Paula, subinspectora de Hacienda a la primera en solo un año y medio: «Estudié ocho horas diarias de lunes a domingo durante seis meses»

YES

«En los grupos de Telegram para buscar piso te recomiendan que no digas que eres de Hacienda, porque si no muchos no te lo alquilan», asegura la joven, que irá a formarse a Barcelona tras conseguir su plaza a los 27 años
12 feb 2025 . Actualizado a las 12:38 h.«La oposición es un trabajo en el que no te pagan, pagas tú». Así de claro lo tuvo desde el primer día Paula de Rosa López, que con solo 27 años ya puede decir que es subinspectora de Hacienda. Su fuerza de voluntad es mucho más que fuerte. Es férrea. En tan solo año y medio se sacó la oposición y consiguió plaza. A la primera. Terminó el doble grado de Derecho y ADE en la UDC en junio del 2022 cuando tenía 23 años, y en octubre ya empezó las clases en la academia para empezar a preparar las oposiciones al Estado. El 26 de diciembre del 2024 recibió el mejor regalo de Navidades de su vida con la publicación de los resultados de la última de las tres pruebas de las que consta el proceso.
«Sacaron una lista de aprobados del tercer examen y otra lista de aprobados de la oposición, es decir, de gente que consiguió la plaza. Primero vi los que habían aprobado el examen, y dije: “Vale, el examen lo aprobé”. Estaba comiendo, histérica, en la mesa. Y ya me meto en el listado de los que aprobaron la oposición y me veo. No me lo creí, cuando lo vi me quedé en shock. No pude ni llorar en ese momento». Sus padres emocionadísimos, su novio alucinando… A Paula empezaron a lloverle las felicitaciones y eso que fue cuidadosa a la hora de anunciarlo. «Cuando aprobé, hay algunas personas a las que se lo dije con la boca pequeña, porque no quería hacer sentir mal a la gente que sigue estudiando». Afirma que todavía hay momentos en que no se lo cree. «Hasta que me vea allí no lo voy a asimilar bien. Es emocionante porque llevas tanto tiempo estudiando… Y era la primera vez que me presentaba. Es una sensación increíble, gratificante».
—¿Cuántas cosas has dejado de hacer?
—Muchas…
Paula se toma unos segundos, como repasando mentalmente esos momentos de soledad ante los apuntes. «Obviamente, llega el verano y no puedes ir a la playa. Tampoco irte de vacaciones o de puente. Ni puedes ir a las fiestas de Carnaval... Y llega la Navidad, y no la disfrutas como cuando estás estudiando. Llega el verano y no estás morena. Tus amigas se van de viaje y tú no puedes. Dejas de hacer cosas y de ver a gente. De hecho, hay quien no lo entiende. Yo tuve la suerte de que todo mi círculo entendía que estaba preparando una oposición —su novio también está en ello—, pero hay quien piensa que si estás en casa estudiando, qué más te da quedar a una hora o a otra. Y yo tenía mis horarios y tenía que cumplirlos». Vaya si lo hizo.
Estudiaba de lunes a sábado. Se levantaba cada mañana temprano y empezaba entre las ocho y las ocho y media. A las doce y media paraba, entrenaba y hacía la comida. Después de comer descansaba un poco, —«aprovechaba para ordenar o hacer algo, me mantenía activa, porque la siesta me adormilaba demasiado y en verano no quise ni rellenar la piscina de casa, porque el sol tampoco me sentaba bien para volver a estudiar después», asegura— y volvía a hincar los codos sobre las cuatro hasta las ocho aproximadamente. Menos las tardes de los jueves, que dedicaba a ir a clase a su academia en A Coruña, Afin.
Cuando llegó la época de exámenes —los tuvo el 23 de marzo, el 22 de junio y el 7 de septiembre— pasó a estudiar los siete días de la semana estirando todavía un poco más el horario. Y cada vez que hacía uno, se tiraba cerca de tres meses estudiando para el siguiente sin saber todavía si podía presentarse. «Yo soy una persona muy tranquila, pero en cuanto salió la convocatoria, empecé con nervios, ansiedad, se me caía el pelo… La carga mental es muchísima, y estás muy sola ahí. La gente sale de la oficina y puede dejar el trabajo allí, pero tú no. No descansa la cabeza». Los nervios, a la vista está, no pudieron con ella.
