Maqui Bourgon, la mentora de estilo madura y «pibonéxica»: «Lo primero que les digo a mis alumnas es que tienen que cambiar de gafas»
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«Yo a Carolina Herrera la quiero mucho, pero decir que una mujer de 50 con vaqueros o en minifalda no es elegante es falso. Hablar es gratis», dice esta mentora de imagen y estilo que triunfa con su programa «Vestir para triunfar». «Yo siempre hablo de la 'cojoprenda' y los 'por si acasos' que llenan de cadáveres el armario», avanza
20 ago 2024 . Actualizado a las 12:31 h.Guapa, elegante, segura y hasta «pibonéxica» en la madurez se siente Maqui Bourgon. Y lo mismo quiere para aquellas que han alcanzado o acarician la edad que coronó Lolita Flores, esa en la que no quedan 50 años por delante para vivir, pero sí la posibilidad de encarar lo que venga con actitud de faraona flamenca: «Yo ya no estoy para perder el tiempo, estoy para ganarle tiempo a la vida».
Con las gafas adecuadas (véase más adelante), sin dietas, con las arrugas bien puestas y sin la manía de comprar ropa para venirse arriba una hora y echar en dos días al fondo del armario el entusiasmo estrenón lo hace Maqui Bourgon, la mentora de estilo que ayuda a saber qué le va mejor a cada figura, qué no comprar en rebajas, las tres claves para aprender a combinar, cuáles son los cuatro errores más frecuentes que cometemos a la hora de vestir o qué prenda no debe faltar en el armario este verano (un vestido blanco fresco, que va a ser muy diferente según cómo lo combines, «y un pantalón palazzo, pero no con elástico, con caída, sueltecito, y si es de colores aún mejor»). Porque casi todo es relativo, pero hay estampados Bond, que dan licencia para matar, y otros que estilizan más que las prendas neutras, lisas.
Alumnas de todo el mundo, entre ellas varias gallegas, siguen a esta mentora de estilo y asesora de imagen que suma más de 295.000 seguidoras maduras que en vez de darse por vencidas y vendidas a la moda que no les va se atreven a dar el paso de probar. «Cuando te ves bien, te sientes mejor», asegura Maqui, que ha dejado atrás la edad en la que las dudas pesan bastante más que los kilos y los años. «Quiero ayudar a mujeres como yo a aceptar que no tenemos 30 años, y que no pasa nada. Si te conoces y potencias lo que te sienta bien, la diferencia es importante», sostiene.
«Pibonéxica es un término que tomé de Susi Caramelo —se cuida de detallar—, lo vi en un reel de Instagram y lo usé». Adaptándolo a su imagen, logró seis millones de visualizaciones de su alegre madurez. Pero de la infancia le viene a Maqui el «runrún» de defender su estilo. «Desde que me quitaron el uniforme del colegio... Pasé de hacer la EGB en un colegio de monjas a ir a un centro mixto en el que iban de calle. En mi casa eran austeros con la ropa. Pero en aquel colegio mixto todos los días eran un pase de modelos, y yo todos los días con la misma ropa», recuerda de una etapa de su vida que nos hace pensar en la serie Cabaret Voltaire. Ella es la segunda de cinco hermanos, la «más menudita» de todos, y se pasó años y años heredando la ropa de sus hermanas, incluso de su hermano. «Yo tenía unas inseguridades tremendas siendo como era, delgada y mona. No estaba a gusto conmigo misma, pero no se lo decía a mi madre, porque sabía que tenía que elegir entre ser ‘guapa y tonta o fea y lista’. Copiando el look de mis amigas, ¡copiándoles hasta en los gestos!, y con el poco dinero que tenía gasté y gasté en boberías que no te llevan más que a una insatisfacción continua», confiesa la mentora que hoy revela cómo petarlo en una boda con un look low cost».
Entre los errores frecuentes a la hora de vestir, hoy la experta en el arte del combinado que no emborracha, menciona el copiar a otras y esconderse en prendas negras y grandes. «La ropa te tiene que dar superpoderes. No te puede generar ruido. ¡No te compres el vestido que le da bien a otra, alma de cántaro!».
Esta canaria «de nacimiento, de corazón y de todo» se fue a los 17 a Madrid a estudiar el COU, allí hizo la carrera en la Complutense, empezó a trabajar y conoció a su marido. «Ahora, hace un par de meses me he vuelto a mi pueblo», cuenta abreviando olas de tiempo. Pero no olvida una anécdota de los años universitarios: la primera fiesta en un colegio mayor. «Conseguí convencer a mi madre de que me comprase algo ¡y me vistió de señora mayor! Cuando vi a mis amigas, que vivían en colegios mayores y se compraban ellas la ropa que les gustaba, y me vi a mí, ¡no salí del baño en toda la noche! Ahí me dije: ‘No me vuelvo a fiar del criterio de nadie’».
