Rebeca y Miguel, uno más uno son cinco en esta familia enlazada con bebé sorpresa: «Hubo meses infernales, pero hoy los niños son felices, es la mejor recompensa»

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Rebeca y Miguel con sus hijos, Candela, Javi y Manu. Miguel se siente un segundo padre de los hijos que tuvo Rebeca de otra relación.
Rebeca y Miguel con sus hijos, Candela, Javi y Manu. Miguel se siente un segundo padre de los hijos que tuvo Rebeca de otra relación.

Miguel les dio a sus padres dos noticias en un día: que se iba a vivir con su novia y sus dos hijos, ¡y que esperaban un bebé juntos! El embarazo inesperado fue «lo mejor» que les pudo pasar, valoran tras seis meses de crianza del pequeño Manu en la familia ensamblada que forman desde hace un año. «El bebé es una 'persona pegamento'. Nos ha unido a todos», asegura la madre. Así han creado, y refuerzan, sus lazos

09 jun 2024 . Actualizado a las 10:51 h.

El amor es como un globo que cada vez se hincha más, si es que hay voluntad, trabajo y un pellizquito de suerte. Así lo ve Rebeca, que al poco tiempo de emprender en Madrid su vida de mujer separada con dos niños pequeños (Candela, de 6 años, y Javi, de 3), empezó a salir con Miguel, compañero de trabajo, que también había pasado por el trago amargo de cerrar una relación. Lo suyo fue un enamorarse que muy pronto se notó por fuera. Rebeca se quedó embarazada a los pocos meses de empezar juntos. El detalle no estaba en el guion. «El embarazo no fue buscado. Hubo un momento en el que pensamos si seguir adelante», revela Rebeca. Y añade Miguel: «Fue todo muy rápido. No llevábamos ni un año saliendo... Nos daba mucho vértigo, sobre todo, de puertas para fuera, la reacción que pudieran tener las familias o cómo se lo iban a tomar mis hijos», comenta Rebeca.

La convivencia de Miguel y Rebeca, con los dos hijos de ella, era ya un gran cambio que afrontar, un desafío importante para los cuatro. ¿Cómo podía complicarlo todo un bebé? Iba a ser al revés, aunque sus padres no pudieran imaginarlo. El pequeño Manu iba a llegar como «el pegamento» de esta familia enlazada (también llamada ensamblada, que es la que se forma con la unión de una pareja en la que uno o los dos miembros de la pareja aporta hijos de una relación anterior).

Miguel y Rebeca trabajaron juntos ocho años antes de convertirse en pareja. Cuando empezaron a conocerse más allá de lo laboral, los niños de ella no supusieron un obstáculo para él. «Nunca me importó que Rebe tuviera niños, ni pensé que pudiera limitarme. Será que la idea de tener una familia siempre me había atraído», dice Miguel.

Para Rebeca no era tan fácil. Con dos niños nunca se parte de cero, no es igual ser una que ser tres. «Me daba vértigo, sobre todo por los demás —admite ella—, pero llegó un momento en que nos dijimos que teníamos que dejar de pensar en los demás y centrarnos en nosotros. Los dos tuvimos claro que queríamos seguir adelante y tener al niño. Y fue la mejor decisión», no duda la pareja. Porque hoy su pequeño Manu es una alegría suprema, que, más que estrechar, pone a bailar los lazos de la familia que forman los cinco.

En cuanto Rebeca supo que Manuel estaba en camino, todo se aceleró. A los tres meses de embarazo, Miguel se mudó a su casa. «Ha sido duro, ‘duro’ entre comillas, pero también divertido», valora ella. «Muchas veces ponemos de excusa a los niños, y ellos lo ponen fácil. Si les das cariño, amor, ellos te lo van a devolver en amor, siendo niños felices», dice Miguel.

La idea-losa de «por mis hijos aguanto lo que sea» pasó por la cabeza de Rebeca antes de su separación, como pasa por la de muchas que temen que, con la ruptura de una pareja, se rompa la familia. «Yo creo que ese pensamiento y ese miedo es algo que tenemos sobre todo las madres —opina Rebeca—. Pero en un momento determinado me di cuenta de que no quería que mis hijos aprendieran que en una pareja no hay cariño. Y dije: ‘Prefiero tambalearnos todos. Porque hay circunstancias a las que tienes que hacer frente’. Pasamos unos meses muy complicados, los niños también lo manifestaron así, pero yo les veo ahora con Miguel y el amor se multiplica. Para ellos, tener un hermanito y disfrutar de los momentos que vivimos ahora todos juntos, ¡aunque haya alguno en que quieres pegarte un tiro!, es un regalo enorme. Me parece que este es un regalo que les he hecho a ellos».

«El cambio fue radical. Yo pasé de ser yo, yo y yo a tener que amoldarme a un sistema familiar complejo. Tú das el 200 % y los niños a veces solo el 25 %, perom ellos te enseñan muchísimo»

MÁS QUE «EL TÍO GUAY»

El estado civil de Miguel es «divorciado». Divorciado, novio de Rebeca, papá de Manuel y pilar de una familia enlazada. «La forma es compleja», sonríe Miguel, que valora la situación actual como «un momento dulce».