«NO SABÍA QUE HARÍA ESTO»
No hay muchos niños que de mayores sueñen con ser subinspectores de Hacienda. De hecho, Paula se fijó primero en la judicatura, incluso en la abogacía, porque le llamaba mucho el derecho penal. Pero al hacer el doble grado con ADE le parecía que eso suponía desperdiciar esa parte. Se decidió por la oposición —que oficialmente se denomina Técnico de Hacienda Pública— después de descubrir que le gustaron mucho materias como contabilidad, la parte teórica de los impuestos, la recaudación, el IRPF, el impuesto de sociedades, el IVA… y hasta la parte de aduanas. «Es que hasta que no te pones a estudiar este tipo de cosas no lo sabes, y de hecho no tiene nada que ver lo que estudias para la oposición con lo que das después en el curso de especialización. Sabes de lo que te están hablando a nivel teórico, pero nada a nivel práctico. Yo todavía no sé hacer una declaración de la renta, por ejemplo».
Ni siquiera investigó lo que hace un subinspector de Hacienda en su día a día. Le gustaba la materia, y sabía que cualquier cosa relacionada con ella le iba a gustar. ¿Y en la calle se oculta, como en Celeste, la serie de Movistar+ que puso de actualidad a los funcionarios de Hacienda, la profesión? «No es la típica profesión atractiva. En los grupos de Telegram de Hacienda para buscar piso, te recomiendan que no digas que eres de Hacienda, porque si no, muchos no te los alquilan, o te piden que les hagas la declaración de la renta y cosas por el estilo», dice la joven, consciente de la mala imagen que tienen de ellos: «Es como que asusta, porque creen que somos muy malos los de Hacienda. Que robamos, que estafamos, que quitamos un montón de dinero a la gente que lo necesita... Y al final, los impuestos se necesitan para los servicios públicos que tenemos. Alguien tiene que hacer ese trabajo, alguien tiene que recaudar los impuestos. Sobre todo cuando decimos: “Es que las grandes empresas deberían pagar más”. Bueno, para eso estamos. Para que paguen y para que lo hagan bien».
Muy pronto, Paula se trasladará a Barcelona para iniciar su curso de especialización previo a ocupar la plaza el próximo 3 de marzo. Lo descubrió el mismo día en que hablaba con este periódico, a un mes escaso de mudarse —podía tocarle Cataluña o Madrid—. «Las cosas del Estado van despacio», bromea. Allí estará formándose durante unos seis meses y presentándose, de nuevo, a diversos exámenes. «Pero no tiene nada que ver con la oposición, porque ya tienes tu plaza, no es lo mismo que estar en tu casa sin trabajo estudiando», comenta.
Sus calificaciones influirán a la hora de tener más o menos capacidad de elección para su destino, aunque ya sabe que Galicia es prácticamente imposible. El hecho de que pueda tocar la vacante en cualquier punto de España es el peaje a pagar cuando se opta por una oposición estatal, pero Paula confía en que con el tiempo ella y su pareja puedan ir acercándose. Lo cierto es que la regularidad para una plaza del Estado es continua, las convocan todos los años, mientras que las autonómicas de la Xunta pueden tardar unos cuantos en salir.
Únete a nuestro canal de WhatsApp
Con el tiempo y desde su puesto de subinspectora, no descarta promocionar a la inspección. «Estudié para la de técnico y no para inspector por el tipo de examen, que es más sencillo y no tiene los dos orales como la de inspector, que me ponían muy nerviosa», asegura, aunque no lo tiene del todo claro. Un caso como el de Celeste, que se inspiró en la investigación de Hacienda a Shakira, es muy goloso, reconoce, pero también hay que mirar la cara b. «Hay que ver cuánta responsabilidad quieres adquirir. Hasta que me vea allí dentro, entienda las dinámicas y el trabajo que supone no lo sabré. Porque también si eres inspector y tienes un caso tan grande, te vas a llevar mucho trabajo a casa».
De momento, presión, cero. Ya tuvo bastante durante el último año y medio. «La inspectora de Celeste dice en la serie que fue la segunda de su promoción. A veces te agobia el hecho de querer ser el mejor. Si eres el primero, cuanto mejor quedes, mejor para elegir la sede, el destino. Pero al final, yo pienso que lo importante es aprobar, porque era la primera vez que me presentaba. Si me tengo que agobiar con que no quedé entre las cincuenta primeras, me da algo...».
Puestos aparte, Paula siempre podrá decir que aprobó a la primera. Y eso vale más que ningún podio.