Xosefa González, formadora de opositores con una tasa de éxito del 96%: «Sin mil horas de estudio nadie saca una plaza»

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Oscar Vázquez

La docente da las claves de estudio necesarias para convertirse en funcionario sin morir en el intento. «Sacar una oposición no es hipotecarse la vida, es organización», asegura

14 may 2024 . Actualizado a las 08:55 h.

Después de 30 años como opositora y diez convocatorias, a Xosefa Gallego pocos trucos de estudio se le escapan. Fue en el 2021, con 53 años, cuando por fin esta gallega, natural del municipio ourensano de Sarreaus, tomó posesión de su plaza en Madrid —en Tragsatec, el organismo de Tecnologías y Servicios Agrarios de la Administración General del Estado—, y se mudó con sus hijos rumbo a una nueva vida repleta de seguridad laboral y económica. Hoy es ella quien forma a los opositores en la Academia Postal de forma online, adonde este sábado regresó para impartir una clase presencial del Curso de memorización, organización y motivación de opositores que empezó en abril. «Su acrónimo es MOMO, como el libro de Michael Ende. Es curioso, porque la protagonista de este libro es una niña que lucha contra la gente que le roba el tiempo a los humanos. Yo soy la tortuga Casiopea aquí, voy a dar los destellos para que la gente valore su tiempo, que es lo más valioso que tenemos en esta vida», señala.

 —Después de 30 años como opositora regresas a tu academia, pero ahora la que forma eres tú.

—Me llamó la Academia Postal para ver si daba el temario de universidades, porque claro, yo he estado 14 años de mi vida en ellas, y algo sé. Dije que sí, porque era para hacer de forma online, y la verdad es que en estos tres años estoy perpleja con mis resultados, porque tengo un índice de aprobados del 96 %. Aunque también es verdad que tengo unos alumnos de lujo.

 —¿Has diseñado un curso para enseñarles a estudiar?

—Sí, lo diseñé porque dije: «No puede ser, estos chicos no saben estudiar». Les está costando, están hipotecando su vida. Hay algunos que estudian diez horas diarias y que el marido y los hijos no saben de su existencia, y hay madres que ya no están ni cocinando ni yendo con los hijos a nada, porque solo es estudiar, estudiar y estudiar. Y eso no puede ser. No te vale de nada sacar la plaza si por el camino has perdido a tu familia. Así que le dije a la academia: «Voy a hacer un curso para que los opositores puedan sacar la plaza sin morir en el intento». Y precisamente me dijeron que llevaban unos años pensando en cómo hacer esto.

Que nadie pretenda estudiar seguido más que lo que dura un partido de fútbol 

—¿Cuánto tiempo hay que estudiar para ser funcionario?

—Para estas oposiciones, que son para administración y gestión del Estado, hacen falta mil horas de estudio. Sin mil horas de estudio, nadie saca una plaza. Eso les asusta un poco, pero entonces les digo: «Sacad la calculadora, dividid las mil horas entre diez meses, porque dos meses del año vais a estar de vacaciones. Y luego, dividís entre los 20 días que vais a estudiar de lunes a viernes». Te dicen: «¡Xosefa, pero quedan cinco horas al día!». Y les digo: «Vale, ¿os parece posible?». Y ahí es cuando se vienen arriba y te dicen que claro que sí. Bueno, pues ahora se trata de organizar esas cinco horas.

 —¿Los fines de semana no se estudia?

—No, y nunca hay que superar las seis horas diarias. Me he pasado estos tres años leyendo estudios de universidades noruegas, de la de Cardiff, en el Reino Unido, la de Boston en Estados Unidos… Y todos concluyen que el cerebro necesita descansar para que la información que tú asimilas llegue a la memoria a largo plazo. Entonces, ¿el truco dónde está? Hay muchas técnicas, pero yo les recomiendo la del repaso espaciado. Es decir, una vez que yo ya me he estudiado el tema, lo he repasado y ya me lo sé, voy a repasarlo a los cuatro o cinco días, después a la semana, a las dos semanas, y después, cada mes o mes y medio. Y los test igual, son una herramienta muy buena para validar nuestros conocimientos, los resultados sobre lo que hemos estudiado, que en nuestro caso es legislación con mucho articulado.

