La vida de David y Mary cabe en un maletero: «Nosotros no dormimos ni un solo día en casa en verano»

NOELIA SIVOSA

YES

RAMON LEIRO

Esta pareja hace dos mudanzas al año con gusto. Dejan su piso, en el que tienen un contrato de alquiler de junio a septiembre, y pasan los meses de verano en su autocaravana a tiro de piedra de la playa de Canelas

25 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La proliferación de la vivienda turística y su inclinación a disfrutar de la autocaravana siempre que pueden hacen que desde hace un par de años David y Mary abandonen su piso a finales de junio sin ningún tipo de pesar. La experiencia de salir cada día de trabajar y dirigirse a Portonovo para disfrutar del atardecer en la playa no es para menos. Están aparcados en AutoCamper Sanxenxo, a tan solo unos pocos metros de la playa de Canelas. Viven durante los meses de julio y agosto en medio de una de las zonas más codiciadas del verano gallego. Aseguran que les compensa pagar por el área frente a lo que les costaría afrontar el alquiler de su piso en plena temporada alta. La vivienda en la que llevan viviendo dos inviernos está muy cerca de Baiona. «En una zona así, los alquileres durante el verano suben muchísimo. De hecho, nuestro contrato es de septiembre a junio. Nosotros lo dejamos libre en julio y agosto. El piso queda en alquiler vacacional a un precio mucho más alto, y volvemos de nuevo a vivir allí en septiembre», dice David. No son los únicos que apuestan por una temporada sobre ruedas: «Tenemos aquí al lado en otra parcela a una pareja jubilada de madrileños que dejan Madrid y se vienen seis meses para aquí a vivir en la autocaravana».

Mary va cada día a Vigo, concretamente a Coruxo, para trabajar en su peluquería (Cruz Fernández). Conduce unos 45 minutos en coche para desplazarse a la ciudad olívica. La autocaravana y David, que tiene la facilidad de poder teletrabajar parte de su jornada, la esperan. «Cuando vuelve, como trabaja a jornada continua y termina entre las 15 y las 16 horas, aún aprovechamos el sol de la tarde, y tienes la playa y el chiringuito al lado para tomarte algo».

Su casa de cuatro ruedas está en una ubicación privilegiada. También el piso al que volverán en septiembre. «No queda lejos de la playa, pero no es lo mismo. Aquí llegas y ya estás casi en la arena, solo hay cien metros de distancia, y ya tienes todo. Pero en el piso aún sería salir de trabajar, ir a casa, cambiarse, coger las cosas y volver a desplazarte para ir», dice David, que asegura que él y su pareja no son los únicos que están exprimiendo el verano: «Nuestro perro, Sami, aquí está genial, porque es como un cámping, pero de autocaravanas. Además, dentro de que es Portonovo, que también es un sitio muy turístico, es diferente a Sanxenxo. Eso sí, está muy lleno. De hecho, llegan muchas caravanas todos los días que tienen que dar la vuelta porque aquí no hay sitio».

Su contrato de alquiler es del 1 de septiembre al 30 de junio. «En verano volvemos a hacer otro contrato, con su fianza y demás, y salimos de allí para que los propietarios lo alquilen en la época vacacional, porque se cobra mucho por ese tipo de alquiler, igual unos tres mil euros cada mes», explica David, que junto a su pareja lleva dos años aplicando esta fórmula en el mismo piso. El contrato de alquiler tradicional de un año de duración ampliable hasta cinco hace aguas en los puntos turísticos. «Ahora, en estas zonas de playa, lo que suele haber son estancias de invierno, de septiembre a junio en su mayoría. Es nuestro caso. Por eso nosotros no dormimos ni un solo día en casa en verano», señalan. Podría decirse que su verano es un lujo, tanto por ubicación como por las comodidades con las que cuentan en su autocaravana, donde pueden ducharse y tienen un toldo que les hace de porche. «Bueno, lujo, lujo, sería estar aquí dos meses de vacaciones y no teniendo que trabajar, ja, ja, pero no nos quejamos», bromea David, que afirma que también hay baños y duchas en la propia área, por si alguien quiere utilizarlos.

CONFORT COMO EN CASA

El 1 de septiembre toca volver al piso y a la sensación de dormir entre cuatro paredes. Sin embargo, para ellos no supone ningún shock. «Para mí eso es como cuando cambio del coche de Mary, que es manual, al mío, que es automático. Es decir, no le doy mucha importancia», indica el vigués, que dice que no le resulta más cómodo un formato que el otro. «De hecho, en la urbanización también tenemos piscina y en septiembre aún coges buen tiempo. Es volver a la rutina, pero tampoco nos encerramos». Ni mucho menos, porque siguen cogiendo la autocaravana siempre que pueden en cuanto llega el fin de semana. «Se está bien en los dos sitios», añade David.

Mudarse dos veces al año suena, a priori, agotador. Pero ellos lo han simplificado tanto que aseguran que no supone tanto despliegue como parece. «Es que precisamente nuestro piso, lo bueno que tiene es que viene con todo, todo. Nos entra en el contrato hasta el wifi. Entonces, lo único que tenemos que llevarnos es la ropa, en mi caso también la bicicleta, y ya. Nada, un maletero del coche. Como mucho, dos», aseguran. Hace tiempo que decidieron que no volverían a acumular por acumular. «Cuando nos fuimos del anterior piso tuvo que venir un camión de mudanzas. Y tampoco era nuestro, era alquilado. En ese momento decidimos que no íbamos a volver a pasar por ese trajín hasta tener nuestra propia casa». Y lo cumplieron. Como disfrutar de la vida a cada momento sin más ataduras que un depósito lleno.