Yolanda Domínguez, experta en comunicación igualitaria: «Las mujeres nos sentimos recompensadas repartiendo el dinero, y los hombres guardándoselo»

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Asegura con rotundidad que la maternidad va en detrimento de la vida familiar de las mujeres. «Nos penaliza tener hijos. Es un factor decisivo para aquellos empleadores que no tienen consciencia feminista», dice Yolanda Domínguez
17 mar 2024 . Actualizado a las 10:08 h.«Las mujeres hemos sido educadas creyendo que el tema del dinero les corresponde a los hombres», señala Yolanda Domínguez, autora de Las mujeres facturan, un libro donde esta experta en comunicación igualitaria identifica los bloqueos financieros que provienen de los estereotipos culturales y sugiere cómo cambiarlos. Dice que el reto pendiente es trabajar en la cultura para que esos derechos conquistados por las mujeres sean realmente efectivos, «porque muchos no son todavía reales».
—«Las mujeres facturan», toda una declaración de intenciones.
—Es una frase que descoloca mucho, porque no esperamos que una mujer diga abiertamente y públicamente que piensa hacer caja o que va a generar dinero. Es algo inusual, la cultura siempre asocia a las mujeres a un segundo plano, a un lugar de no pedir, a un lugar no profesional, porque también tiene algo que ver con lo profesional. Yo creo que despertó una especie de shock en el público.
—¿Qué despertó en ti?
—Eso que te comento, unido a que yo estoy en una fase, a partir de los 40, en la que te empiezas a plantear qué es lo que tienes, si te ha servido de algo seguir este mandato de género a rajatabla. Y también por lo que he escuchado a mi alrededor, vemos que profesionalmente o a nivel económico no nos ha ido tan bien como a nuestros compañeros. Me pongo a investigar, empezando por mí, y esto me lleva a hacer un análisis sociocultural de las mujeres y el dinero, a ver cuáles son esas trabas culturales que nos impiden que podamos tener dinero, y también qué significa el dinero, porque es un concepto asociado a estereotipos tradicionalmente negativos.
—¿Está feo hablar de dinero?
—No debería, de hecho, hace falta más formación a nivel financiero, porque el dinero es un elemento importantísimo en nuestra sociedad, y no entiendo por qué no podemos hablar de él con naturalidad. Entre las mujeres no solemos hablar de dinero, los únicos mensajes que recibimos es para gastarlo, pero nunca para generarlo, ni para ahorrarlo, ni para invertir, y eso es algo perjudicial. Si no hablamos de dinero, ni podemos negociar nuestros salarios, ni podemos pensar en dinero a largo plazo, ni en una inversión... Por ejemplo, lo que supone una pensión, que es algo de lo que nadie te habla durante toda tu vida; y, sin embargo, casi un tercio de tu vida tiene que ver con la pensión que vas a percibir y has generado.
—Te dice Marta Cabezas en el libro: «Me gusta el dinero y quiero tener más». ¿Algo que se piensa mucho y se dice poco?
—Sí. Creo que es una preocupación de todas las personas, pero es verdad que no lo manifestamos en alto ni cuando no lo tienes, ni cuando tienes mucho. Es como una especie de tema tabú, sobre todo, para las mujeres.
—¿Porque nos han educado en que el tema les corresponde a otros?
—Claro, claro, siempre todos los referentes que hemos tenido relacionados con el dinero han sido hombres, entonces para una mujer , colocarse en un lugar que no le corresponde, que está relacionado con las finanzas y el poder, —porque el dinero va asociado al poder—, puedes influir en las decisiones de muchas personas, puedes tener autonomía, libertad... Es un lugar que, tradicionalmente, culturalmente, no le corresponde a las mujeres, por lo que manifestar públicamente que tienes dinero o que quieres generarlo es ponerte en un lugar que no te corresponde, y te sientes insegura. Por otro lado, una mujer que sobresale o que factura, socialmente está asociada a la sospecha. ¿Qué habrá hecho para estar así?, ¿quién la habrá ayudado? Normalmente, se piensa que ella no es merecedora, sino que ha habido artimañas por detrás que han hecho que esté en un lugar que no le corresponde.
—Dices que es un hecho constatado que en el mismo puesto las mujeres cobran menos que los hombres.
—La brecha salarial es un concepto que engloba muchas causas, una de ellas, que por el mismo trabajo se les ofrezca menos dinero a las mujeres que a los hombres, pero también porque las mujeres ocupemos menos puestos directivos, o que hagamos reducciones de jornada para hacernos cargo de los cuidados.... Es un cómputo de muchos pequeños factores, y uno es que en algunas ocasiones se remunera menos a las mujeres, pero no es lo único. En el libro también expongo que nosotras nos conformamos con menos sueldos, pedimos menos aumentos o promociones.
—¿Por qué?
