El regreso triunfal de Blanca Romero tras su aislamiento en el monte: «Estuve diez años criando yo sola al niño sin trabajar, y estar tan mutilada no es sano»
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«Yo me quedé tocada y hundida, me rompieron el corazón en mil pedazos y me costó reconstruirlo para volver a estar como estoy ahora», dice Blanca Romero, la flamante presentadora de «Next Level Chef»
17 ene 2025 . Actualizado a las 09:44 h.«Habría que abatirme a tiros ahora mismo para debilitarme», asegura rotunda Blanca Romero, que vuelve resplandeciente después de diez años de retiro y tras dar la bienvenida al 2025 en Telecinco con susto incluido. Su maleta extraviada, con el vestido, a tan solo 24 horas de las Campanadas, dio la vuelta a España tanto o más que el de Pedroche. «Lo interpreté como que lo importante no son las cosas más superficiales, porque somos piel», asegura la presentadora de Next Level Chef, que conquistó de forma unánime a la audiencia. Madre de Lucía, toda una mujer que sigue sus pasos en el mundo de la moda y que con solo 2 años fue adoptada por el torero Cayetano Rivera, Blanca crio a su segundo hijo totalmente sola tras quedar «tocada y hundida durante mucho tiempo». Pero esta Tauro es, por definición, persistente. Y ha renacido de sus cenizas cual ave fénix dispuesta a comerse el mundo (otra vez) a sus 48 años.
—Enhorabuena, todo el mundo aplaudió tu estreno como presentadora en «Next Level Chef». Hasta hubo quien te propuso para «GH» y «La isla de las tentaciones»...
—Prefiero los informativos, así no me expongo tanto, que yo soy de sangre caliente. Next Level me encanta, tuve muchísima conexión con los concursantes. Y la experiencia además fue fuera, en Irlanda, en Dublín... que a mí me gusta mucho viajar. Es distinto rodar en España, que estás con el corsé un poco más apretado. Los rodajes fuera son otro mundo, otro aire. Creo que es un formato superchulo, y los concursantes son todos nueva era, gente muy fresca. El tema de audiencias no sé cómo va, pero mi número preferido es el 8, empezamos el día 8 e hizo de audiencia un 8. Para mí es una señal, que me encanta la numerología. Y me encantó el registro de presentadora.
—Ya que la cosa va de cocina, ¿cuál es tu relación con la comida? Porque parece que te gusta comer.
— Sí. Soy Tauro, me gusta comer. Y vivo en Asturias, con lo cual estoy acostumbrada a comer bien a diario. Allí la comida es superimportante, la materia que tenemos es buenísima. Y me encanta cocinar desde pequeña. Como teníamos una pastelería, estaba de cría en el obrador mucho por la noche, cuando se hacían los cruasanes, la masa del hojaldre, el pan... todo. Vengo del mundo de la cocina, los hombres de casa también cocinan bien, y para mí es el primer placer que hay. Vamos, prefiero primero cenar bien y luego ya iremos a bailar o a lo que sea, pero cenar y beber bien me parece que es un lujo de la vida. También disfruto de la comida basura, porque creo que es necesario comer lo que te dé la gana. Yo no llevo ninguna dieta.
—¿Entonces era duro cortarte cuando te dedicabas a la moda?
—Mi mejor época fue en París, porque fue donde más trabajé. Donde más se me valoró fue fuera de España. Y en el momento en que más curré en el mundo de la moda estaba quizá un poco pasada de peso, con unos kilos de más para las tallas en las que tenía que entrar. Estaba un poco como Laetitia Casta, que era de mi época. Porque yo, extremadamente delgada, que es como estoy ahora, se me afila la cara y no estoy tan guapa. Tengo la cara y las facciones más tristes, no me favorece adelgazar tanto. Pero luego, con el ritmo de trabajo, el estrés y el nervio que tengo, enseguida pierdo peso. Pero, vamos, comer como como un camionero. De hecho, me acuerdo que en la época de París me quitaban a las modelos con las que compartía piso, porque todas engordaban [se ríe].
—Algo tendrá que ver el ritmo de este regreso después de 10 años, ¿no?
—Sí. El niño, Martín, tiene 12 años, y yo volví hace dos con el rodaje de La abadesa. Luego vino el concurso de cocina [MasterChef] y después ya fue un no parar. Las Campanadas, ahora Next Level Chef... rodar y rodar y rodar, y currar y currar. Y era lo que yo tenía en mente. En su momento me apetecía parar, criar al niño, dedicarme única y exclusivamente a él, porque además al ser madre soltera y no tener ayuda, y luego no tener la figura paterna, pues es mucho más difícil ausentarte por trabajo. Y tampoco quería cargar mucho a mis padres, aunque me ayudaron un montón igual, porque adoran estar con su nieto. El niño ahora es una delicia, porque es un crío supertranquilo, que ama a sus abuelos. Ya es independiente, coge su autobús, va al instituto...
—¿Y con su independencia llegó tu momento de volver al ruedo?