«Yo era una persona independiente —repasa Miguel—. Date cuenta de que yo no tenía hijos, me divorcié de mi exmujer y era yo, yo y yo. Para mí, lo más duro fue amoldarme a un sistema de vida familiar que ahora amo, que hoy me encanta. Ahora los niños me tienen cariño, me ven y se alegran mucho. Tú eres un adulto que está dando el 200% y los niños son niños. A veces la correspondencia no es de un 200??%, es un 25 %, sobre todo al principio. Es verdad que esos momentos son duros, pero al final tienen su recompensa», explica Miguel, que se estrenó como padre a la vez que como «el tío guay» de los hijos de Rebeca. Fue el consejo profesional que le dieron: no quieras suplantar al padre, tienes que ser como el tío guay, que los acompaña, que juega, pero que en ciertas decisiones se debe quedar al margen».

Él no se quedó contento en el papel de «tío»: «No me considero un tío guay, sería despegado y no me siento así. Yo diría que soy más como un segundo padre, no porque esté de segundo en el ránking, sino porque para mí son los tres mis hijos. Yo a mi hijo pequeño lo trato igual que a Candela y a Javi. Solo que en cosas no tengo voz, no puedo decidir porque no soy su padre».

Cuando Rebeca les pregunta a sus hijos qué es para ellos Miguel, los niños dicen: «Amigo». «Los trata igual a los tres, pero en la parte de regañar Miguel da un paso atrás. En todo lo demás, está. Alguna vez en todo este año pensé: ‘Tiene que estar hasta las pelotas’, pero él me dijo: ‘Han sido los meses más felices de mi vida’. Me emocionó», revela Rebeca.

Es grande lo que Miguel creció como persona gracias a sus chicos: «Te enseñan ellos más que tú a ellos. Lo que aprendí yo en un año ha sido brutal. Los niños te sacan de quicio a veces, pero te enseñan muchísimas cosas. Hay que cambiar esa mentalidad del adulto que está inculcando lo que cree que se debe hacer, y hay que ponerse en actitud de aprender. Mi globo de amor, como dice Rebe, ha crecido y sigue creciendo muchísimo con ellos».

¿Familia enlazada, familia ensamblada, familia reconstituida? «Nosotros no le ponemos adjetivo. Somos una familia», coinciden Miguel y Rebeca.

Rebeca ha solicitado ser familia numerosa con sus tres hijos. El hecho de no estar casada con Miguel no le permite que se le aplique a él esta consideración [el Supremo equiparó en este sentido a las parejas de hecho con los matrimonios en una sentencia del 2023].

La ley va unos pasitos por detrás de las familias enlazadas, que sí pueden tener el título de familia numerosa de acuerdo con la ley 40/2003 de Protección a las Familias Numerosas. Las parejas han de cumplir previamente un par de años de convivencia salvo que tengan un hijo en común, estén casadas o constituidas como pareja de hecho. Y ningún hijo debe estar inscrito previamente en otro título de familia numerosa. El título de familia numerosa es compatible con el de familia monoparental.

«Hoy, los niños están bien. Hace poco coincidimos en un cumpleaños con el padre. Y hay cordialidad. Si pones a los niños en el centro, no es tan difícil»

Con el padre de sus dos hijos mayores, Rebeca ha llegado a un acuerdo «de custodia semicompartida». «Hoy, los niños están bien. Hace poco coincidimos en un cumpleaños con el padre. Y cordialidad. Si pones a los niños en el centro, no es tan difícil. Yo a ellos les hablo con naturalidad de su padre y a Miguel me refiero como ‘mi novio’. Sin pelos en la lengua, comunicación clara, es lo mejor», dice Rebeca.

Para Miguel lo que prima son también las necesidades de los tres reyes de la casa. «Cuando no sé qué es lo correcto, pienso en ellos. Y si ellos lo que quieren es que vaya a su cumpleaños, me da igual que esté el exmarido de Rebe que el rey de España», comenta él.

Han pasado «por peleas y abogados, por meses infernales», y han intentado siempre «que los niños no se sintieran culpables de nada». Tras la tempestad, la calma, la felicidad. «Hoy mis hijos están felices, llegar aquí no ha sido fácil, pero su felicidad es la mejor recompensa», recalca Rebeca haciendo balance de un año en el que ha trabajado, codo a codo, con Miguel «en su engranaje familiar para llegar al punto dulce» en el que están, donde el miedo de Miguel por decirles a sus padres, todo en una, «salgo con una chica que tiene dos hijos y estamos esperando un bebé» es un recuerdo. Porque los abuelos de Candela, Javi y Manu, son felices viendo crecer a sus chicos. «Para mis padres, que son muy tradicionales, son sus nietos los tres. Es algo que a mí me emociona mucho ver», concluye Miguel, que pasó de ser 1 a tener un equipo de 5 por amor.

Tres claves para construir una familia enlazada

1. Los roles muy claros. No hay que suplantar el rol del padre o de la madre. Ser madrastra o padrastro es otra cosa, ellos deben crear el vínculo desde otro lugar. Para que la familia funcione es indispensable la comunicación clara, el respeto y que cada miembro de la familia tenga claro su papel.

2. Respeto a los ex. Las exparejas han de ser tenidas en cuenta, son parte de esa familia extensa que hay que considerar para que los niños no carguen con el peso de los problemas, dolores y heridas de los adultos.

3. No es un pack familiar ni un «todos a una siempre». Cada miembro de la familia (niños y adultos) debe ser escuchado y tener sus momentos de exclusividad.

  • Son recomendaciones de los fundadores de Creada, espacio terapéutico de referencia en España en divorcio y separación consciente, y creación de familias enlazadas