El físico español que rectificó a Einstein y resolvió un problema de 120 años: «Fue como si me quitara una losa de encima»

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«Entre toda una vida y cinco minutos» tardó José María Olalla en demostrar un teorema de Nernst que hasta el momento nadie había logrado: «Me di cuenta al pasar mis clases en apuntes para mis alumnos»
14 jul 2025 . Actualizado a las 10:47 h.Sí, sí. Un físico español acaba de corregir a Albert Einstein, el científico más importante del siglo XX. Para la mayoría de los mortales nos parece imposible, también incomprensible, entender en qué se ha podido equivocar el genio alemán, pero José María Olalla, doctor en Ciencias Físicas por la Universidad de Sevilla, que acaba de lograr esta hazaña, trata de explicarlo. Porque no solo corrigió la mente prodigiosa de Einstein, sino que fue más allá resolviendo un problema de 120 años. «En termodinámica, Einstein lo que hizo fue rebatir la demostración que dio Nernst [un físico y químico alemán, premio Nobel de Química en 1920]. Básicamente, Einstein lo que dijo es que su demostración no era correcta. Y yo, en el trabajo, presento otra demostración del teorema de Nernst, diferente a la que presentó él, y que ha sido aceptada por una revista científica y se ha publicado. Si se acepta de forma generalizada, significa en cierta forma que Nernst llevaba razón. Es decir, que sus observaciones sí se pueden explicar dentro del contexto de la termodinámica y no se necesita un principio adicional para entenderlas [tal y como sostenía Einstein]», explica.
El teorema de Nernst
Pero ¿qué decía el teorema de Nernst con el que Einstein no estaba de acuerdo? José María trata de formularlo de una forma sencilla: «Es un teorema que explica el comportamiento de la materia cerca del cero absoluto, que son 273 grados bajo cero. A esa temperatura, cuando la sustancia está totalmente fría, manifiesta propiedades que son diferentes a las que observamos normalmente a temperatura ambiente. Por ejemplo, estamos acostumbrados a que a temperatura ambiente la sustancia se dilate. Con el teorema de Nernst, lo que señala es que en el cero absoluto no se dilata ni se contrae ninguna sustancia. Y el reto era si esa observación que hizo Nernst se puede explicar a partir del formalismo de la termodinámica o si necesita una idea nueva». «Einstein consideraba que se necesitaba una explicación posterior, que no llegaba con la observación [del comportamiento de la materia], porque para él solo tenía explicación empírica por el hecho de que se observaba, no había un razonamiento previo que te permitiera prever o decir que en el cero absoluto las sustancias se iban a comportar de esa forma», aclara.
Pero José María halló el modo de comprobarlo: «Logré demostrar que Nernst tenía razón y que ese comportamiento es así y es gracias a un principio. Esas propiedades se pueden predecir a partir de los comportamientos que observamos a temperatura ambiente. No necesitas someter la materia a 273 grados bajo cero». Pero lo mejor de todo es que llegó a esta demostración uniendo dos de sus grandes pasiones, la termodinámica y la docencia. Porque tal y como reconoce fue gracias a sus alumnos que pudo decir ¡eureka!: «La demostración en sí fue cosa de cinco minutos. Fue ver la idea e inmediatamente me di cuenta de que era lo que estaba buscando desde hacía tiempo. Y llegué a ese punto porque doy una asignatura en la que tengo que explicar esto a mis alumnos de una forma más descriptiva». Y en esa labor docente, José María llegó a un acuerdo con sus alumnos en el 2023: «Adquirí el compromiso de pasar las clases a unos apuntes para que ellos los pudieran estudiar con más facilidad. Yo doy el teorema de Nernst en la última clase del cuatrimestre, antes de las vacaciones de Navidad. Y estando ya de vacaciones, me puse a pasar a limpio la clase. Al escribir encontré ese punto que me faltaba para demostrar el teorema. Lo he conseguido gracias a mis alumnos», señala. «Es mi labor docente. Igual que ahora me esfuerzo en tratar de que se entienda lo que digo, pues en clase también me esfuerzo en que ellos entiendan la termodinámica. Y yo trato de que mis alumnos no tarden 20 o 30 años en entender algo que a mí me ha costado ese tiempo darme cuenta. De esa interacción nace también este resultado, por supuesto», comenta.