—Sí, era el momento para volver a recuperar la faceta de mujer trabajadora, que yo amo trabajar. Echo de menos los rodajes y los madrugones, porque estuve muchos años dedicada solo al niño y criándolo sola, y yo creo que tampoco es sano como artista no expresar, no interpretar, no trabajar... estar tan mutilada. Me apetece volver a Estados Unidos, irme a vivir fuera, volver a viajar un montón, recuperar mi vida de trotamundos para ser una artista internacional, que es como empecé. Pero ahora estoy encantada, esto fue un regalazo maravilloso que me hizo la cadena, Telecinco, donde apostaron por mí con un formato y una entrada triunfal por una puerta grande como son las Campanadas. Creo que el karma existe, porque me lo curré.
—Algo quedó ahí para que te recibieran así tantos años después...
—Algo quedó para que la gente todavía confiara en mí y volviesen a aceptarme de esa manera. Yo creo que siempre cumplí y di lo mejor de mí en todos los trabajos, soy un soldado brutal, y también soy auténtica.
—¿Y sin pelos en la lengua?
—Yo soy una tía que sé perfectamente cuándo estoy actuando de una manera incoherente, pero por causas muy justificables. Hago cosas que a lo mejor no debo hacer en ese momento, pero son impulsos.
—¿Crees que el vínculo de un hijo con una madre que lo cría sola es diferente?
—Es estar tú, tú y únicamente tú para todo. Yo creo que sí, que la unión es bestial, porque el niño confía en ti de una manera férrea. Si tienes un papá y una mamá, dices: «Igual mi padre tiene más razón», o «igual mi madre»... Pero los hijos criados solo por uno no tienen eso, entonces el vínculo es único y exclusivo, es un amor cien por cien, un tiro a la diana, directo al corazón. No hay confusión. Y la madre tiene una responsabilidad tan bestial, está tan alerta, que no se puede relajar en ningún momento. Está tan encima que la unión es irrompible, no hay nada que pueda crear una fisura ahí. Luego son niños que en casa tampoco ven discusiones ni malos rollos. En la mía hay paz. Cuando viene gente no me gusta que levanten la voz, me molesta.
—Se percibe que tu relación con tu hija mayor, Lucía, que ha seguido tus pasos en la moda, es estrecha. Ella sí tuvo a su referente paterno en Cayetano Rivera, que la adoptó.
—Más que Caye, que entró un poquitín más tarde, con 2 años, y la cogió desde muy bebé, pero más mayor, al separarnos estuvieron mis padres. Mi madre me ayudó muchísimo. Yo tenía 22 años, viajaba todas las semanas, y medio me la crio ella, más que Caye o yo, me la criaron sus abuelos. Hay una relación superestrecha, pero es distinta totalmente a la unión de una madre y un hijo, encima varón, que están solos. Es totalmente distinto el diálogo, yo discuto con él como un matrimonio, 24 horas al día, y nos amamos otras 24, mientras que con Lucia es muy difícil que discuta. Pero Martín y yo sí, porque hay tantísima confianza y unión, que claro, es lo que conlleva.
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—En el programa le pediste a Martín Berasategui un novio guapo y joven después de mucho tiempo diciendo que no querías enamorarte.
—Pero bueno, que me cocinen bien, oye... Sobre todo que cocine en su casa. No estaría nada mal, yo creo que un chef mola, porque además no tiene mucho tiempo libre, entonces no debería de ser pesado, no me iba a cansar de él.
—¿Te cansas pronto de las cosas?
—Más que cansarme pronto de las cosas, es que me encanta aprender. Por ejemplo, me encanta tocar el piano, y no tenía ni idea. Quise componer una melodía, compré un piano, y el viaje que tuve para poder tocar mi tema a dos manos en el teatro fue... Aprender me mantiene viva. Entonces, cuando ya de repente me noto un poco viciada de hacer algo, pues me aburro. Por eso presentar me gustó tantísimo, porque nunca lo había hecho. No me quedaría en nada. Así es que tuve también tantos novios, porque había que aprender de todos un poco.
—Ahora llevas una temporada muy larga sin novio.
—Muy larga, muy larga. Yo quedé mucho tiempo tocada y hundida, y me costó mucho levantar cabeza, como pudisteis ver. Yo soy de las que no doy por culo, ni doy la guerra, ni cuando estoy triste voy a transmitir tristeza. No me gusta, me encierro. Y cuando estoy bien y tengo energía positiva para dar y soy vitamina, vuelvo a salir. Yo quedé con el corazón roto, me lo rompieron en mil pedazos, y me costó reconstruirlo para volver a estar como estoy ahora, que tengo el alta y estoy nueva. Todas las heridas están cicatrizadas, y muy bonitas.
—¿Cómo te sientes hoy, a tus 48 años?
—Pues mira, sinceramente ya no tengo miedo a nada, me siento más segura, más tranquila y con las cosas más claras que en mi vida, con una fortaleza realmente inamovible. Habría que abatirme a tiros ahora mismo. Tengo clarísimo lo que valoro y quién soy. Y sé perfectamente la calidad humana que tengo, y los fallos. Sé que soy temperamental, sincera y que en algún momento voy a tirar el caldero. Y antes decía: «Uy, ya la lie». No, ya la lie no, es que soy así. Y al que no le guste, que no me contrate. El que me llama ya sabe cómo soy. Es ahora o nunca. Entro en los 50, y esto ya es el segundo hemisferio. Quiero hacer las cosas bien y las puertas que haya podido dejar cerradas quiero abrirlas, por las buenas o por las malas, para mis hijos.