 —Pero hay oposiciones que requieren más de mil horas, ¿no?

—Tenemos dos grupos de administración general del estado, el grupo A, que es el que requiere licenciatura o grado, y el C, que es el que requiere bachillerato. En ambos el temario es muy común, coincidente quizás en un 70 o un 75 %. Lo de estudiar ocho o diez horas al día de lunes a domingo es para una judicatura, o un mir, que ya ha estudiado Medicina, todo lo que va a ver le suena, sabe de qué va, y esa especialidad es su pasión.

—¿Qué pasos hay que seguir para sacar la plaza?

—Hay tres pilares básicos sobre los que se tienen que sustentar los opositores. Lo primero que hay que tener en cuenta es que tienes un temario muy extenso por delante. Entonces, es necesario dosificar y reservar tiempos para cada cosa. Para eso tenemos un módulo que es el de Organización, porque todos los temas no son igual de densos ni te van a llevar el mismo tiempo ni el mismo esfuerzo. Después, tienes que organizar tu horario. No es lo mismo una opositora con dos hijos, uno de ellos bebé, que duerme 5 o 6 horas seguidas de noche, y que además tenga que trabajar por las mañanas. Yo, cuando los míos eran bebés y preparaba la oposición para la Universidade de Vigo, me acostaba con ellos a las 9, me levantaba a las 4 de la mañana y desde ahí hasta las 8 que los levantaba, estudiaba cuatro horas. Esa era mi rutina. Hay que configurarse un horario para ver dónde tienes los huecos y la tranquilidad.

 —¿Y el espacio?

—Es muy importante que estés cómodo, a gusto y no tengas interferencias de ningún tipo. Menos es más. Si el poco tiempo que tienes estás a ful, al cien por cien, te va a cundir como a otra persona que está cinco horas pero a la que le entran mensajes o llamadas, o que tiene a su abuela trayéndole un té con galletas y diciéndole: «Toma, que llevas mucho tiempo ahí. ¿Cómo vas a estar así un año?». A veces, el peor enemigo lo tenemos en casa, en la gente que nos quiere. Si tienes distracciones, puedes estar 8 horas, pero te van a cundir dos de tiempo efectivo. Eso es lo que nos echan en cara los nórdicos.

 —¿El móvil fuera de la habitación?

—No necesariamente, depende de tu fuerza de voluntad. Si tienes la capacidad de dejarlo durante 3 horas en modo avión, de forma que puedas consultar alguna ley en internet pero que no entren mensajes ni llamadas, puedes tenerlo contigo. Pero si vas a estar mirando de vez en cuándo quién te escribió o te llamó, mejor dentro del bolso o en otra habitación silenciado.

 —¿Qué errores repiten más?

—El abuso personal es el número uno. Sacar una oposición no es hipotecarse la vida, es organización. Ni es solo apuntarse a una academia, pero tampoco es imposible. Hay gente que se cree que se la va a sacar por sentarse diez horas a estudiar todos los días. Y hay una cosa que es importante, que es la alternancia entre el trabajo y el descanso, y programar muy bien los descansos. Lo estudios científicos dicen que al cien por cien de tu capacidad intelectual solo puedes rendir 50 minutos, bajando hasta un 60 % aguantas 90 minutos. Que nadie pretenda estudiar más allá de lo que dura un partido de fútbol, porque de momento nuestro cerebro, con la capacidad que tiene, no da para más. A los 90 minutos, hay que levantarse e ir a pasear.

 —¿Y si no se puede porque el tiempo apremia?