Desde el 2003
Sobre cuánto tiempo lleva detrás de esta conquista, el físico sevillano reconoce que son muchos años de investigación, aunque para caer en la cuenta y poder cerrar el círculo tan solo fuera cuestión de minutos: «Me llevó entre 5 minutos y toda una vida. Porque en el 2003 publiqué ya otro trabajo sobre este tema, con el profesor Alfredo Rey de Luna que ya está jubilado, y ahí ya argumentábamos sobre la tesis que aparece ahora en este nuevo artículo. La diferencia es que en el 2003 lo que hacíamos era argumentar, y ahora ya es una demostración, bastante clara, en mi opinión, del teorema de Nernst».
Pero, claro, uno no desdice al científico más importante del siglo XX como si fuera cualquier cosa, aunque José María trate de quitarle hierro a ese aspecto. Prefiere centrarse en que resolvió el problema que nadie había logrado durante 120 años. «Mi preocupación es demostrar el teorema, y que encaje dentro del formalismo de la termodinámica. Pero cuando realmente estás pensando en esto, no piensas en que vas a rebatir a Einstein. Solo cuando escribo el artículo, y al poner el contexto histórico, es cuando aparece Einstein. Aunque yo eso ya lo sabía, que Einstein era entre comillas culpable de por dónde siguió la historia. Pero cuando haces la demostración, piensas en resolver el problema, no en rebatir a Einstein. Digamos que eso es algo anecdótico, aunque entiendo que es muy llamativo», insiste.
«Lo identifiqué rápido»
«Sabemos que no se puede convertir un círculo en cuadrado. Entonces yo no estoy haciendo un imposible. Simplemente es un teorema que no tenía demostración hasta ahora, pero tampoco teníamos la certeza de que fuera indemostrable», aclara José María, que confiesa que cuando llegó a la resolución no tuvo dudas de estar equivocado. «Hice una autoevaluación y vi inmediatamente que eso era una demostración del teorema. En parte, también fue tan rápido, porque llevaba 20 años con ello. Y lo identifiqué rápido. Pero es verdad que tenía cierto temor a si estaba equivocado o si a alguien se le hubiera ocurrido antes, pero como tengo cierto conocimiento, sabía que esto no lo había visto en ninguna parte. Y ahí es cuando me atrevo a enviarlo a la revista», indica. «Es verdad que lo mando con cautela, no lo cuento por ahí, porque es arriesgado y un poco presuntuoso por mi parte contarlo sin tener una validación externa», advierte.
Todavía recuerda cómo se enteró de que la revista European Physical Journal Plus respaldaba su demostración: «Fue un domingo. Estaba solo paseando por el campo. Pero no me sorprendió, porque en el proceso de revisión uno ya sabe si va a ir bien. Aunque al principio de la revisión pasé por momentos malos, porque parecía que la cosa no iba a salir bien. El editor no estaba muy por la labor de publicar el artículo. Pero te dan la oportunidad de contrarrestar los argumentos que me presentaban y defender mi idea. Y poco a poco fui viendo que iba por buen camino. El domingo 1 de junio fue cuando recibí la noticia. Y en ese momento, fui consciente de la trascendencia que tenía, por lo menos, para mí. Fue como si me quitara una losa de encima. Es un problema que he estado tratando durante 20 años. Y para mí fue un momento único», apunta. También para su familia: «Claro, nombras a Einstein y para tus padres ya es la bomba. Te puedes hacer una idea de lo que supuso para ellos». Para tus padres y para el común de los mortales, José María.