene en cuenta la sensibilidad ni la perspectiva de género. Hay que trabajar con flexibilidad, por objetivos.
—¿Es grande, realmente, el potencial laboral de una madre?
—¡Increíblemente grande! En mi equipo lo vi. Mari Carmen, una de mis compañeras, no era madre cuando empezó a trabajar conmigo y cuando lo fue le dio un crecimiento en productividad... Las madres somos capaces de hacer oro de un minuto. Sabemos aprovechar más el tiempo, aprendes a organizarte mejor. Son valores que deben premiarse.
—¿Ser madre es un valor laboral?
—Totalmente, es un plus, un valor para la empresa. He visto cómo aumenta la creatividad de las mujeres. Las madres son generadoras de cambio, lo he visto en mi equipo y en las mujeres que me rodean. Nos han engañado con un sistema productivo en el que todo parece hacer-hacer-hacer, en el que el trabajo reproductivo no tiene valor. Estamos en una rueda de la que hay que salir. Es tan surrealista la imagen desde fuera que hay hacia la maternidad. Para mí es importante que haya planes de reincorporación laboral y políticas de apoyo a la contratación de madres. Me parece fundamental que se premie a las empresas que apuestan por equipos donde hay madres y padres. Son un valor.
—¿La conciliación depende del color político del Gobierno?
—No. Yo nunca le he puesto color político a la lucha social. Llevo luchando desde hace siete años, cuando había otro Gobierno. Sí es verdad que me he sentido en un momento decepcionada con este Gobierno, que ha tenido a las familias abandonadas, pero este es un problema social, transversal. Esto exige Plan Nacional de Conciliación, un consenso de los partidos. El problema es que, en España, a todo se le pone una ideología y eso nos hacen no avanzar.
—¿Qué falso mito nos pesa más?
—El mito de la madre perfecta y la superwoman. Hay que romper con este nivel de autoexigencia de las madres.
—Tres hijas no son dos, ¿son mucho más que el tiple?
—¡Tres hijas son veinte! Con la tercera no tienes toda la parafernalia que tienes con la primera, pero es más carga. Ha sido una niña que ha venido en pandemia y nos ha unido mucho como familia. Ha sido una experiencia bonita.
—¿A qué has tenido que renunciar y a qué ya no renuncias?
—No renuncio a seguir luchando por que ninguna mujer tenga que dejar su carrera por ser madre, a luchar por una conciliación real. La gran renuncia fue la primera, tener que dejar mi trabajo.
—¿La maternidad te esclaviza?
—Ser madre te puede hacer más libre, pero hay que valorar la maternidad. Lo que se puede consentir es que, laboralmente, se nos haga vivir la maternidad como un obstáculo. Lo que no puedes mantener, siendo madre, son los mismos objetivos. La crianza es un trabajo, hay que premiarlo y liberarnos de «la madre que debemos ser». Como mujer, que el rol de madre no te aplaste.