Nélida y Manolo, dos jubilados de armas tomar: «Tenemos 72 años y por las mañanas entrenamos y vamos a la universidad»

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Cuando su vida laboral terminó, empezó la otra. Tanto Nélida como Manolo tienen la agenda más apretada que cuando estaban trabajando, pero disfrutan mucho más, hacen gimnasia, natación, bádminton, inglés...
31 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La agenda de Nélida Leal (Vila de Cruces, 1952) y Manolo Regueira (Ordes, 1952) está más apretada ahora que cuando trabajaban. Gimnasia, natación, bádminton, clases de inglés, club de lectura o clases en la Universidade Sénior son solo algunas de sus actividades semanales. Esas son las que están en el programa de este matrimonio de jubilados que ahora vive en A Coruña, las que tienen un horario fijo. Pero, fuera de ese guion, todavía tienen más: senderismo, teatro, cine, viajes, voluntariado... no hay nada que se les resista.
Parece que por ellos no pasan los años y, a pocos meses de soplar las 73 velas —y las soplan con poco más de 20 días de diferencia—, ellos dicen «sí» a todo y se apuntan a un bombardeo: «Intentamos ir juntos a todo lo que podemos. Aprovechamos para hacer todo lo que no podíamos cuando trabajábamos», aseguran. Y juntos llevan casi 50 años: «Nos llevamos muy bien, ¡tenemos esa suerte!», bromean. Los ocho últimos ya jubilados: él de la tienda de muebles en la que trabajaba y ella de su puesto en la función pública. Ocho años en los que no han parado ni un momento.
Sus jornadas empiezan bien temprano. La de madrugar es una de esas costumbres que no han cambiado con la jubilación. Se levantan todos los días a las siete de la mañana por deporte. Y nunca mejor dicho, porque la primera actividad que tienen, después de desayunar y consultar la prensa en línea, es precisamente el deporte. Lo practican cuatro días por semana y cada uno hacen algo diferente: uno gimnasia de mantenimiento, otro día natación, otro bádminton y otro ejercicios en la piscina.
Después toca tomar un café y caminar un rato, porque además del bienestar físico, Manolo y Nélida cuidan su salud mental y su vida social. Por eso, buena parte de la tarde suelen dedicarla a pasear y a la lectura. La lectura es, precisamente, una de sus grandes aficiones. Le dan a todo: novela, cómic, ensayos... Y, además de lo que leen por su cuenta, también están apuntados a un club de lectura en el que cada quince días comentan un libro.
Otra de sus actividades estrella y en la que han ocupado un buen número de horas en lo que llevan de jubilación es la Universidade Sénior. Efectivamente, han vuelto a las aulas superado el umbral de los 70. Lo han hecho a través de una iniciativa de la Universidade da Coruña (UDC) para mayores de 50 años en la que el único requisito para entrar es «mantener vivo el deseo de aprender». Y vaya si lo mantiene vivo este matrimonio. Nélida y Manolo ya estudiaron allí los cuatro años necesarios para obtener el título de Graduado Sénior y también cursaron un posgrado. Ahora, continúan matriculados y van a talleres los viernes por la mañana: «No queremos marcharnos de allí, porque es algo que nos encanta, es muy interesante», aseguran.
Es la única actividad que hacen separados: «Yo entré el mismo año que me jubilé, pero Manolo estuvo en lista de espera y entró al año siguiente. Siempre hay más solicitudes que plazas», explica Nélida. Ahora, ella asiste a formaciones sobre cine y novela y, además, va a clases para mejorar su inglés —«¡o por lo menos para no olvidarlo!», matiza—. Mientras, su marido aprende sobre etnobotánica y psicología.
Pero su actividad en la Universidade Sénior va más allá de las aulas. Como unos universitarios más, allí han hecho su pandilla y con ella organizan todo tipo de planes: desde un café con los compañeros hasta excursiones y viajes. «A veces quedamos a comer, hacemos rutas de senderismo, hicimos el Camino de Santiago....», enumera Nélida.
Aún queda tiempo libre
Nélida y Manolo no tienen una agenda inamovible —que para eso están jubilados—, pero sí muy apretada. Y es que, fuera de su intenso programa semanal de actividades, el tiempo libre que todavía les queda lo usan para organizar planes de lo más variado.
Van a «presentaciones de libros, a conferencias, a conciertos, al cine, al teatro...». Y también viajan. Ya se han marcado unos cuantos kilómetros y han estado en Filipinas, Indonesia, Australia, Portugal o Italia, pero ahora, combinan esta afición con su labor de abuelos: tienen dos hijas y dos nietas. «La pequeña vive en Madrid y ahora viajamos allí con mucha frecuencia para cuidar a nuestras nietas», explican.
Viendo el panorama, hay una pregunta obligatoria: ¿de dónde saca esta pareja las ganas y la energía? Ellos mismos dicen que esto ya viene de atrás. Cuentan que se trata de algo que les viene de serie, que forma parte de su personalidad y que ya de jóvenes eran «muy activos». Cuando tenía su empleo y sus hijas ya habían nacido, la propia Nélida estudiaba idiomas —francés, italiano y portugués— por la noche, al salir de trabajar.
Por eso creen que ahora que tienen tiempo, «hay que aprovechar». «Ya que no pudimos hacerlo antes, todo lo que nos apetece lo hacemos ahora», coinciden. «Yo animo a todo el mundo a que haga cosas. Lo que les guste, pero que no se queden en casa», añade Nélida.
«Preferimos salir y estar fuera de casa. Nos conviene la vida social tanto para la cabeza como para el cuerpo»
Ellos no son de ver la televisión. —«El informativo y poco más», puntualizan— ¿Cómo van a serlo? Si es que no les quedan horas en el día. «Preferimos salir, estar fuera de casa», explican. Son firmes defensores de que mantener la vida social durante la jubilación es un factor más de la salud: «Salir nos conviene, para la mente y para el cuerpo. Yo noto que mentalmente me viene muy bien», explica Nélida.
Una idea que se acentúa todavía más en el caso de Manolo. Durante su vida laboral, trabajaba mañana y tarde, y el tiempo libre escaseaba. De hecho, se perdió algunos de los viajes a los que Nélida se apuntó porque no tenía los suficientes días de vacaciones. Por eso, que a la pregunta de cuál es su actividad favorita responda que «socializar», aunque parezca broma, no lo es del todo: «¡Tengo más actividad ahora que cuando estaba trabajando!», dice, de nuevo, medio en broma medio en serio.
Tanto él como su mujer se preguntan cómo pudieron pasarse tantos años «encerrados» durante tantas horas al día, si ahora él es un culo inquieto. Después de toda la vida compartiendo rutinas, Nélida da buena cuenta de ello: «¡Ahora no para! Si yo me quedo sin ir a un sitio, él va solo. De hecho, él antes leía poco y ahora lee más que yo», explica.
Y a esta pareja de jubilados aún les queda sitio en la agenda. ¿Van a quedarse yendo solo a gimnasia, piscina, a la universidad, al club de lectura,...? ¡Qué va! Todo eso aún les sabe a poco y ya le tienen el ojo echado a nuevas actividades: «¡Claro que pensamos apuntarnos a más cosas!», responden sin dudar ni un segundo. El arte y el baile son ahora mismo sus asignaturas pendientes. Pero por poco tiempo.