La primera niña probeta de España cumple 40 años: «Hice una preservación de óvulos a los 34. Me gustaría ser madre»

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Victoria Anna Perea nació el 12 de julio de 1984 en el Dexeus Mujer de Barcelona. Pesó 2,470 kilos y el parto fue por cesárea. «Fue muy emotivo, acabamos todos llorando de alegría», dice el doctor Pedro Barri, que lideró este hito

23 jul 2024 . Actualizado a las 13:48 h.

Afortunadamente la fecundación in vitro está muy instaurada en nuestro país. Pero hace 40 años no era así, parecía ciencia ficción. Hasta que el 12 de julio de 1984 nació el primer bebé probeta de España y América Latina. Pesó 2,470 kilos y se llamó Victoria, como no podía ser de otro modo. «A mis padres ya les gustaba el nombre. Pero claro, también fue un triunfo. Así que su significado era perfecto», cuenta quien fue casi un bebé milagro en la época y que acaba de cumplir ahora 40 años. Su segundo nombre es Anna, en honor a la doctora y bióloga Anna Veiga, que participó en esta hazaña pionera junto con Pedro Barri y Gloria Calderón. Ese fue el trío del éxito en el Dexeus Mujer de Barcelona. «En casa siempre se vivió todo con mucha naturalidad. Sí que hay momentos señalados como el día de mi cumple. De alguna manera vemos el impacto que tiene. Pero el día a día siempre fue muy normal. Aunque recuerdo de pequeña ver a la prensa en mi casa. Me trataban superbién y era como una fiesta, así que me gustaba. Pero sin más», cuenta esta joven de Badalona que es todo un hito para la ciencia de este país.

«Mis padres no se sentaron para contármelo como si fuera un hecho trascendental, sino que desde que tengo memoria siempre me decían que había nacido de una manera especial. Luego, yo fui añadiendo información a la historia para ir entendiéndolo mejor», relata ella, mientras explica que aún le choca cómo se referían a su caso cuando ve algún recorte de entonces: «En una distinción del Ayuntamiento de mi ciudad, donde le regalaban a mis padres un detalle, ponía: ‘Fruto del experimento...‘ La terminología era como de ciencia ficción».

Hacer lo necesario

«La madre —Dolors Sánchez— tenía entonces 36 años, que para aquel momento era una edad bastante avanzada. Hoy no lo sería tanto. Pero en aquella época sí. Tanto ella como su marido, Ricard, que falleció hace dos años, fueron una pareja muy valiente. Ellos ya habían perdido un hijo. Dolors había tenido un embarazo y el niño murió antes de nacer. Entonces, a partir de ahí, ella tuvo un problema en sus trompas y no se pudo quedar embarazada. Pero habían tomado la decisión de hacer todo lo que fuera necesario para conseguir este embarazo y, afortunadamente, lo consiguieron al primer intento», explica Pedro Barri, presidente de la Fundación Dexeus Mujer, en aquel momento jefe del servicio de reproducción.

«Mi madre ya había hecho los deberes mucho antes, porque como no podía quedarse embarazada seguía con mucho interés la actualidad científica y siempre estaba al día de los avances que había. Vio el caso de la inglesa Louise Brown (1978), que fue la primera en el mundo, y se informó muchísimo. Entonces, cuando los médicos se lo propusieron, ella ya sabía de qué iba», cuenta Victoria, que también reconoce que sus padres nunca tuvieron dudas: «Había mucha incertidumbre, porque era la primera vez. Pero mi madre siempre tuvo la certeza de que iría bien y estaba tranquila. De hecho, los médicos me dijeron que eran mis padres los que los animaban a ellos. Confiaban plenamente en el equipo y vivió el embarazo con mucha tranquilidad».

Dudas e ilusión

«Teníamos las mismas dudas que ilusión en el proyecto. Es una técnica que en estos 40 años se ha desarrollado de una forma exponencial, pero, en aquel momento, no habíamos tenido resultados todavía y eran pocos, 5 o 6 los niños que habían nacido en el mundo. Entonces, teníamos que explicar bien a los pacientes que nos habíamos preparado, que el equipo era muy sólido y muy homogéneo, pero que todavía no habíamos podido demostrar que la técnica en nuestras manos funcionaba», dice Barri. La confianza llegó hasta tal punto que todos dieron un paso al frente en esta aventura: «Establecimos, también con otros pacientes, una relación de amistad y de complicidad. Incluso cuando el tratamiento fracasaba, casi eran los pacientes quienes nos animaban a nosotros. Nos decían: ‘No os preocupéis, lo conseguiremos en la próxima’. Fue muy bonito», recuerda Barri.

Si tuviera que quedarse con un momento de todo el proceso diría que el nacimiento de Victoria Anna: «Le hicimos una cesárea. Y poder comprobar que la niña estaba sana, que nacía bien... la madre tenía anestesia epidural, pero estaba consciente y disfrutando... Fue un momento muy emotivo, acabamos todos llorando de alegría». «Y a partir de ahí ya fue abrir un camino en el que fue un continuo el número de niños y niñas que iban naciendo con la aplicación de estas técnicas en nuestro hospital. Y al cabo de un año, ya en otros hospitales de España, de otros grupos, que habían empezado a la vez que nosotros, pero que no habían tenido la suerte que nosotros tuvimos o la capacidad para tener resultados antes», cuenta el doctor, que también explica que Dolors tuvo un embarazo muy normal, «con una vigilancia extrema, lógicamente, porque ya tenía una edad de mayor riesgo, pero no hubo ningún problema ni ninguna amenaza de aborto ni complicación especial. Todo transcurrió felizmente».

12 millones de niños 

Y así fue cómo Victoria Anna llegó al mundo, siendo pionera de una técnica que ya ha servido para que nazcan más de 12 millones de niños en el mundo y revolucionó las técnicas de reproducción asistida también en España. «A mi madre le gusta recordar anécdotas de ese momento, más allá de su vivencia como madre. Siempre me cuenta que cuando salimos del hospital, había un montón de niños con sus madres que los habían llevado hasta allí para verme. Ella se lo toma como una vivencia familiar, pero para muchas personas fue un hito científico. También lo vivió con mucha admiración y respeto por el trabajo de los médicos», explica Victoria, que es consultora de márketing y que cuenta que tiene un vínculo muy especial con los médicos que llevaron su caso: «El término que mejor describe esa relación es ‘familia’. Tenemos una relación muy íntima. Estamos en contacto muy a menudo. Están ahí siempre para lo bueno y para lo malo. Y nosotros con ellos, también. Es un apoyo enorme, es algo muy especial».

Hay pregunta obligada para ella: «No, no tengo hijos, de momento. Pero hice una preservación de óvulos a los 34 años. También por recomendación de otros temas. Y no quiere decir que funcione o igual ni siquiera los necesito, pero ahí están. Pero sí me gustaría ser madre. Estuve bien asesorada, como no podía ser de otra manera», explica mientras comenta que, tal y como está planteado el trabajo y la vida, resulta difícil tener hijos a la edad idónea para hacerlo, entre los 25 y los 35 años.«Es algo que me preocupa como a todas las mujeres de mi edad», apunta. Pero mientras los políticos no quieran poner remedio a este problema, siempre nos quedará la ciencia, equipos médicos como el de Dexeus Mujer de Barcelona y parejas tan valientes como Dolors y Ricard, que tuvieron la fortuna y los medios para hacer realidad su deseo de ser padres.