Zoe Bonafonte, actriz: «Ahora en Cataluña hay un orgullo de ser charnego, hijo o nieto de emigrantes españoles»
![Sandra Faginas Souto](https://img.lavdg.com/sc/d5DfMdR5A0h63EduRez3fRKzoZ8=/75x75/perfiles/66/1422030802960_thumb.jpg)
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«Mis abuelos llegaron a Barcelona desde Andalucía. Mi abuela limpiaba escuelas y mi abuelo trabajó en la construcción del metro», señala Zoe, nominada como mejor actriz revelación en los Goya. «Hoy la gente se sube al 47 pensando que va a llegar a Torre Baró», señala
03 feb 2025 . Actualizado a las 12:07 h.Zoe Bonafonte es en la ficción Joana, la hija de Manolo Vital, el protagonista de la película El 47, que ha recibido numerosas nominaciones a los Goya, entre ellas la de mejor actriz revelación para esta joven intérprete que figura como ganadora en muchas quinielas. Ella se quita importancia, porque ha experimentado la suerte de estar en un proyecto con los más grandes. Con solo 21 años, Zoe se ha ganado la admiración de un público entregado a una cinta que ha removido conciencias y corazones. «Mis abuelos también llegaron como emigrantes a Cataluña desde Andalucía, mi abuela limpiaba escuelas y mi abuelo trabajó en la construcción del metro de Barcelona», apunta esta catalana, que de pequeña sentía vergüenza cuando se subía a un escenario. «Aprendí a leer muy pronto y me ponían siempre de protagonista; yo lo pasaba fatal, y mira ahora», bromea.
—He leído que te dio pánico rodar la última escena de «El 47» que emociona tanto.
—Sí, sí, porque además me tocó rodarla el primer día, entonces fue un asunto peliagudo. Pero me tranquilizaron mucho todas las charlas previas que tuvimos el director y yo. Él intentó quitarle peso a todo el tema de cantar, que es lo que a mí realmente me daba miedo. Yo no soy cantante, soy actriz, pero cuando él me dijo que lo importante era hacerlo bonito y que fuese una escena cruda que tocase el corazón, ya me relajé. Era más actuar que cantar.
—¡Caray!, pero cantar, cantaste, y muy bien.
—Sí, me pusieron clases de canto porque es verdad que yo nunca había cantado en público. Tenía una técnica de base. Y para perder el miedo, me pusieron una profesora, que en la película es la directora del coro.
—¿Qué pensaste al ver el resultado?
—La primera vez que vi la película estaba muy abrumada y muy emocionada. Es una experiencia muy extraña la de ver de golpe tu cara en una pantalla de cine. Y luego ha sido tal la acogida que estamos todos encantados, ha habido un trabajazo en equipo y la gente ha notado el cariño con el que hemos hecho la película. Esto también es muy bonito.
—He visto un vídeo de tu último día de grabación en el que te regalaron un ramo de flores y todo el equipo hizo la conga contigo cantando «Gimme Hope, Jo’anna, Gimme Hope»...
—Es que literalmente fuimos una familia los que estábamos allí. Además, con todos los figurantes que siguen viviendo en Torre Baró... El equipo formamos ya parte del barrio. En El 47 estuvimos todos muy dedicados y había algo más humano, más allá de que fuera trabajo, había una humanidad con la que queríamos contar esa historia y contarla con dignidad, que al final, para mí, eso es lo que ha atravesado la pantalla realmente.
—La peli da otra idea muy diferente de Cataluña, de todos los españoles que emigraron allí.
—Fue muy importante también explicar todo eso. Mis abuelos son andaluces y se vinieron a Cataluña poco después de los años sesenta. Ellos vivieron esa historia que se ve en El 47 y me lo dijeron: «Hasta ahora no habíamos encontrado una película que retratara esa emigración masiva de andaluces, extremeños, murcianos...», de muchísimos sitios de España. Era gente buscándose la vida.
—El otro día el guionista de «La casa en llamas» y de «Querer», Eduard Sola, reivindicó precisamente ese orgullo charnego. ¿Lo sientes así?
—Total, total. Sí, sí, es muy bonito, pero es que este año la gente está poniendo en valor lo de ser charnego y es emocionante porque, al final, el cine hace este tipo de cosas, que empatices con gente que ni siquiera conoce su historia o con gente que tiene realidades opuestas a la tuya. A mí ahora hay gente que me dice: «Quiero irme a Torre Baró a conocer a la gente de allí».
—Habrá un «tour» en Barcelona...
—Sí, sí, se han hecho tours, no es broma, hay tours turísticos, porque a la gente le ha gustado la película y quieren visitar el barrio. Yo siempre les digo: ‘En cuanto abráis un bar, os forráis porque ahora mismo está petado».