—Si no es posible porque tenemos solo hora y media o dos para estudiar, hago dos cosas. Primero cambio de tema, que para el cerebro ya es un descanso. Si tampoco puedo hacerlo porque tengo que estudiar hoy sí o sí ese contenido, cuando voy por los 50 minutos paro, me busco en internet youtubers de ley de procedimiento administrativo, que los hay. Entonces, coges a esa persona que tiene un vídeo grabado justo con la parte de la ley con la que estás ahora y le prestas atención mientras te prepararas un café. Sigues estudiando la misma ley, pero ya no saturas al cerebro, porque has cambiado el soporte.

 —¿Cómo motivarse cuando no se consigue la plaza?

—Cuando tú vas a un examen y te quedas en listas, que cuando eso ocurre te van a llamar el primer año o el segundo, tienes que ceñirte a esa Administración y no estar en varias listas. Así vas a tener puntos para el concurso, y el temario ya lo dominas, porque ya lo aprobaste una vez. Lo que tienes que hacer es repasar hasta que salga la próxima convocatoria. Y eso es duro, a la gente le cuesta asimilar que va a estar de interina tres años y que durante ese tiempo va a tener que seguir estudiando cuatro horas a la semana como mínimo, que es el tiempo necesario para repasar y que no se te olviden los temas. No parece mucho a priori, pero hablamos de gente que cría un hijo, que atiende a un padre, y que igual va a trabajar de 8 a 15.

 —¿Cualquiera puede aprobar independientemente de sus circunstancias?

—Hay un clic, un resorte que, cuando se activa, en ese momento, ves que eres capaz de lo que te propongas. Salvo que se trate de una enfermedad, tuya o de un familiar. Tampoco podemos decir es posible bajo cualquier circunstancia.

 —¿El hecho de trabajar a la vez que estudiamos dilata mucho el tiempo de conseguir la plaza?

—Mi opinión va en contra de lo esperado. Hay un proverbio chino que dice: «Si tienes un proyecto y quieres que salga, encárgaselo a alguien muy ocupado». Es decir, cuando tú trabajas y además tienes familia, no te queda otra que organizarte. Cuando empiezas a hacerlo y ves que funciona, te das cuenta de que puedes organizar cualquier cosa. Cualquier cosa que no ocupe las 24 horas del día, porque además necesitas entre seis y ocho horas para dormir, dos para comer y alguna para dar un paseo, ir al gimnasio o lo que sea. Entonces, esto se le da mejor a la gente que ya tiene una familia que depende de ella y un trabajo. O que tiene a alguien dependiente o de quien cuidar.

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—¿Entonces hay una mayor tasa de éxito a partir de ciertas edades y no en los más jóvenes?

—Sí, rotundamente sí, y no es una cuestión de prepotencia. Estoy en una empresa de 6.100 trabajadores en Madrid. La gente joven nunca tiene tiempo para nada. Vienen a trabajar, como ellos dicen, sus horas. Y en la academia hacen igual. Ellos piensan que con pagar e ir a la academia las horas que tienen que ir, es suficiente. ¿Qué pasa? Que también hay que salir, porque eres joven. Yo lo veo en los centennials, que te cogen vacaciones tres o cuatro veces al año. Y se te van a Madagascar, a Vietnam, o a las Maldivas a bucear una semana, que igual les cuesta cuatro o seis mil euros, pero van y hacen sus fotos con los tiburones… Tienen una vida mucho más relajada, de disfrutar, y no tienen a nadie dependiente todavía de ellos. Todo lo que tienen que gestionar es su vida. Esa diferencia es muy marcada.

—¿Hay que pasar de los 35 años para encontrar más aprobados?

—Empieza a haber más éxito desde que la gente está centrada en tener su casa, un hijo o un ascenso laboral… en torno a los 40 años. La gente, cuando ronda los 40 años, empieza a darse cuenta de que tiene que organizar su vida con unos objetivos a largo plazo. Y la verdad es que también fue más o menos mi momento.