Galicia, tierra de furanchos: ocho imprescindibles para visitar este mes

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A Freixa, en Redondela, está a los pies de un espectacular carballo.
A Freixa, en Redondela, está a los pies de un espectacular carballo. XOÁN CARLOS GIL

«Se ten Coca-Cola, non é furancho», dicen los furancheiros de verdad, los que solo abren sus locales tres meses al año y para dar salida al vino de casa, que esa es la mejor prueba para saber si estás en un furancho auténtico o en un bar

16 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Es el momento de disfutar de un recorrido por estos locales made in Galicia que ofrecen una experiencia puramente autóctona con sus vinos de la casa y una carta corta, pero imperdible, con los sabores más tradicionales. 

Las hojas de los viñedos son los protagonistas del furancho Ponte Bien, en Salvaterra de Miño.
Las hojas de los viñedos son los protagonistas del furancho Ponte Bien, en Salvaterra de Miño. CARLA BERNARDEZ

Ponte Bien, Salvaterra de Miño

La luz entra a la terraza del furancho Ponte Bien de Salvaterra de Miño entre las hojas de los viñedos. Son las protagonistas del lugar. Su uva es la materia prima de su producto estrella: el vino de O Condado. (Lugar Bouza do Viso, 10) La decoración y la puesta en valor del legado familiar y tradicional del lugar es uno de los aspectos más especiales de un furancho que ya es una parada obligada para cientos de amantes del buen comer cada año. La historia de Ponte Bien corre a cargo ahora de Cristina Pereira y su familia, que han destacado un espacio en el furancho donde los visitantes dejan escritos sus mensajes llenos de cariño. El furancho Ponte Bien abre los fines de semana y se disfruta con precios asequibles.

El furancho A da Canteira, en Poio, lleva solo dos años abierto.
El furancho A da Canteira, en Poio, lleva solo dos años abierto. Adrián Baúlde

A da Canteira, Poio

Es un local joven, con dos años de antigüedad, que pusieron en marcha en Poio Sergio y Susi. Él era carpintero, pero tuvo que dejar el oficio y decidieron convertir el local de su carpintería en un furancho que, como todos los auténticos furanchos, solo puede abrir un máximo de tres meses al año, servir una cantidad acotada de tapas y dar salida al vino casero que tengan. En su caso, lo que más triunfa es la empanada de maíz casera que Susi rellena con xoubas o mejillón. Pero también la oreja de cerdo o los huevos fritos con pan de maíz. A da Canteira tiene el encanto de que ha sido hecho con el talento carpintero de Sergio, que ha cuidado la decoración y ha puesto uvas pintadas bailando la pared. El público les responde.

El Furancho de Pancho, en Cambados, funciona desde hace 20 años.
El Furancho de Pancho, en Cambados, funciona desde hace 20 años. MONICA IRAGO

Furancho de Pancho, Cambados

Puso en marcha Isabel González este furancho hace 20 años porque no le compensaba vender las uvas. Aprovechó para ello el espacio que ocupaba la bodega en la centenaria casa de sus abuelos. «Ao principio só tiñamos as cubas de albariño e de tinto e unha mesa no centro cos cubertos e a louza. Ao que non traía para comer poñiámoslle uns cacahuetes ou unhas noces. E había callos os domingos», recuerda Isabel. Después incorporó una cocina de gas y con ella las tortillas, los pinchos y los pimientos de Padrón. «O que a xente me pedía». Una oferta que hoy sigue vigente y a la que se han sumado la richada, los huevos con patatas fritas, calamares, oreja, chorizos al vino y «mariscos de cuncha». O Furancho de Pancho abre todos los días, excepto lunes y martes.

