Navor Pereira, podólogo: «Caminar con bailarinas es peor que ir descalzo»

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Santi M. Amil

Defiende que los niños deberían aprender a caminar descalzos, y que, por lo tanto, «los primeros zapatos no deberían existir», y en plena temporada de playa advierte: «Una chancla es apta si puedes escapar corriendo de un león»

03 jul 2024 . Actualizado a las 09:24 h.

Navor Pereira (Lausana, Suiza, 1985) tiene la cabeza en los pies. Piensa en lo mejor para nuestras extremidades, por eso, nos advierte de que con los tacones es mejor tener distancia. Aunque si no queda otro remedio, señala que hay que prestar atención a la anchura y al cambrillón, una pieza rígida que suele ir en la zona media del pie. «No hay una altura recomendada, ni un tiempo máximo, pero en el momento en el que los pies nos empiezan a avisar, y sentimos molestias, lo mejor es quitarlos», advierte este podólogo, que pasa consulta en la clínica Podogal, en Ourense.

 —¿Cuáles son los efectos a largo plazo del uso de tacones?

—Habitualmente, deformidades digitales, por ejemplo, dedos en garra, el conocido juanete, y el que ahora está tan de moda, el neuroma de Morton... Esto se produce porque el pie está en una especie de cuesta abajo, todo el peso se localiza en la parte anterior de este, y se comprime. Ya no suele haber mucho espacio en la parte digital, pero con los tacones todo ese peso se traslada para delante y disminuye aún más. Además de esto, el peso del pie, que normalmente debe recaer sobre el calcáneo, con los tacones, recae en la parte anterior, y eso produce los habituales dolores de cuando usamos tacones en una ceremonia. Este dolor en vez de ser puntual, puede ser crónico.

 —¿El dolor de pies?

—El típico dolor, de las articulaciones metarsofalángicas, de cuando te pones un tacón y llevas dos horas y te duele... pues puede convertirse en crónico con el uso continuado. Además, el uso de tacones produce un acortamiento de la musculatura posterior de las piernas, y a nivel corporal, en general, lo que suele producir es un aumento de las curvaturas en la columna vertebral, que puede incrementar los dolores lumbares, dorsales, incluso cervicales. Al cambiar el centro de gravedad lo que hace es una marcha que no se corresponde con la realidad, y si eso persiste en el tiempo, junto con el acortamiento muscular, genera una marcha patológica.

 —¿Hay tacones más seguros o menos dañinos para los pies?

—Esto es como si existe el tabaco bueno y el malo. No existe un tacón bueno. Sí que es verdad que a la hora de escoger es mejor un tacón que dé más estabilidad, que sea un poquito más ancho. El calzado con tacón es inestable por naturaleza, las personas que los utilizan tienen que ir todo el rato estabilizándose. De hecho, los esguinces son más habituales con el uso de tacones. El menos malo es el que es más ancho, y cuanta más altura, peor para nosotros.

 —¿No hay una altura recomendada?

—No. A pesar de que históricamente se hablaba de cuatro centímetros, el tacón en sí no es recomendable. Cuanta menos altura podamos poner, mejor. Es verdad, que en estas épocas por etiqueta, a veces, hay que usar tacones, y no va a pasar nada, más allá de esa molestia puntual.

 —Y en esos eventos a los que haces referencia, ¿hay un tiempo máximo que no deberíamos pasar para estar con una altura elevada?

—El que toleres. Hay personas que los llevan 12 horas y no les duele nada, también por costumbre. Si habitualmente caminan con ellos, su musculatura está más adaptada, y los toleran mejor.

 —Aunque no duelan los pies, ¿hacen daño igual?

—Sí, claro, desde el minuto uno. No existe ninguna altura recomendada y realmente el mejor tiempo es ninguno, pero dentro de eso, cuando nuestros pies nos empiezan a avisar sería un buen momento para retirarlos, porque ya existe un daño orgánico y el tejido se está quejando.

—¿Qué nos debe alertar de que es mejor quitarlos?

—El más habitual es el dolor debajo de las cabezas metatarsales, dolor en la parte anterior del pie.

 —Y el día que tengamos que llevarlos, ¿debemos hacer estiramientos o algo después para aliviar ese dolor?

—Más que una tabla de ejercicios, lo que sí es aconsejable, una vez que los sacamos, es aplicar un poco de crema hidratante en los pies y aprovechar para moverlos. Hay que pensar que ese pie viene de estar apretado durante muchas horas, entonces se trata de recuperar un poquito esa movilidad tanto del tobillo como de los dedos y del medio pie. Muchas veces también recomendamos caminar durante un ratito descalzo para que el pie recupere su función normal.

 —¿Cómo se pueden prevenir las deformaciones de las que hablabas: juanetes, callos...?

—Llevando tacones es un peaje que hay que pagar. No existe una prevención para que no ocurra, si los llevas menos tiempo, es más difícil que tengas problemas... Es como cuando fumas, puedes tener más probabilidades de tener cáncer de pulmón, efectivamente, pero no existe una manera de prevenirlo directamente.

 —¿Hay algún material o alguna característica en la que fijarse para asegurar un mejor soporte o mayor comodidad?

—Dentro del mundo de los tacones los hay de más y de menos calidad. Algo que recomendamos es fijarse en el cambrillón (una pieza rígida que va dentro de la suela en la zona del medio pie). Si ves a una persona caminando desde atrás, y el tacón se dobla para todos los lados, es que es muy malo... Ahí no hay un cambrillón. Siempre aconsejamos comprar calzado en marcas de calzado y no de ropa, y hacer caso a la frase de que lo barato sale caro. Los zapatos excesivamente baratos van a ser de mala calidad, van a ser mucho más inestables.

