La jubilación de Eladio: 62 países en bici y tres Caminos de Santiago con su nieta

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«En Galicia somos superiores en todo», considera este hombre de 70 años que cambió el sillón por el sillín en cuanto se jubiló. Hoy conoce Europa a pedales y contagia su afición cada verano, desde hace tres, a su nieta Lala. «Es una cosa especial que un niño de 8 años te diga: 'Abuelo, quiero viajar en bici contigo», asegura

27 ago 2024 . Actualizado a las 17:07 h.

«En Galicia somos superiores en todo», considera Eladio Paz, que a sus 70 años ha recorrido en bici Europa. La vida le va sobre dos ruedas desde que se jubiló, sobre las dos ruedas de la bici que le ha llevado a hacer solo este verano 5.055 kilómetros, a cruzar en total 62 países y a hacer, tres veranos seguidos, en compañía de su nieta Lala varias etapas del Camino de Santiago. Esto sí es un tour con amor. Él con los niños y los jóvenes siempre se ha llevado bien y se ha sentido cómodo, como sobre el sillín, que le va mucho más que el sillón. Unos 600.000 kilómetros lleva en los pedales Eladio a sus 70, unos 160.000 desde que se jubiló.

«En un viaje en el Camino de la Plata, que empecé en Ávila, me encontré con un chico de 23 años, Gaspar. Sobre la marcha, juntos nos fuimos a Marruecos y después a Roma, y de Roma a Pontevedra», abrevia una anécdota de un surtido de aventuras ciclistas este activo jubilado de casi 70 años (los cumple el 4 de septiembre). Eladio acaba de completar su noveno gran viaje en bicicleta: Estocolmo-Oslo-Pontevedra. «Esta vez fueron 5.055 kilómetros, con una media de 150 al día, que es la media de todos mis viajes».

Las bicicletas son el medio ideal todos los veranos de este antiguo inspector de la ITV que empezó su idilio con la dos ruedas en la adolescencia: «A los 14 años, mi hermano me regaló una bicicleta de las buenas. Era de carretera, que en esa época se llamaban ‘de carreras’. Ahí fue cuando empezó mi aventura», resume quien vivió dos años en Vitoria, subió el puerto de Urkiola y cuando se jubiló cambió de montura para pasar de carretera a la de monte. «Para hacer una gran ruta, vi que era más práctica una bici de montaña, además de más fuerte», explica.

Desde los 14 no ha dejado nunca de pedalear, y ha cruzado las cuatro grandes montañas que hay en Europa: los Cárpatos, los Pirineos, los Alpes y los Apeninos. Pero ha tenido tiempo y actitud también para cultivar otras aficiones. A los 23 años, empezó con la pesca submarina, que debió dejar a los 63 («después de cuarenta años justitos») debido a las apneas. Pero siguió a los pedales. Y desde que se jubiló, hace ahora nueve años, no se baja del sillín en el que conquista Europa.

¿Cómo se entrena para desafíos de tal altura? «Yo parto de que soy ciclista —dice—. Y no hay duda de lo que lo más-más-más-más importante es la cabeza. Hay que cuidar la cabeza, para enfrentarte a los pequeños problemas que surjan». Como ejemplo, pone lo que le ocurrió en Polonia. «Yo utilizo el GPS. Llevo la aplicación MAPS.ME por si me quedo sin datos en el móvil. Para hablar, uso el traductor de Google, buenísimo. El caso es que llegué a Polonia a las 8.10 y el móvil se bloqueó. Me quedé sin él. Pensé: ‘Tranquilo, lo que no se arregle hoy, se arregla mañana’. Yo estaba cerca de un centro comercial, que aún no había abierto. Llegó una chica, y le pedí ayuda. Yo solo necesitaba hablar con mi compañía telefónica en España. Nos entendimos con los traductores. Ella me indica que va a quedarse sin batería y me dice que vive a tres kilómetros de donde estamos, que la acompañe a casa, que ‘esto lo vamos a arreglar’. Así que me subo a su descapotable, en la parte de atrás la bicicleta, y llegamos a su casa. Escucha, que esto es un gesto muy grande. En su casa estaba su marido, y se veía el alto nivel de vida que tenían. Desayunamos los tres allí, hasta que a las diez nos atendieron los operadores de mi compañía», relata.

