Touraine, la joya del Valle del Loira

YES

CASTILLOS, HISTORIA, BODEGAS... Tierra de reyes y de reinas como Ana de Bretaña. Por aquí pasaron Leonardo da Vinci y Juana de Arco, y en Tours está la tumba de San Martín. Fortalezas hechas de siglos y de belleza, un territorio a descubrir

04 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Estos días de un junio que ya se acaba, el viaje por carretera desde Nantes hacia el departamento (provincia) de Indre y Loira, en la región Centro-Valle de Loira de Francia, parece una sucesión de cuadros: enormes campos de cereal, sobre todo, trigo y cebada; bosques casi a escuadra, árboles que delimitan paralelamente carreteras secundarias, y amapolas. Una campiña que invita a la tranquilidad, a paseos tranquilos en un amplio territorio sembrado de historia. Es la antesala de una parte del Valle del Loira, la Touraine, a veces denominada Turena en su adaptación al español, y cuyo territorio es prácticamente coincidente con Indre y Loira. Tanto, que a menudo se prefiere su denominación histórica en este gran espacio situado más o menos a medio camino entre París (otra buena vía de llegada) y Nantes. Loira es sinónimo de grandes castillos, y desde luego aquí los hay, lo mismo que viñedos, excelente gastronomía, múltiples opciones vacacionales para darse caprichos que podrían considerarse históricos. 

 

SANTI GARRIDO

¿Por dónde empezar? La ciudadela medieval y renacentista de Loches es un buen punto de arranque. Su almendra interior es, para algunos, una pequeña Carcasona. Tuvo un papel defensivo muy importante en la ruta que unía París con el norte de España, y se percibe un pasado glorioso en un lugar que ahora tiene 7.500 habitantes, que cuidan muy bien de su patrimonio. El castillo y la torre del homenaje (siglo XI) son las grandes joyas en una colina ya ocupada hace al menos cuatro mil años. Por aquí anduvieron y vivieron uno cuantos reyes, especialmente Carlos VII (y su amante Agnes Sorel). El paso de Juana de Arco se recuerda especialmente. No lejos, también estuvo Leonardo da Vinci. Y, especialmente, Ana de Bretaña, la gran dama de Francia. Estos espacios fortificados, además de exposiciones permanentes, incluyen otras temporales. Las entradas, como en más ciudades francesas, tienen descuento, si se compran en las oficinas de turismo.

A 17 kilómetros se encuentra Montrésor (300 habitantes). Mi tesoro, así se llama: lo es. Uno de los pueblos más bonitos de Francia, por supuesto con castillo medieval y una curiosa unión con Polonia gracias a la restauración afrontada por un conde de ese país. Ojo a las casas trogloditas.

SANTI GARRIDO

A unos 20 kilómetros, siguiendo una ruta muy cómoda, hay que parar en Chédigny (560 vecinos). Hace un cuarto de siglo, el alcalde decidió inundar el pueblo con flores, y hay más de mil rosales de variedades, y más de cinco mil plantas perennes. Curiosa es la huerta del cura con tilo centenario. Reciben 120.000 visitantes al año, 40 personas viven de este turismo sostenible y se considera a este pueblo Jardín Notable de Francia.

En el Loira hay que ver (también) viñedos. Una opción de tres en uno puede ver la bodega y cervecería de La Rodaie, en Saint Nicolas de Bourgueil. Ahí suman ya cinco generaciones dedicadas a la viticultura, experiencia de la que se puede aprender mucho en la visita guiada. También de cerveza artesanal, de cebada, con la marca Farmer, y en breve también whisky.

Langeais, por proximidad, debe ser la siguiente parada. Por supuesto, con castillo impresionante. Fue residencia real, y tiene una colección de muebles y tapices que permiten entender mejor cómo vivían los que mejor vivían. Aquí se casaron en secreto Carlos VIII y Ana de Bretaña, y este ducado entró así en la corona francesa.

SANTI GARRIDO

De camino a Tours, si es por la tarde y el cielo está claro, nada como un paseo en barco por el Loira, por ejemplo, hasta la antigua abadía de Marmoutier, tomando un aperitivo en plena singladura. El río impresiona, y en algunos tramos se aprecia su fuerza, y en otros se intuye que una buena parte de la historia de Francia se desarrolló por estas aguas. La ribera próxima al embarcadero, por cierto, es una zona muy concurrida para pasear y tomar algo.

Tours requiere visita con calma y, si es posible, algo de tiempo. Entre otros títulos, tiene los de Ciudad de Arte e Historia y Ciudad Capital de la Gastronomía. Por tener, posee incluso dos zonas viejas, separadas ahora por una enorme línea de tranvía. A un lado, la catedral de Saint-Gatien, con la egregia figura de San Martín en el pórtico. Como anécdota (una de tantas) el elefante disecado en una plaza lateral, al lado de un majestuoso cedro del Líbano centenario. Pero el santo Martín, que era húngaro y que terminó, muy mayor, sus días en esta ciudad, está enterrado (fue su cuarta sepultura, por mucho menos se han hecho grandes novelas) en la otra zona antigua, en una basílica reconstruida y muy visitada. Este santo del siglo IV está muy presente en toda Francia, como también lo está en Galicia, y no solo para festejarlo el 11 de noviembre (basta ver la catedral de Ourense).

SANTI GARRIDO

Tours es una ciudad universitaria, llena de vida. De edificios medievales, casas con entramados. Meta del Camino de San Martín y una vía de salida al de Santiago. En la bulliciosa plaza de Plumereau, llena de terrazas y turistas, viene a la cabeza la cantante Zaz, que empezó a cantar en estas calles, pero también puede venir el escritor local Balzac. O Carlomagno: su esposa está enterrada a unos metros de donde está San Martín.

A 16 kilómetros de Tours se encuentra el magnífico castillo de Villandry, en este caso el último de los grandes edificados en el Renacimiento en el valle del Loira. Sus inmensos jardines apasionarán a los amigos de las fotos para Instagram. Y a los demás, también. No solo flores, porque la huerta forma parte del conjunto. Lo mismo que la historia del extremeño Joaquín Carballo, el responsable de devolverle la vida.  

De utilidad

Siempre es importante asesorarse en las webs oficiales de turismo, como www.loira-atlantico.com, www.tours-tourisme.fr o www.loches-valdeloire.com, citeroyaleloches.fr. Para alojarse, un viaje a una zona tan llena de historia bien merece el esfuerzo de hacerlo en lugares que también la tienen. El castillo de Charnizay puede ser un buen punto de partida, lo mismo que el Domaine de la Trigaliere. En ambos casos, rodeados de bosques privados y muchas opciones de disfrute. El Château de Rochecotte es de los que no se olvidan (para muy bien). En Tours no hay que dejar de probar las guinguettes al lado del río, y comer en la plaza de Plumereau.