 —¿La plataforma que tienen algunos delante ayuda?

A priori, no. Es verdad que lo que nos afecta es la diferencia de altura entre la parte anterior y la posterior, es decir, no es lo mismo tener un zapato con la parte delantera fina y 10 centímetros de tacón que tener tres centímetros de plataforma y diez de tacón, porque realmente estamos llevando siete de tacón. Realmente es menos, pero si es dura, como suelen ser, no nos proporciona una gran ventaja.

 —No hay altura, no hay tiempo... ¿Pero con qué frecuencia es seguro usarlos sin aumentar el riesgo?

—De manera puntual, si es entre semana, si tienes que ir a un acto, usarlos una, dos o tres horas... No existe un tiempo recomendado que la ciencia nos diga: «Si los llevas hasta aquí, tienes poco riesgo de tener problemas». Hay personas con mayor predisposición, por genética, por anatomía o por otras patologías..., pero cuanto menos, mejor. Y si hay que llevarlos, pues con alegría... Sobre todo, no hay que estrenar zapatos de tacón en días que sepamos que los vamos a llevar durante horas.

 —¿Es recomendable usar esas almohadillas de gel?

—No proporcionan una gran ventaja, de hecho, todo el mundo que las utiliza suele decir que al cabo de una hora o dos horas realmente es como si no tuviesen nada. Ofrecen una sensación de confort, pero es un tema subjetivo, realmente no proporcionan una ventaja terapéutica.

—¿Qué es lo mejor para el dolor de pies?

—Cuando nos duelen los pies es porque se está generando un daño tisular, una pequeña inflamación local. ¿Qué suele ir bien? Realmente todos los tratamientos antiinflamatorios. Es verdad que antes de un ibuprofeno te voy a recomendar unos baños de contraste: intercalar agua fría y caliente, porque eso genera un proceso antiinflamatorio natural, y si el dolor es grande, se puede tomar vía oral como con cualquier otro dolor del cuerpo, y si persiste, hay que consultar.

 —¿Es cierto que tan malo es ir en tacones como en plano?

—No, no es cierto. Llevar tacón cero no es malo. Lo malo es que algunos zapatos totalmente lisos transforman los pies. Por ejemplo, una bailarina es peor que caminar descalzo, porque es un zapato muy escotado, que hace que nuestro pie, de manera inconsciente, tenga que hacer fuerza para que no se nos escape, y eso genera también dedos en garra y otras deformidades. Hay ciertos zapatos planos que también tienen sus inconvenientes, pero desde luego es menos insano ir en plano que ir en tacones.

 —¿No es verdad que con los planos del todo hay más riesgo de juanetes?

—Aunque es algo que se dijo durante años, no existe evidencia científica. El ser humano nace descalzo, partimos de esa base, nadie nace con un centímetro de tacón. De hecho las tribus nómadas que todavía se desplazan y caminan descalzas, tienen menos deformidades en los pies que las personas que nos calzamos.

 —Sería mejor ir descalzos por la calle, si pudiéramos...

—Como sociedad nos calzamos por varios motivos, además de la estética y por un tema social, para protegernos de las heridas. Si bien es verdad que una persona que lleva toda la vida usando tacón, aunque sean tres o cuatro centímetros, no puede pasar a un plano directamente, porque el cuerpo ha hecho una adaptación, se han acortado ciertos músculos, ciertas articulaciones no funcionan como debieran, y puede generar molestias. De hecho, ahora el calzado infantil recomendado es absolutamente plano, ya no ponemos un centímetro porque no lo necesitamos.

 —Hay muchos focos puestos en el calzado infantil. ¿Nos estamos obsesionando un poco o es necesario?

—Obviamente, tiene que ser un calzado respetuoso con los pies de los niños. Los primeros zapatos tienen que llegar tarde, el niño debe aprender a caminar descalzo. Es decir, los primeros zapatos no deberían existir, los que llaman de primeros pasos, porque deben hacerse descalzos.

 —Y a la hora de comprarlos, ¿hay que dejar un centímetro de más?

—Un centímetro es mucho, realmente en los niños se debe comprar su talla con calcetín puesto, igual que los adultos. Por la tarde, que es cuando el pie está más hinchado, es cuando deberíamos probarnos el calzado. En los adultos siempre se peca de usar una talla más por los dedos, pero en los niños hay que usar lo que marque el tallímetro.

 —¿Sin dejar un pelín de margen con lo rápido que crecen?

—Aunque se haga, no se debe, porque en un zapato grande el pie se desplaza dentro.

 —Entre grande y a ras... hay un margen.

—Pero un centímetro en 12 centímetros es casi un 10?%, es mucho en un pie tan pequeño.

 —¿Entre las chanclas de meter el dedo y las que van todos juntos?

—Dedos juntos. Las de meter el dedo generan una serie de enfermedades en el pie que no son lo más conveniente, pero como todo, con sentido. Si voy de la toalla a la piscina, me sirve. No le voy a decir a nadie que no se las ponga, pero para llevar muchas horas deben proporcionar buena sujeción. Yo siempre les digo a los pacientes que una chancla es apta si puedes escapar corriendo de un león.

 —¿Por casa lo mejor es ir descalzo?

—Sí, sí, darle trabajo a nuestros pies. En casa descalzos o con calcetines.