Varias historias de película ha vivido Eladio en dos ruedas. Cuando viaja, dice, es un peregrino, no un turista. «Y por ahí delante, me tienen ayudado, me tienen favorecido. He comido en restaurantes por Europa adelante en los que no me quisieron cobrar. Yo llevo siempre una camiseta del viaje que voy a hacer con la concha del peregrino, ¡que conocen en casi toda Europa!», valora. En un recorrido por Francia, se metió por «donde no era, en un camino de vacas, y no sabía cómo salir de allí». Un chaval en una pick-up lo vio perdido y salió al rescate. Aunque admite que no es un aliado infalible, Eladio en el GPS confía «al 99 %». En Bremen, yendo por una calle, el GPS le indicó que siguiese a 50 metros a la izquierda. «¡Pero veo que estoy en un río, que no puedo girar! Luego entendí que había que coger un ascensor y tomar un túnel debajo del agua, y al llegar a la otra orilla coger otro ascensor. El GPS no se equivocaba», observa.

«Hay un dicho bereber que dice: ‘Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, acompañado’. Yo llevo lo indispensable»

¿Qué lleva de equipaje? «Hay un dicho bereber que dice: ‘Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, acompañado’. Yo llevo lo indispensable. Me afeito todos los días, por lo que necesito maquinillas, pero no llevo brocha, y con eso ahorro peso... Como mucho, llevo siete kilos para un viaje de 40 días», cuenta.

No lleva tienda, duerme en hospedajes económicos (pensiones, hostels, albergues), sobre la marcha. «Un problema es la comida. Consumo unas 9.000 o 10.000 calorías cada día, y pierdo 12.000. Por eso, en cada uno de esos caminos que hago, pierdo unos 8 kilos», revela quien lleva siempre agua con suero en polvo y frutos secos consigo.

¿No hay quien se apunte a tus aventuras ciclistas? «Hay alguno que dice: ‘Yo, si me dejara mi mujer...’». «Punto 2: hay que estar preparado. Punto 3: es un gasto considerable (entre 5.000 y 6.000 euros 40 días de recorrido)».

¿Está Galicia al nivel de Europa? «Somos superiores en todo. Te explico: yo hice un cachito de Camino con mucha gente, austríacos, alemanes... ¿Y sabes lo que dicen de España? ‘Esto es muy bueno y barato’. Y cuando llegas a nuestra tierra, a Galicia, al comer, comes por 14 o 16 euros y te ponen el cacharro y te echas lo que te da la gana».

Él recorrió todos los Caminos de Santiago, aunque matiza que «Caminos hay tantos como peregrinos». A su nieta Lala ya le metió el gusto. «De pequeña él me enseñó a andar en bici. El primer Camino con él lo hice cuando tenía 10 años, el Inglés. El año siguiente, hicimos la ruta desde Astorga y este verano fue desde Gijón», cuenta Lala, que puso como prioridad de este verano (antes que la playa, Barcelona y los campamentos) «el viaje con el abuelo».

Tres Caminos unen a esta nieta con su abuelo. La suya es una relación rodada. Entre cinco y siete días pedalean juntos, sin desacuerdos. Lala elige los kilómetros («y es capaz de meterle 90 kilómetros al día», dice su abuelo). «Si hay mucha subida o calor, bajamos el ritmo», dice Lala, que a sus 12 años valora que su abuelo tenga ganas «de hacer muchas cosas» con ella y con su hermano Roi. Es especial que «un niño o una niña de 9 años te diga: ‘Abuelo, quiero hacer el Camino contigo’», dice Eladio.

Roi, su otro nieto, también se quiere apuntar a la aventura peregrina. «Este año, cuando llegamos a Compostela, Roi se nos sumó desde Santiago a Pontevedra», cuenta Eladio, que con los niños aplica una receta infalible, adaptarse al ritmo de ellos, saber dosificar. «Cuanto más despacio vamos, más lejos llegamos», piensa este rey de las cuestas. «Las cuestas hay que meterlas en la cabeza. Hay que empezarlas como un viejo y acabarlas como un joven», receta este «ciclósofo» que disfruta más la marcha con su nieta Lala que cualquier playa o chiringuito de verano.