—Nos cuesta pedir, nos han educado en el dar, y además estamos esperando que nuestra retribución sea el amor, la generosidad. Culturalmente, hemos tenido muchos referentes de mujeres a las que se ha encumbrado por ser cuidadoras, por ser emocionales, por ser generosas. El altruismo de no esperar nada a cambio es algo que se ha asociado a las mujeres. Uno de los estudios que presento en el libro es un experimento que se hace con hombres y mujeres, y los investigadores se dan cuenta de que al darles una cantidad, cuando las mujeres comparten su dinero, su cerebro las recompensa, nos sentimos recompensadas, y a los hombres, cuando se lo guardan. Nosotras hemos aprendido que siendo generosas se nos va a premiar culturalmente, y buscamos constantemente esa sensación de recompensa.
—Sorprende cuando apuntas a la violencia económica como la tercera manifestación más común de la violencia de género.
—Es increíble, porque además es algo que no se percibe como tal. De hecho, al revés, normalmente se ve como «bueno, pero si está mantenida», «si es ella la que se está aprovechando». Hay hombres y mujeres que piensan que las mujeres son las beneficiadas de que los hombres salgan a trabajar, y ellas, supuestamente, no hagan nada. Cuando los cuidados y las tareas domésticas, el sostén emocional de una familia... todo eso es parte de un trabajo, es parte de la riqueza económica de un país. Culturalmente es una situación que perjudica a muchas mujeres, porque a través del dinero se ejerce un control sobre quienes dependen de ese dinero, es algo que es desconocido como violencia.
—¿Tenemos mismas oportunidades hombres y mujeres?
—No. Profesionalmente tenemos la idea de que un hombre es más capaz, más responsable, lo va a hacer mejor, y por lo tanto, se les suele promocionar antes. Un ejemplo, cuando se hace un congreso de personas expertas en alguna materia, normalmente nos quejamos de que no se cuenta con mujeres. Ni en congresos, ni en festivales, ni en premios... Echemos un vistazo a los Premios Nobel, y veremos la poca cantidad de mujeres que hay, y eso tiene que ver con la idea de que profesionalmente los hombres son más válidos. Y esa es una idea que hay que transformar, que eliminar, las mujeres somos igualmente válidas.
—¿En manos de quién está darnos más oportunidades, de los hombres o de otras mujeres?
—Hay de todo. Ante la ley hemos conseguido los mismos derechos, el por qué todavía esos derechos no son reales y efectivos es porque todavía nos falta trabajar en la cultura. En esos estereotipos que hacen que aunque una mujer tenga la opción de exigir un mayor salario, no lo exija, o ese empleador no se lo ofrezca, y eso es algo cultural. Necesitamos referentes en esos puestos de trabajo para que otras mujeres se vean en esos lugares, y que los hombres vean el tema de las cuotas; ya sé que hay mucha gente en contra, pero es una fórmula de estimular que la presencia femenina sea cada vez más normal en esos ámbitos, y en un momento dado ya surja de manera natural. En la cultura está la clave para que logremos una igualdad real y efectiva.
—¿Nuestra carrera profesional va en detrimento de la vida familiar?
—Por supuesto, a las mujeres nos penaliza tener hijos o hijas. En una entrevista de trabajo es un factor decisivo para aquellos empleadores que no tienen consciencia feminista. Una mujer con hijos es una mujer que no tiene una disponibilidad horaria ilimitada, que no puede viajar o quedarse después de una jornada de trabajo, de hacer networking... Hay muchos elementos que pasan factura a las mujeres que tienen hijos, y no tanto a los hombres que tienen hijos, porque no se espera que ellos se hagan cargo de los cuidados.
—Hablabas antes de lo que producía para una mujer repartir dinero... y dices que el 90 % de las mujeres eligen carreras de salud porque detrás hay un fin social, por los demás, para la gente...
—Tú piensas que vas a ser recompensada por ello, buscas ese fin social.... Y esto también nos perjudica socialmente, porque hay carreras tecnológicas, por ejemplo, que deciden los resultados de una búsqueda por internet o una tecnología como la IA, que está basada en una cultura distorsionada, llena de estereotipos, y en la que es necesaria que aparezcan mujeres. Son carreras que, aparentemente, parece que no tienen un fin social, pero es importante hacer ver que también son importantes socialmente. Y también que una mujer no necesariamente tiene que dedicarse a una carrera con fines sociales.
—¿En dónde urge más paridad?
—En la tecnología, son las carreras en las que menos presencia hay de mujeres. Y hoy todo pasa por la tecnología, todo; nuestras decisiones pasan por lo que vemos en internet, en redes... y necesitamos que esos algoritmos tengan también la perspectiva de mujeres.
—¿Jugar con Barbies es definitivo?
—No sé si definitivo, pero influye en la construcción de la identidad, por supuesto. Las que hemos jugado con Barbies hemos asumido que una mujer es valorada por su aspecto físico, por mucho que nos quieran vender que la muñeca es muy profesional. Ahora, el porcentaje de Barbies profesionales no sé si llega al 12-13 y, además han sido recientes, pero la mayoría de las Barbies sirven para cambiarles el vestuario, peinarlas, y ponerles muchos complementos. Claro que influye, tú te construyes con la idea de que se te va a valorar por los looks que llevas, por el cuerpo muy específico que tiene que cumplir unas medidas, prácticamente imposibles. Yo me alegro mucho de que en los últimos años la marca se haya abierto a otros tipos de cuerpos y haya incluido las profesiones en la muñeca, pero esto es algo bastante reciente.