El «journaling», un beneficio para la salud mental: «Escribir a mano libera tensiones y calma la mente»

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

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Lo llaman «journaling», pero esta práctica tan de moda no es más que ese secular arte de escribir de manera consciente todo aquello que se nos pase por la mente. Y, por simple que parezca, sus beneficios son enormes...

23 sep 2025 . Actualizado a las 13:21 h.

Ahora lo llaman journaling, palabro inglés que ha llegado para denominar una actividad que la humanidad lleva haciendo durante muchos siglos y que viene siendo, simplificando mucho las cosas, la escritura consciente. Algunas generaciones todavía recordamos aquellos diarios con pequeños candados —que no estaban precisamente a prueba de las manos más indiscretas— en los que cada noche vertíamos nuestras preocupaciones infantiles (o adolescentes) y en los que íbamos recopilando las aventuras que diariamente vivíamos en colegios e institutos. Esa es la esencia (con mayor o menor glamur) que se encuentra detrás de ese journaling que hoy en día se ha convertido en uno de los últimos gritos entre todas las capas de la sociedad. Básicamente, consiste en el hábito de registrar de manera regular pensamientos, emociones, reflexiones personales, razones por las que dar las gracias, vivencias, experiencias o incluso metas que queremos alcanzar en un cuaderno que puede ser en el tradicional formato papel o en versiones digitales.

En un mundo comido por las prisas, por la hiperproductividad y por el multitasking (otro término que usamos para hablar del mal arte de muchas tareas al mismo tiempo), guardar unos minutos cada día al secular arte de escribir puede ayudar a muchos a reducir sus niveles de estrés. Y eso ya es un avance teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad en la que la ansiedad se ha convertido en una de las grandes pandemias de la población. No en vano, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimaba ya en el 2019 (sin los efectos que trajo consigo la pandemia) que más de 300 millones de personas en todo el mundo lidiaban con ella.

En un contexto marcado por la inmediatez y la imposibilidad de muchos para gestionar de manera correcta sus emociones, cada vez son más los profesionales que aconsejan echar mano del journaling como vía para canalizar ciertas sensaciones. «Escribir a mano tiene muchas ventajas. Beneficia la memoria, la comprensión y la concentración», resume la psicóloga Alejandra Dotor, que añade que echar mano de un boli y un papel no solo mejora estos procesos cognitivos, sino también los que tienen que ver con las emociones: «La expresión personal, el analizar cómo me siento y hacer el esfuerzo de expresarlo en palabras sobre un papel es muy beneficioso. El acto de escribir requiere un proceso. Esa información visual que se produce al escribir, la capacidad motora de coger el bolígrafo, la sensorial… todo eso nos permite procesar y asimilar lo que estamos sintiendo y ponerlo en palabras nos ayuda a entenderlo mejor», incide la experta.

Iniciarse en la práctica

En la misma línea se mueven las palabras de Melany Domínguez, fundadora de It’s Ok Generation, una pequeña empresa que comercializa diarios guiados y otras herramientas para aquellos que quieran iniciarse en esto de la escritura consciente y no sepan ni por dónde empezar: «Its’s Ok Generation nació de mi propia experiencia personal. Llevo escribiendo desde pequeña y siempre fue mi refugio, pero fue cuando empecé terapia que me recomendaron escribir de forma más consciente y descubrí el journaling como herramienta profunda. Viví varios años en el Reino Unido, donde el hábito está mucho más arraigado y encontré diarios guiados que me inspiraron. Sin embargo, sentía que les faltaba algo de cercanía y color. Quería crear el diario guiado que siempre había soñado: uno que fuera honesto, divertido, cercano y que se sintiera como tomar un café con una buena amiga. Así nació nuestro diario ilustrado y supervisado por psicólogos. Buscaba que cualquiera pueda sentirse acompañado y motivado, incluso en días donde te pueda costar algo más encontrar las palabras», relata Domínguez.

Para el equipo de It’s Ok Generation el journaling es mucho más que el clásico «Querido diario...» que muchos recordamos de la infancia: «Hoy se ha convertido en una herramienta poderosa para la salud mental, especialmente en un mundo donde todo ocurre tan deprisa y a menudo nos cuesta encontrar un momento para nosotros mismos. Escribir nos ofrece esa pausa consciente que necesitamos para reconectar con nuestro interior», explica Melany Domínguez.

REDUCIR EL ESTRÉS

De hecho, ambas expertas apuntan que uno de los mayores beneficios de esta práctica es su capacidad para reducir el estrés y la ansiedad: «Al poner por escrito a mano nuestros pensamientos y emociones, liberamos tensiones y conseguimos calmar la mente. Además, este ejercicio diario de reflexión nos ayuda a conocernos mejor, a ser más amables con nosotros mismos y a fortalecer nuestra autoestima. También es un recurso muy útil para clarificar metas y objetivos, cuando los plasmamos en papel, se vuelven más tangibles y es más fácil planificar los pasos para alcanzarlos», incide Domínguez.

Pero esta es solo la punta del iceberg. Escribir a diario no solo sirve para organizar la mente. Tal y como explican, también es un impulso para la creatividad, un espacio seguro donde dejar volar la imaginación sin juicios: «Muchas veces, simplemente escribir lo que sentimos funciona como un desahogo, nos ayuda a soltar nudos mentales y a regular mejor nuestras emociones», resume la creadora de It’s Ok Generation.

La presión de la perfección no puede también permear hasta esta actividad. El journaling debe ser una actividad para disfrutar. Alejandra Dotor insiste en que no se trata de sacar poemas perfectos y profundos como los que se leen en redes sociales: «No hay que preocuparse ni de las faltas de ortografía. Aquí quien funciona es muchas veces nuestro inconsciente, así que podemos simplemente dejarnos llevar, incluso pasar un poco por un trance y ver qué pasa, qué nos sale de dentro».

Actualmente, hay diarios que permiten hacer un seguimiento a lo largo de cinco años. Es decir, cada día, durante un lustro, podemos escribir cinco líneas sobre lo que nos ha pasado, cómo nos sentimos o qué pensamos sobre un determinado tema. Al año siguiente, volveremos a escribir ese mismo día cómo es nuestro estado actual y así durante cinco ejercicios. Eso nos permitirá ver con perspectiva en qué lugar estábamos y cómo ha sido ese precioso e intenso viaje que hemos vivido a lo largo del tiempo: «Todo toma perspectiva con el tiempo y nos ayuda a organizar mucho mejor nuestros pensamientos y a entender cómo estábamos y cómo estamos ahora», sentencia Dotor.

Lo que tienen claro ambas es que, detrás de esto, no hay una moda. Hay una poderosa herramienta de autocuidado. Y eso, en los tiempos que corren, es un arma muy poderosa.