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Nico Manteiga, inspector de Hacienda a los 25 años: «Aprobé la oposición en un año, diez meses y cinco días»

Noelia Silvosa
Noelia Silvosa REDACCIÓN / LA VOZ

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El joven, que estuvo en la cantera del Deportivo y llegó a debutar con el primer equipo del Lugo en la Copa del Rey, siguió jugando al fútbol mientras estudiaba una oposición que aprobó en tiempo récord

08 feb 2025 . Actualizado a las 10:17 h.

De futbolista a inspector de Hacienda con tan solo 25 años y tras aprobar la oposición a la primera. Este último es, sin duda, el gol más importante de la vida del coruñés Nico Manteiga, que pasó de la cantera del Dépor y del Lugo, donde incluso debutó en Copa del Rey con el primer equipo, al Instituto de Estudios Fiscales de Madrid para recibir la formación previa a ocupar su plaza en la inspección de la Hacienda Pública. La media para ser inspector es de unos cinco años de estudio. Nico lo logró considerablemente antes. «Fue en un año, diez meses y cinco días. Es como una condena, pero sin entrar en la cárcel», bromea.

Siempre alternó el fútbol con los estudios, jamás se despistó. Un poco porque en casa así se lo inculcaron y un mucho por su forma de ser. «Para mí debutar en la Copa era un mérito igual a sacar la oposición. Ojalá hubiera sido futbolista profesional, pero mi idea era que si el fútbol no salía, quería seguir estudiando. Siempre tuve capacidad y me gustó aprender. Y también fue gracias a mis padres, que me repetían que aparte del fútbol me dedicara a estudiar».

Y eso hizo. Entre Arquitectura y Derecho, Nico se decidió por lo segundo. Lo hizo a curso por año, y al acabar estudió el máster de abogacía para ganar tiempo. «Cuando terminé el grado yo aún seguía jugando al fútbol, y estaba en un punto en el que todavía no sabía muy bien si podría dedicarme a él a nivel profesional. El máster me permitía seguir formándome y, a la vez, alternar con el fútbol», indica.

ESTUDIABA Y JUGABA

Pero una vez que vio que su carrera futbolística profesional se truncaba, inmediatamente decidió darle prioridad a los estudios. Eso sí, sin dejar de jugar. Ni siquiera mientras preparaba la oposición. A la vez que estudiaba, iba a entrenar tres días a la semana por la noche con el club de fútbol coruñés Silva y a jugar a todos los partidos, que eran los domingos, el día de la semana en el que él descansaba. «Me permitieron ir a entrenar solo esos tres días y se organizaban los partidos para cuadrarlos con mi día libre. Yo considero que el deporte es fundamental. Me ayudaba un poco a despejarme, a concentrarme y a salir de la rutina del estudio, porque al final estás encerrado en una habitación o en un despacho, o en la biblioteca para los que estudian en ella», dice Nico, que se agenció su propio espacio neutral, ni en su casa ni en la biblioteca: «Yo lo que hice fue montarme un pequeño despacho en casa de mi abuela Mercedes, porque tanto mi abuela como mis padres viven relativamente cerca, y eso me permitía salir de casa y tener una zona de estudio agradable». Y su abuela, encantada de contar con su compañía cada día. «En los descansos charlábamos, y yo sé que ella, en particular, además lógicamente de mis padres, pero ella sobre todo, me echa mucho de menos ahora que aprobé y que me tuve que venir para Madrid a hacer el curso de especialización. Y después, iré adonde me destinen, vaya». Nico siempre ha estado muy unido a sus dos abuelas. Por desgracia la otra, Tecla, falleció mientras él preparaba la oposición.

Nico (en el centro), a la izquierda su abuela Mercedes (estudió la oposición en su casa) y a la derecha su abuela Tecla, que falleció.
Nico (en el centro), a la izquierda su abuela Mercedes (estudió la oposición en su casa) y a la derecha su abuela Tecla, que falleció.

Entre la preparación y el fútbol, lo cierto es que el coruñés todavía era capaz de encontrar tiempo para quedar con sus amigos y con su pareja, que también la tiene. «Yo entrenaba lunes, miércoles y viernes, y después el jueves tenía las clases de la academia por la tarde. Entonces, mi vida social se basaba en irme a tomar algo por la noche el martes y el sábado cuando terminaba de estudiar, y los domingos cuando nos tocaba jugar en casa. Eran los tres ratos que tenía».

Comprometerse con el horario, confirma, es fundamental. No vale flaquear. De hecho, los cinco últimos meses del proceso, después de superar los primeros cuatro exámenes, Nico estudió todos los días de la semana para preparar los dos orales que le quedaban. También dejó el fútbol, porque los domingos ya no podía ir a los partidos, pero no el deporte. Empezó a ir al gimnasio dos o tres veces por semana para despejarse. También mantuvo sus planes de los martes, los sábados y los domingos al acabar de estudiar. A medio plazo, espera que de nuevo los planes le salgan bien y que el próximo año pueda mudarse a Barcelona con su pareja. «Ella va a estudiar un máster allí, y tengo la suerte de que suelen salir muchas plazas para Cataluña», afirma.