Que cumplir años no es tarea fácil y «para las mujeres menos» Maqui no lo ignora. «Porque vivimos en una sociedad en la que las mujeres a partir de una edad somos ‘viejas’, mientras que los hombres son ‘maduritos’. Tenemos presión no solo en la moda, también en la alimentación, cosméticos, gimnasios... Sumado al bagaje de años de educación. Nos han hecho creer que para que nos quieran, nos respeten y valoren debemos gustar, y eso nos lleva a la inseguridad constante», considera.
«El mayor error es vestirse sin conocerse. Tenemos ocho veces más ropa que nuestras abuelas ¡y seguimos comprando! Otro gran error es salir de compras a ver qué encuentras. Ve a tiro fijo, a comprar lo que combina con lo que tienes, algo que puedas estrenar hoy. Deja los por ‘si acaso’ que llenan de cadáveres el armario, y olvida la ‘cojoprenda’»
«Nos repatea ser invisibles a partir de los 50, que no haya presentadoras mayores, pero luego nos vestimos para escondernos. ¿Por qué? Porque nadie nos ha llamado la atención sobre la influencia que la ropa tiene sobre una, en la autoestima. Tu ropa, tu manera de vestirte, comunica. Si lo que comunica no lo es que quieres comunicar o no es lo que sientes que eres, hay incomodidad. Si te escondes en las prendas, agravas la situación, vas a verte más gorda, más vieja, menos femenina... Es un círculo vicioso del que cuesta salir, y que también tiene que ver con la idea de sentirnos culpables si nos cuidamos, si invertimos en nosotras mismas. Puedes gastarte 200 euros en las zapatillas que quiere tu hijo, pero si gastas 50 en algo que quieres te sientes culpable», analiza.
La frivolidad acecha, y marca y se estira como la licra, cuando una mujer mima su aspecto. Si se cuida es presumida; si no, dejada. Estar está siempre en el punto de mira. «Ver a una mujer madura segura de sí misma da miedo. Se lo digo a mis alumnas: vestirte según te sientes es un acto de valentía. Para mí, mis alumnas son valientes, por apostar por ellas a pesar de que a veces lo que oyen es: ‘¿Pero te vas a gastar dinero en eso? ¡Qué tontería!’. Claro que una mujer segura da miedo. Si te sientes segura, no hay quien te sople».
Hay creencias esclavizantes y estupideces que seguimos oyendo en relación con la mujer y la moda. ¿Cuáles son las peores según Maqui Bourgon? «Una de las más limitantes es que para verme guapa y tener estilo tengo que estar delgada», considera.
VETERANAS DE LA MINI
¿Melenas largas y minifaldas, mejor no a los 50 o 60? Las que se sientan Sansón, ¡melena!, sugiere Maqui, que se moja sobre aquellas declaraciones de Carolina Herrera: «Una mujer no debe tratar de tener una edad que no tenga, o se verá ridícula. Veo muchas mujeres en la calle, y desde atrás, se ven bien con su pelo largo y sus faldas pequeñas, pero cuando se dan la vuelta son viejas». «Yo a Carolina Herrera la quiero mucho —opone—. No solo salió con lo de la minifalda, también dijo que una mujer a partir de 50 con vaqueros no es elegante. Hablar es gratis. También hay quien dice que el pelo rizado no es elegante, tonterías», comenta para disentir de estos mantras con almidonado mental. «No todas las mujeres somos iguales a una edad. Ni tenemos el mismo estilo ni la misma forma de mirarnos, ni las mismas necesidades. Hay quien pretende que a los 60 vayamos todas de monjas javerianas... ¡La que quiera que lo haga, yo no! Y es lo que intento mostrar a mis alumnas, pero para eso lo primero que tiene que hacer una mujer es cambiar de gafas. Nos vemos con las ‘gafas de los defectos’. Si te pones ‘las gafas de los defectos’, te compras solo ropa negra y grande, acabarás pareciendo una mesa camilla, tus rasgos femeninos se van a perder bajo la tela», explica.
La llave del éxito, apunta Maqui, es el autoconcepto. Para que brille, funciona dejar a un lado «el pichándal (prenda a medio camino entre pijama y chándal)». Conócete. «Es lo primero. En segundo lugar, debes saber qué prendas te favorecen. Si tienes pecho y te plantas dos bolsillos en las lolas, aumentas el volumen. Otras dos cosas fundamentales son qué imagen quieres transmitir y aprender a combinar. El hecho de meter la camisa por dentro o dejarla por fuera o remangarse las mangas de la camisa implica un gran cambio», dice.
Si eres su alumna, debes tener un espejo de cuerpo entero. «El mayor error es vestirse sin conocerse. Tenemos ocho veces más ropa que nuestras abuelas ¡y seguimos comprando! Otro gran error es salir de compras a ver qué encuentras. Ve a tiro fijo, a comprar lo que combina con lo que tienes, algo que puedas estrenar hoy. Deja los por ‘si acaso’ que llenan de cadáveres el armario, y olvida la ‘cojoprenda’, esa que de tanto ponerte se está desintegrando». A vestir para triunfar, concluye Maqui Bourgon, se aprende con gafas nuevas, con un espejo entero y combinando... Y en eso de combinar, hay que partir de un punto «Mari Kondo», el orden en el armario (como en casa y en general en la vida) ayuda siempre.