Javi ha pisado 106 países: «Cambié mi jornada de lunes a viernes por trabajar solo sábados y domingos para viajar más»

ALEJANDRA CEBALLOS

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El sueño de este joven es seguir viajando. A base de ahorros y vacaciones ha cruzado fronteras andando y se ha atrevido a conocer algunas de las ciudades más peligrosas. «No hace falta ser millonario ni nómada para conocer el mundo»

21 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

A la gran mayoría se nos ha pasado alguna vez por la cabeza esa idea idílica de vivir viajando, pero para Javi Fernández, gerundense de 41 años, ese sueño que visualiza desde que tiene memoria ha pasado a ser, casi, una realidad. Al menos, hasta ahora va camino de cumplirlo, porque ya ha visitado 106 países, y está lejos de parar.

Con la tecnología y el teletrabajo integrados ya como parte de nuestras vidas, cada vez nos sorprende menos escuchar historias como la de Javi, porque asumimos que alguien con semejante capacidad de viajar es un nómada digital que se lleva el trabajo a cualquier punto del globo. Si no, lo fácil es pensar que goza de una economía capaz de soportarlo. Nada más lejos de la realidad. Javi ni ha heredado una fortuna ni es un nómada digital. De hecho, trabaja desde el 2009 en una agencia de viajes con sede en Barcelona, y lo hace de forma presencial.

Sin embargo, desde muy pequeño, este catalán tiene muy claro el sueño que quiere cumplir: conocer todos los países del mundo. «Mis padres tenían una tienda en Empuriabrava. Recuerdo que una vez vino alguien con una postal del muro de Berlín, y yo dije que quería ir allí. Mi padre respondió que no podía ir a Alemania oriental. Cuando vi en la televisión que había caído el muro, no podía dejar de llorar diciéndole a mi padre que ya podría conocer Berlín», recuerda.

RECORRER EL CONTINENTE

Javi comenzó con viajes cercanos, visitando principalmente países europeos. Aprovechaba los fines de semana, los festivos y algún que otro puente para encadenar días y hacer check en los países del continente que lo vio nacer. Aunque ya había viajado a República Dominicana, el país de su madre, el cómputo de las nacionalidades que ha visitado empezó para él en Italia, adonde viajó solo por primera vez. Llegó a Roma con tan solo 18 años. «Ahora Roma es un destino normal, pero claro, imagínate yo con 18 años solo en esa ciudad... fue emocionante», relata.

En las temporadas de vacaciones, en las que contaba con más días, aprovechaba para conocer países más grandes. Así visitó Argentina, Brasil y, en el 2013, para su 30 cumpleaños, se embarcó en un viaje cruzando medio mundo para llegar a Australia. «En aquel entonces era como lo más lejano para mí, era el sumun de los viajes. Acumulé las vacaciones de todo el año y estuve en Melbourne, Brisbane, la Gold Coast… Ver la ópera de Sídney, por ejemplo, ha sido uno de los checks más importantes. Es impresionante», dice aún ilusionado.

Pero a Javi no le ha bastado solo con los países que tiene cerca, ni con los más evidentes que estarían en el top de cualquier lista. Lo que más le emociona, y a lo que más horas le dedica, es a conocer países que otros denominarían como exóticos. El primero de ellos fue Israel. «Yo tenía veintipocos años, y estaba flipando. Hasta ese momento, por presupuesto y conocimiento, solo había viajado dentro de Europa, pero en esa vez fui a Israel y a Jordania. Ese fue el viaje de la vuelta de tuerca, como el next level».

A partir de ahí, cogió carrerilla y visitó Sudáfrica, Mauritania, Ucrania, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Argentina, Brasil, Turkmenistán, Australia, Zambia, Zimbabwe, Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos y Egipto, entre otra centena de países donde ninguno, por extraño o peligroso que parezca, suena demasiado arriesgado para él.

Cuando le preguntan por el miedo, no miente. «Tenía miedo, mucho miedo, pero eran más las ganas y la curiosidad. Poco a poco, cuando llegas a los sitios, ves que, como en todos los lugares, hay gente mala y gente buena, que te ayuda y que no, y te vas dando cuenta de que es cuestión de romper el hielo y de ver que, incluso en los países considerados exóticos, no pasa nada». Paradójicamente, asegura, «no me ocurrió nada en Johannesburgo, que era una de las ciudades donde tenía más miedo de aterrizar, porque estaba catalogada como una de las más peligrosas del mundo, pero sí que me robaron en Dublín. Mis amigos se mofan de mí: ‘No te pasa nada en Turkmenistán ni en Sudáfrica, y te roban aquí’».

Por lo demás, no se puede quejar de las experiencias que ha tenido. Se montó de polizón en un tren de hierro en Mauritania, una experiencia que califica como una de sus más grandes aventuras; fue escoltado por policía fronteriza en Egipto para cruzar andando a Israel; visitó Ucrania una semana antes de que empezase la guerra; e, incluso, fue al pozo de Darvazá, en Turkmenistán. «Ese fue uno de los países que más me costó visitar. Tienes que gestionar la visa con una agencia de viajes desde el principio y, al ser una dictadura, no podías tener contacto real con los locales», explica. El popular pozo es un intento de prospección de petróleo que tuvo lugar en 1971 y que resultó ser una cueva de gas que, al prenderle fuego, comenzó a arder, y desde entonces no ha dejado de hacerlo. Hoy, se le conoce como la «puerta del infierno» y es uno de los atractivos turísticos del país centroasiático.

VIVIR PARA VIAJAR

Javi se organiza muy bien para poder llevar este ritmo. Cada mes ahorra 300 euros de la nómina y, además, todas las pagas extra las guarda en una cuenta aparte que destina para comprar los billetes de avión. «También te digo que tiro bastante de hostels y trato de buscar los vuelos más baratos que puedo, o miro los itinerarios de las excursiones y me las hago yo por mi cuenta de manera económica. También he hecho autostop», explica.

Además, a partir del 2017, modificó su jornada laboral. «Cambié la jornada de lunes a viernes por trabajar solo los fines de semana. Como las horas en sábados o domingos cuentan por 1,4 horas de las normales, ahora hago ese horario. Lo malo es que me pierdo algunas cosas de la vida social, pero la parte buena es que tengo más días libres para viajar, y a mí me compensa», explica.

Así, cada vez que tiene un fin de semana de libranza, alcanza a encadenar 12 días, perfectos para conocer el país de turno. Por ahora, en lo poco que va de año, ya visitó Túnez, y tiene la agenda bastante armada para lo que resta: irá a Japón en marzo, a las islas del Caribe oriental en junio y a Pakistán, uno de sus grandes anhelos, en octubre.

Para quienes tienen ganas de viajar, el consejo que tiene Javi es muy simple: «Soy un vivo ejemplo de que no hay que ser millonario ni nómada para conocer el mundo, es cuestión de quererlo de verdad. A la gente que tiene ese sueño, le diría: ‘Cúrratelo. Busca la forma, porque seguro que existe’».