Aunque parezca tener las cosas tan claras, la verdad es que Nico no tenía ni la menor idea de que acabaría siendo inspector de Hacienda. «Si me lo dicen hace tres años, no lo sabía», señala. Sí sabía que quería aprender, estudiar algo que le permitiera moverse en muchos ámbitos y no encerrarse en la vida de juez, que a su entender tiene unas tareas muy determinadas. Incluso le atrae la idea de volar fuera de España. «Esta no es una oposición como la de juez, que sabes que únicamente tienes que realizar determinadas funciones, sino que puedes cambiarte entre los distintos departamentos, que son mundos distintos. Y la inspección de Hacienda no solo no te encasilla en un ámbito nacional, sino que además tienes la posibilidad de moverte en un ámbito europeo, ya sea a un puesto de la Comisión Europea, a alguna embajada o a un consulado, que es algo que me atrae mucho».

A él le va la marcha, de eso no cabe duda. Pero asegura que su profesión no entraña tanto riesgo como se presupone. «Tengo compañeros que dicen que son funcionarios, porque hay gente a la que no le cae bien la profesión, o que ve al inspector de Hacienda como un enemigo. Entonces, bueno, igual dentro de unos años digo otra cosa, pero a día de hoy para mí es un orgullo ser un inspector de Hacienda». No le teme al momento en que le toque hacer una inspección real, aunque sabe que en determinadas ocasiones puede vivir alguna que otra situación desagradable. «De momento, yo no tengo experiencia laboral, aunque los preparadores te dicen que pueden pasar cosas de todo tipo. Son circunstancias que van con la propia labor, cosas peores tienen que ver los policías o los bomberos», reflexiona.

No escapa Nico al fenómeno Celeste, que puso de actualidad una profesión que suele estar en la sombra. «Me gustó bastante, pero no representa en sí la función del inspector, es más ciencia ficción. Por ejemplo, todo lo que hacía la inspectora de ir a la vivienda a observar con prismáticos, o con el fotógrafo, eso lo hace el servicio de vigilancia aduanera. El trabajo de campo no lo realiza el inspector. Lo que serían después las personaciones en los restaurantes o en la peluquería sí que podría llegar a hacerlo, aunque generalmente se realizan por medios electrónicos», explica Nico, que asegura que la Agencia Tributaria es de las administraciones más avanzadas en materia digital. «Prácticamente no se usa el papel, solo para imprimir alguna ley si quieres leerla o subrayarla, pero nada más».

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Sobre todo eso, y más, está formándose ahora Nico en el Instituto de Estudios Fiscales de Madrid desde el pasado 23 de septiembre. En junio termina, y en julio dedicará un par de semanas a las competencias digitales, para aprender todos esos sistemas informáticos que hacen de brazos y manos de la Administración. A partir de agosto saldrán los destinos, y calcula que entre septiembre y octubre ocupará, por fin, su plaza en la sede que le toque. Mientras tanto, está disfrutando de una etapa en la que tiene que seguir estudiando y presentándose a exámenes —sus calificaciones también puntúan para la adjudicación del destino—, pero en la que tiene mucho más tiempo libre para salir junto a sus compañeros e, incluso, hacer algún viaje.

FUNCIONARIO DE ALTO NIVEL

No desvela Nico cuáles serán sus condiciones laborales. Se vuelve pudoroso cuando toca hablar de salario, pero sí da algunas pistas de su estatus dentro del escalafón del funcionariado. «El inspector, cuando empieza, entra a un nivel 26 de la Administración. En los A1 [el cuerpo superior] hay 30 niveles. Al año y medio de empezar, cuando entra la siguiente promoción —estas oposiciones se convocan anualmente— te reclasifican al nivel 28. Entonces, quien quiera saber el tema del salario, puede ver lo que cobra un nivel 28 dentro de la Administración. Y después, los diferentes complementos específicos y demás», detalla el coruñés, que rebaja el tono cuando toca hablar de la excepcionalidad de lo que ha conseguido: «No soy el único. Por ejemplo, en el curso en Madrid hay cuatro o cinco personas que también lo lograron a la primera. Pero, bueno, sí que es verdad que se tienen que reunir muchas circunstancias, mucho esfuerzo y, sobre todo, muchas ganas y mucha dedicación. Y tener la suerte de que las convocatorias más o menos te coincidan bien, porque es un proceso selectivo que dura nueve o diez meses. Entonces, tienes que llegar a él con al menos seis, siete y ocho meses para poder aprobarlo a la primera».

En cualquier caso, Nico sí que fue el único de su academia en conseguir la plaza de inspector en tan poco tiempo. Un año, diez meses y cinco días que le sirvieron para cimentar un futuro, a sus 25 años, que se promete tan brillante como él.