
Gabi es habitual en A Coruña. Ella es de Madrid, pero desde pequeña veranea en la costa gallega. En los últimos años, sus amigos la han acompañado en sus vacaciones. «Siempre nos vamos con ganas de volver», afirman
29 jul 2023 . Actualizado a las 18:37 h.Alerta de altas temperaturas en casi toda España, excepto en Galicia. Cuando los españoles ven al meteorólogo en la televisión hablando del tiempo en estos días de verano, la gente de comunidades como Madrid, Andalucía o Murcia se derrite en sus sofás mirando con deseo la temperatura que marca el termómetro de la esquina a la izquierda del mapa. Los que pueden huyen de ese calor abrasador. Otros se conforman con el lujo de tener un ventilador instalado en sus casas y un polo de helado recién salido del congelador. En Galicia ese lujo viene de serie. A los gallegos siempre se les atribuye la lluvia y el mal tiempo, hasta que llega el período de vacaciones. De puertas para afuera, el clima del noroeste atlántico en verano es envidiado por toda la península.
Este grupo de jóvenes madrileños de entre 22 y 23 años presume en redes sociales de las ventajas de veranear en la costa atlántica. Sus amigos de Madrid, al ver las historias de Instagram que ellos publican, les responden con frases como: «¡Qué envidia!» u «Ojalá yo pudiera estar ahí». Los mensajes echan fuego, y de forma literal.
Gabi, Sergio, Ana, Ángela y María llegaron la semana pasada a A Coruña. Desde que pusieron un pie en Galicia no han parado quietos. «El viaje en bus fue matador, son ocho horas sentado, pero con el descuento del Verano Joven el billete nos salió por solo 5 euros», cuenta Sergio. «Sin duda, valió la pena y lo repetiríamos las veces que hiciera falta», le sigue Ana. Gabi fue la primera que les descubrió el norte. La familia paterna de la joven es de A Coruña; su madre, sin embargo, es venezolana, pero también sus tías de Venezuela viven aquí.
«Galicia es sinónimo de tranquilidad, buen comer y temperatura perfecta»
Estos amigos se conocieron en la universidad. Todos vienen de diferentes puntos de Madrid: de la Elipa, Getafe, Chamartín, etcétera. Pero si se trata de juntarse para pasarlo bien, se hacen las horas de transporte que hagan falta.
Sergio y Ana fueron los primeros que acompañaron a Gabi a una de sus escapadas a Galicia. De esto hace ya tres años. Desde entonces se ha convertido en una tradición a la que se le han sumado el resto de las amigas, María y Ángela. Cuentan que la idea surgió por las maravillas que contaba Gabi de sus temporadas en la costa gallega. En concreto, en La costa de la Muerte como lo llaman ellos, «por ahora».
LO QUE MÁS LES GUSTA
Los cinco amigos tienen claro que veranear en Galicia es un lujo. Y no lo dicen por decir, tienen sus motivos para pensarlo. En el caso de Gabi, la mayor patrocinadora del noroeste atlántico, está ya en ese punto en el que se plantea mudarse definitivamente a esta comunidad: «Si puedo, me quedo». Ella teletrabaja, así que lo tiene más fácil que sus amigos. «Me da igual lo que me ofrezcan de trabajo, si es para no marcharme», continúa.
El resto, por ahora, se tiene que conformar con venir una semana al año. No conocen Galicia en su plenitud, pero con lo que han visto no dudan en seguir los pasos de su amiga. Los veranos les son suficientes para valorar todo lo que les ofrece Galicia y su cultura. A ellos la calidad de vida es lo que más les llama, en comparación con Madrid. Aseguran que pasar las vacaciones en este entorno marítimo es sinónimo de «tranquilidad, buen comer y temperatura perfecta».
Así fue que Ana este año volvió a elegir Galicia para descansar en sus vacaciones. Ella es de las que piensan que la armonía que transmite Galicia es lo que más le atrae: «La gente aquí es muy amable y más atenta que en Madrid, de donde vengo es más habitual que te despachen cuando vas a una tienda o adonde sea». María, al igual que Ana, está de acuerdo con que los gallegos siempre te reciben bien: «Me gusta mucho la gente de aquí». La amabilidad y la atención de los gallegos a la gente de fuera es algo que llama a muchos turistas. Ya no solo se trata del «fresquito», que también influye, sino del buen trato que caracteriza a sus habitantes.

Sergio, por su parte, valora más la cercanía al mar: «Me quedo embobado mirando cómo las olas rompen en la orilla». Y Ángela ve esto como una oportunidad para escapar del calor agobiante que hay en otros puntos de España. Cuenta que ella también suele veranear en Cantabria y que esto le recuerda mucho al ambiente que se respira allí: «En Madrid, en verano, las calles se quedan desiertas». Sin embargo, a Ángela lo que más le gusta es que aquí la gente salga de casa para hacer vida social. «Los madrileños en estas fechas salen de sus cuevas solo para lo necesario. Las calles están, más bien, repletas de turistas o de gente de camino a trabajar. Mientras que aquí la gente se planta en las calles en busca de ocio o de una terraza, sea con la familia, con la pareja o con amigos», afirma Ángela.
Todos aseguran que siempre se van de Galicia con ganas de volver. Los paisajes y su gente les dejan con «un buen sabor de boca». «Aquí encuentras paz», asegura Sergio. Son muchos los adjetivos que definen A Coruña, y al resto de provincias que la rodean, como destinos idílicos para visitar. No se puede comparar Madrid con Galicia, son dos lugares muy diferentes y cada uno cuenta con sus privilegios, pero lo que sí está claro es que si lo que buscas es desconectar del meollo de la ciudad, lo mejor es escapar a la costa. «No está tan masificado como las grandes ciudades. No te sientes encerrado entre edificios, aquí siempre vas a estar cerca del mar por si quieres huir de las aglomeraciones y de la gente con prisas», asegura Ana.
LA COMIDA NO PODÍA FALTAR
A esto hay que añadir las facilidades que te brindan las ciudades pequeñas. «Valoramos también el poder ir andando a todos lados», asegura Sergio. «Aquí tienes la opción de ir caminando a todos los sitios, mientras que para los madrileños la palabra cerca supone unos 30 o 40 minutos en metro», prosigue María. De nuevo, Sergio hace hincapié en que esto sí que es calidad de vida: «Madrid es un estrés».
El tema de la comida y sus buenos precios ya lo dan por sentado. Para ellos, cualquier mínimo pincho que les sirvan les resulta mucho mejor y más accesible de lo que están acostumbrados. «Ayer un amigo tenía un par de horas de descanso en el trabajo para comer y se vino con nosotras. Bien porque aquí todo está más cerca, o porque la comida y el precio no le resultaba un problema, según lo que tenía planeado para su almuerzo», comenta Gabi.
Ahora el grupo está que no para. Van de una playa a otra, y de un restaurante a otro. El fin de semana se reservan para la fiesta. «Que también es insuperable», dicen al unísono. Estos amigos lo tienen claro, el año que viene se repite en Galicia.