![De izquierda a derecha: Andy y Lucas](https://img.lavdg.com/sc/Beqsf86MCMX-K9G5VKMpwKxrKg0=/480x/2025/02/05/00121738767962338592885/Foto/j_20250204_151120000.jpg)
Llevan juntos desde la guardería, pero en el plano artístico les quedan nueve meses como pareja. De sus 20 años de trayectoria, de los sabores y sinsabores hace balance Lucas (a la derecha de la imagen). El viernes 14 hacen escala en Vigo
11 feb 2025 . Actualizado a las 09:17 h.Han formado Andy y Lucas a lo largo de 20 años una de las parejas más sólidas y fructíferas de la escena musical española. Pero todo tiene su fin. Y el de este dúo llegará el 10 de octubre, cuando ofrezcan el último concierto de la gira Nuestros últimos acordes, que el viernes 14 hace escala en el auditorio Mar de Vigo. La separación, aseguran, no llega por falta de cariño ni de público, sino por una cardiopatía que le ha sido detectada a Lucas. ¿Cómo evolucionas?, le preguntamos. «Estoy estable», responde afable desde el otro lado del auricular. «Sigo con mi tratamiento y yendo a mis revisiones. Pero también sigo con mis conciertos porque, a fin de cuentas, los conciertos es lo que menos estrés me causa. Lo que me causaba los problemas era que me faltaban horas del día para atender a la empresa. Y por la cuenta que me trae, si no quiero que mi mujer y mi familia me digan nada, he tenido que delegar. Así que ahora tenemos un equipo de personas que, además, lo están haciendo de maravilla».
—¿Es posible que te doliera más por Andy que por ti el tener que tomar la decisión de parar?
—Pues sí, la verdad. Porque Andy no es mi compañero, es mi hermano. Fue muy difícil decirle que teníamos que parar porque a los dos nos apasiona esta profesión. Pero se ha portado como un buen compañero y un gran amigo respecto a eso. Ahora lo que intentamos es vivir a tope el momento y no pensar en el futuro.
—¿Os queréis tanto como aparentáis?
—Sí, hombre. Ten en cuenta que en nuestro caso, el dúo no salió de ningún casting. Andy y yo estamos juntos desde la guardería, así que nos conocemos de sobra. Pasamos mucho tiempo el uno con el otro y nos respetamos mucho. Sabemos cuando uno está con la aguja mareada, sabemos cuando hay que callarse y cuando tenemos que decirnos las cosas.
—¿Qué es lo más importante que nos dejan de herencia Andy y Lucas?
—A ver, te podemos gustar más o menos, pero lo que es innegable es que algunas canciones nuestras han sido hits mundiales y que si las escuchas, las tarareas. Entonces, uno modestamente cree que en el plano musical algo bueno habremos hecho. Y también creo que somos personas muy cercanas y que eso también lo valora mucho la gente.
—Para ti personalmente, ¿qué es lo más bonito que va a quedar de estos 20 años?
—No quiero que suene a tópico, pero el cariño del público es lo más grande. Cuando tú estás en el escenario y ves que tú has compuesto una canción y que el público la está cantando, o cuando sabes que hay gente que hace largas distancias para verte..., eso no tiene precio. Y también me quedo con la gratificación de saber que canciones de nuestro repertorio hayan podido ayudar a alguna gente.
—Seguro que en 20 años no todo ha sido felicidad. ¿Qué borrarías de ellos?
—Como cualquier ciudadano de a pie, en la vida das con personas que no dan la talla, que piensas que son de una manera y después son de otra. Y ver, por ejemplo, cómo tú les abres las puertas de tu casa y después te rechazan o te hacen una jugarreta por detrás no es plato de buen gusto para nadie. Pero bueno, eso también te hace más fuerte, ¡eh!
—¿Qué espinita te va a quedar clavada?
—Me habría gustado que mi padre me hubiera visto actuar en Vigo, porque sé que le habría dado mucho orgullo. Creo que este momento podía haber llegado mucho antes, si hubieran apostado un poquito más fuerte por nosotros.
—Tu padre fue jugador del Celta.
—Sí, mi padre jugó ocho años en el Celta, desde 1975 a 1983. Le llamaban Pedrito. Era lateral derecho. Y después fue entrenador del Gran Peña.
—¿Qué recuerdos te quedan de aquella época?
—Pocos, porque yo era muy chico. Recuerdo que estudiaba en las Carmelitas. Y tengo un hermano que nació allí, que es de Vigo. Sigo teniendo muchos y muy buenos amigos allí. Es más, cuando voy a Vigo no cojo hotel porque no me dejan.
—¿Y tú eres futbolero?
—Yo sí, muchísimo. Soy un friki. De repente un día me veo un Malta contra Honduras. Soy peor que el Maldini ese del Movistar + [se ríe].
—¿De qué equipo eres?
—Hombre, soy del Cádiz. Y de mitad de tabla para arriba, simpatizo con el Madrid. Pero es verdad que también siempre quiero que el Celta gane porque se han portado muy bien siempre con nosotros.