—¿El autobús 47 sigue yendo a Torre Baró ?
—Torre Baró tiene una línea que es la 186, si no me equivoco. El 47 ahora se va para Canyelles. Pero, claro, mucha gente se sube al 47 pensando que van a llegar a Torré Baro, pero no.
—¿Crees que esta película ha hecho que los españoles veamos a Cataluña con otros ojos y que también os ha abierto a los propios catalanes?
—Sí, sobre todo para mí hay algo de reconocer los orígenes. Es muy importante mirar al pasado para mirar al futuro, que suena muy rebuscado, pero es así. Si miras al pasado, todos somos inmigrantes. Todos somos hijos o nietos de inmigrantes. Esta película te pone en otra visión cuando alguien dice: «Es que yo soy de Barcelona». Vale, pero la gente que está llegando de otros países o de otras ciudades también lo son. Hagamos el favor de acogerlos porque hemos sido nosotros mismos los que hace nada estábamos llegando a esta tierra.
«Esta película te pone en otra visión cuando alguien dice: «Es que yo soy de Barcelona». Vale, pero la gente que está llegando de otros países o de otras ciudades también lo son»
—Una de las cosas más emocionantes es ver también que los andaluces y extremeños querían aprender catalán, amaban esa lengua, no había rechazo como nos han querido hacer ver.
—La gente quería integrarse, la gente quería trabajar y aprendían el idioma del lugar al que iban y se buscaban la vida. En mi caso, por ejemplo, mi abuela cuando llegó de Andalucía se puso a limpiar escuelas y a cocinar en comedores escolares y mi abuelo hizo de todo, ayudó a construir el metro de Barcelona y luego se fue a la fábrica de Font Vella. Al final son los inmigrantes andaluces, extremeños, y de todas partes de España los que han construido gran parte de Barcelona, había muchos catalanes también, pero realmente ha sido fundamental para el desarrollo de la ciudad y lo que es hoy en día.
![Zoe Bonafonte (en el centro) con las actrices Clara Segura y Betsy Turnez del filme «El 47»](https://img.lavdg.com/sc/8NNiTJrGVvwYoSCfmejLeV_XBm4=/480x/2025/01/30/00121738249502056535947/Foto/efe_20240905_145834643.jpg)
—El arte, el cine en este caso, también consigue romper prejuicios. Creemos, a veces, que Cataluña es un lugar cerrado, de imposición del catalán...
—Barcelona es especialmente acogedora, es una gran ciudad, como Madrid, donde hay gente buscándose la vida de todas partes, es maravillosa...
—En la película eres hija de quien eres, de Eduard Fernández y Clara Segura nada menos.
—Es que ha sido un máster. Aprendes todos los días de los mejores, de los que llevan 30 años en la profesión. Yo me quedaba sorprendida con la facilidad de los dos, son actores increíbles, me fascinó esa facilidad con la que entraban y salían de escena. Eduard estaba hablando normal y de golpe ponía ese acento extremeño... Y Clara, que interpreta a mi madre, estaba todo el día haciendo bromas. Ella intenta siempre que haya muy buen ambiente en el rodaje, y en muchas escenas dramáticas que estamos llorando, en realidad llorábamos de risa. Nos editan muy bien [risas]. Eso me ha permitido entender que, aunque sea un trabajo, también se tiene que jugar y pasártelo bien. Yo aprendí mucho de ellos, de cómo lo hacen con facilidad.
—¿Has pensado qué harás si te dan el Goya?
—Uf, sería muy bonito, todo lo que me está pasando. Pero lo digo honestamente: no me esperaba ni la mitad de las cosas que me están pasando en este viaje. Fíjate que hace unos meses le dije al director, a Marcel [Barrena]: «Se me olvidaba que esta película iban a echarla en el cine, la va a ver el público, porque para mí ya había sido algo tan bonito, estaba tan contenta con el rodaje que ya era suficiente.
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—¿Qué tal con Mario Casas, ha habido «feeling»?
—Muchísimo, muchísimo, es una peli, El secreto del orfebre, que tengo muchas ganas de que salga y ver la reacción del público. Es una historia de amor, pero como de las antiguas, de los grandes romances en blanco y negro, con muchos giros, muchas sorpresas.
—¡Tus amigos te habrán montado una fiesta para los Goya!
—Sé que se van a juntar todos, además muchas de mis amigas trabajan en el cine, aunque no como actrices. Así que estaré pensando que me están viendo, ¡madre mía!, no sé qué pasará esa noche. Yo espero disfrutar la alfombra roja porque para mí es un sueño. Ojalá sea una gala muy bonita y que pongan comida, por favor, ja, ja, ja.