A Freixa, en Redondela, está a los pies de un espectacular carballo.
A Freixa, en Redondela, está a los pies de un espectacular carballo. XOÁN CARLOS GIL

A Freixa, Redondela

El furancho A Freixa (Camiño das Figueiras, 7, Redondela) se disfruta a los pies de un gran carballo. Su terraza es perfecta para aprovechar el buen tiempo y no falta espacio para gozar de una buena tortilla junto a un vino. Uno de los platos que destaca en el menú de A Freixa son las empanadillas de choco. En Redondela se pesca este animal desde hace más de tres siglos y sus vecinos son los guardianes de recetas que han pasado de generación en generación. Los chocos se crían en aguas del municipio y se capturan de modo artesanal en la ensenada de San Simón, que es donde más abundan. El furancho A Freixa es un lugar ideal para comer bien a precios asequibles raxo, zorza, tortilla o chorizos.

Finca Filgueira, en Pontevedra, abrió sus puertas hace seis años.
Finca Filgueira, en Pontevedra, abrió sus puertas hace seis años. Ramón Leiro

Finca Filgueira, Pontevedra

Cuando los padres del pontevedrés Miguel Filgueira, profesor y amante del mundo del vino, se hicieron mayores, él solo tenía dos posibilidades: cortar las viñas familiares o buscar algún modo de rentabilizarlas. Optó por lo segundo y hace seis años abrió un furancho llamado Finca Filgueira, ubicado en la parroquia de Lérez (a pocos metros del monasterio de San Benito), donde da salida al vino de casa acompañado de huevos caseros, chorizos sabrosos y sobre todo unos callos que ya se han hecho famosos. Lo montó en el bajo de su propia vivienda y el local tiene la singularidad de que se pasa por un salón de la casa para ir de un comedor a otro. La cena regada por el caldo de la casa no excede los 12 euros por persona.

La terraza del furancho Videira de Rendondela tiene unas vistas de postal sobre la ría de Vigo.
La terraza del furancho Videira de Rendondela tiene unas vistas de postal sobre la ría de Vigo. Oscar Vázquez

Videira, Redondela

El furancho Videira (Camiño da Moreira, 3, Redondela) se llama Santa Sede, pero todos lo conocen por el nombre de su dueño: José Luis Videira. Su terraza es un balcón sobre la ría de Vigo con unas vistas que permiten comer disfrutando del mar, se ven el puente de Rande o las islas Cíes, y del monte. Ubicado en Chapela, se puede llegar en transporte público desde Vigo y destaca por sus buenos vinos. Con precios asequibles, presentan también una buena variedad de platos que van desde empanadas hasta zorza y se recomienda reservar mesa antes de ir. El furancho Videira de Chapela abre de jueves a sábado a las 19.30 horas.

El vino de O Condado protagoniza las reuniones en Tío Alfonso, en Salvaterra de Miño.
El vino de O Condado protagoniza las reuniones en Tío Alfonso, en Salvaterra de Miño. CARLA BERNARDEZ

Tío Alfonso, Salvaterra de Miño

El aspecto del Tío Alfonso (rúa Lodeiro, 4, Salvaterra de Miño) es todo lo que se espera de un furancho. Ubicado en el bajo de una casa de piedra de dos pisos, sus paredes recuerdan la historia reciente del municipio. Hay colgadas ruedas de carros de bueyes, herramientas antiguas y otros objetos del pasado familiar del furancho. Haciendo honor a su ubicación, el vino de O Condado es el protagonista de una carta en la que hay lacón, orejas, croquetas o pulpo. Abre de jueves a domingo a las 19.30 horas.

A Garonda, en Redondela, es pura tradición en medio de la naturaleza.
A Garonda, en Redondela, es pura tradición en medio de la naturaleza. XOÁN CARLOS GIL

A Garonda, Redondela

«Si te digo ruta, costillas y vino casero... ¿Te vienes o qué?», escriben en el furancho A Garonda (Camiño As Garondas, 41, Redondela), un local que conjuga naturaleza con tradición. Está ubicado muy cerca de la senda del agua, una ruta natural de Vigo que discurre por diversos accesos y vías de servicio del canal que transportaba agua desde el embalse de Eiras, en Fornelos de Montes, hasta Vigo. Desde el furancho proponen visitarlos después de realizar la ruta y recuerdan que tienen unas vistas privilegiadas de la ría. «Jardín de escándalo, costillas adobadas y vino del bueno», esa es la receta del éxito en el furancho A Garonda.