—Volvamos a la música, ¿cuál es tu canción favorita de Andy y Lucas?
—A mí me gusta mucho Por ella. Y también Tanto la quería, que es una canción que ha ido creciendo con el tiempo, hasta el punto de que creo que ha superado a Son de amores. Cuando la cantas en directo, el público ahí se vuelve loco.
—¿Y hay alguna que borrarías de vuestro repertorio?
—Posiblemente habrá muchas. Ahora no sabría decirte una en concreto, pero me imagino que alguna habrá de la que diga: «Esto no sé por qué lo hice».
—¿Hay que retirarse para llegar a llenar dos Wizinks, como ahora vais a hacer vosotros?
—Pues puede ser, no te digo que no. De lo que nos estamos dando cuenta ahora es de que hace mucho tiempo que teníamos que haber hecho conciertos a empresa y creernos más quiénes éramos. Porque antes lo que más hacíamos, con todos nuestros respetos, ¡eh!, eran fiestas de pueblo y ferias. Y creo que si hubiéramos dado ese paso, estaríamos desde hace tiempo en ligas mayores.
—¿Tienes la sensación de que se ha sido injusto con vosotros?
—Más que injusto, a veces uno piensa en por qué otros sí y nosotros no. Pero bueno, tampoco me quita el sueño. Teniendo el público y teniendo los números que tenemos, sería ya pedir mucho.
—Os he escuchado decir en varias ocasiones que nadie os ha regalado nada. ¿Es de lo que más orgullosos os sentís?
—Sí, estamos muy orgullosos de eso. Yo sé que lo que tenemos ha sido a base de mucho currar y de mucho luchar. Aparte de que, bueno, me imagino que algo de talento tiene que haber. Pero sí es verdad que hemos tenido momentos de darnos contra una pared y tener que levantarte otra vez. Pero mira, a día de hoy seguimos en la palestra sin tener una multinacional detrás. Entonces, sí, me siento muy orgulloso de ello.
—¿En algún momento de estos 20 años se os pasó por la cabeza tirar la toalla?
—Tirar la toalla no, pero algunas veces sí que te desilusionas un poco. Ves que no estás en el lugar donde crees que tendrías que estar, que se te acumula mucho estrés —porque a lo mejor no estás rodeado de la gente que deberías—, o ves que la empresa que te tiene que ayudar no te ayuda, y te desmoralizas. Pero somos fuertes.
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—En una carrera tan larga en una industria a veces tan ingrata como la musical, ¿haces más amigos o más enemigos?
—Yo siempre he intentado hacer amigos. Con el paso del tiempo uno se da cuenta de que la vida son dos días y para qué te los vas a pasar enfadado. Yo soy de los que cree que hablando con educación se puede llegar a buen puerto.
—Ahora mismo, muchos grupos y artistas que empezaron a la vez, o incluso antes que vosotros, están de superactualidad. Estoy pensando en Nena Daconte, La Oreja de Van Gogh, Amaral...
—Sí, sí. Yo creo que, al final, lo del reguetón incluso nos ha venido hasta bien, porque el mercado está tan saturado de reguetón que la gente echa de menos la nostalgia y la música con músicos detrás. Es que entras en cualquier sitio y escuchas todo el rato el mismo ritmo. A lo mejor esa es la clave de por qué funcionan tantos artistas de antes.
—¿Qué es lo más importante qué has aprendido en estos 20 años con Andy?
—A ser fuerte para sobreponerme a las muchas cosas que nos han pasado y a ser leal. A mí me enorgullece decir que no hemos sido dos, que hemos sido uno.
—¿Qué característica o cualidad de Andy te gustaría tener?
—La verdad es que tiene una afinación y una voz que es brutal. Y después, en lo personal, que es muy buena persona.
—¿Cómo te gustaría que os recordasen?
—Andy y Lucas: dos buenas personas haciendo buena música.
—¿Qué vas a hacer el día siguiente de vuestro último concierto?
—Imagino que descansar, porque esa noche va a ser un poco movidita [se ríe]. Y después de descansar, seguiré de alguna manera vinculado a la música. Y ya veremos, porque si los informes médicos van a mejor, nunca se sabe si puede haber una vuelta. Porque nosotros no lo estamos dejando porque nos llevemos mal, sino por una causa mayor.
—Si pones tu nombre en un buscador de internet, casi todas las entradas que aparecen tienen que ver con el episodio de tu nariz. ¿Cómo llevas eso?
—Todo lo que pasó lo dejé bien claro aquel día en El hormiguero y sigo pensando igual a día de hoy. Hay que tener mucho cuidado con las cosas que se dicen y con cómo se escriben los mensajes en las redes. Porque uno tiene hijos y escribir cosas tan quiméricas como las que se escribieron de mí pueden hacer daño a terceras personas que son muy pequeñas. De verdad que a mí personalmente me da igual. Que digan de mí lo que sea, que a mí ya no me afecta. Pero que lo lean mis chiquillos, eso sí que me duele.