Miriam Eslava ha creado un método para acercar el inglés a los bebés de 0 a 2 años: «Con una nana al día sería suficiente»

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Cree que el inglés tiene que colarse en casa de una manera natural desde que los bebés salen del hospital. «Es necesario que haya una coherencia, y que no se trate solo de un discurso sobre su importancia cuando sean mayores», señala Miriam Eslava
22 sep 2025 . Actualizado a las 10:12 h.Un simple gesto acompañado de una palabra en inglés, o incluso un sonido mientras bajan por el tobogán, por ejemplo, es suficiente para que el idioma extranjero se vaya colando de «manera suave y coherente» en las vidas de los niños desde que nacen hasta los 2 años. En esto consiste Sensory English, el método que ha desarrollado Miriam Eslava, una catalana afincada en el Reino Unido desde hace más de 15 años, que se dedica a la formación de profesores de inglés, con el que pretende acompañar a las familias en una etapa en la que considera que había un vacío. «El objetivo es que los bebés crezcan sin las barreras que arrastramos los adultos. Si empezamos tan prontito, lo van a sentir como algo normal en su vida», señala la autora de Learning English with Trixie, una colección de cuentos que lanzó el año pasado pensados para tener un primer contacto con el idioma a través de las rutinas del día a día.
—Estás hablando de empezar con el inglés desde que los bebés salen del hospital.
—Sí, de la etapa que va desde que nacen hasta los 2 años. Hablo de cantar nanas, por ejemplo, la típica de Duérmete, niño, pues de adaptarla y cantarla en inglés. Esto ayuda a calentar motores a los adultos, a coger seguridad, y ayuda a integrarlo para que dentro de unos años, cuando le digamos a nuestro hijo que el inglés es importante, y por eso lo apuntemos a clases y campamentos aquí y allá, no sea solo un discurso. Para que haya coherencia y haya formado parte de su vida desde el inicio. No estamos hablando tanto de cómo enseñar el inglés, porque no somos profesores, sino de abrirle una puerta, de darle una bienvenida suave, de una manera positiva, para que cada familia deje que el idioma habite en casa y se pueda ir desarrollando junto a su bebé.
—¿Esto tiene beneficios a corto y largo plazo? ¿Se expresarían antes en inglés?
—Sí, tiene beneficios. No es que se expresen antes, porque siempre en España tenemos el «¿pero habla inglés?, ¿pero lo habla, no?».
—Bueno, o lo comprendan antes...
—Yo creo que sí, porque le hemos dado la bienvenida como algo natural en su vida. Si lo has hecho así desde tan pequeño, y luego los has apuntado a campus, extraescolares... pues ya es algo coherente para él, forma parte de su vida, y se va a desarrollar mucho mejor que si les decimos que el inglés es muy importante, los apuntamos a todo, pero en casa jamás se habla inglés o no tiene protagonismo en absoluto. Si es más que un discurso, evidentemente, se va a desarrollar con mucha más ligereza, y va a tener resultados positivos.
—Viste que había un vacío en esos dos primeros años de vida, y decidiste hacer algo para ayudar a las familias en esa etapa, ¿no?
—Sí, Sensory English es un proyecto que he desarrollado a través de mi cuarta maternidad, porque me di cuenta de que cuando los niños ya leían o estaban en períodos de lectoescritura, teníamos materiales, pero en las etapas anteriores, no. Es pionero en España, no hay nada parecido para bebés de 0 a 2 años, que combina canciones tradicionales inglesas con gestos, con juegos y experiencias sensoriales para acercar el inglés desde lo cotidiano, de una manera supersuave y superpositiva para las familias. No se trata de enseñar, porque, evidentemente, a esta edad no se enseña el inglés, sino de que se comparta el idioma.
—¿Cómo?
—La idea es que se cuele en casa, no que invada la rutina ni añada más capas, porque quien tiene un bebé de 0 a 2 años no necesita más obligaciones. A mí me gusta decir que habite la rutina, que habite lo que ya hacéis juntos, que un gesto repetido pueda ser en inglés, una nana, las palabras que le decimos cuando se cae algo... Que se vaya colando de manera suave y poco a poco en la vida de los bebés y que lo sientan como algo familiar. Para mí, el objetivo es doble. Primero, que los bebés crezcan sin las barreras que arrastramos los adultos, porque si empezamos tan prontito, de una manera tan precoz, lo sentirán como algo positivo y normal en su vida. Y segundo, que las familias se reconcilien con el idioma, con el no saber hablar inglés, con todos los prejuicios que muchos adultos han ido desarrollando en contra del idioma.
—¿No es necesario que los padres sepan hablar inglés?
—No, y esa es la fuerza de este método. Porque, aunque los padres sepan mucho inglés, por ejemplo, un alto ejecutivo o una alta ejecutiva que domina el idioma a la perfección, puede ser que no sepa cómo hacerlo con su bebé, porque es otra clase de idioma. Que los padres tengan un nivel bajo no es un problema, porque no hace falta, porque estamos hablando de canciones sencillas, de nanas, de palabras, de gestos... Las canciones que propongo las he adaptado, las he bajado de nivel, no tienes que saber la nana entera, porque, además, muchas veces no tiene sentido. Son canciones que, igual que en España, son dificilísimas de aprender. Y no solo eso, también he hecho que esas canciones sean solamente de una o dos palabras. He ido rebajando la intensidad para que cada uno adapte y coja el nivel con el que se sienta a gusto y tenga seguridad.
—¿Una nana al día sería suficiente?
—Sí, incluso una palabra que se repite con un gesto del bebé, una palabra que acompañe, por ejemplo, unas palmas, pues que sea en inglés. Pero también hablamos de sonidos. Muchos sonidos previos a las palabras, porque el bebé antes de decir coche o car, que no te lo va a decir de un día para otro en ninguno de los dos idiomas, emite un sonido, por ejemplo, «brummm», y antes del «brummm», va a decir «aaaaa», y antes, te va a sonreír... He desarrollado los sensory sounds, que son esos sonidos que van antes de las palabras. Por ejemplo, si lo bajamos por el tobogán, que digamos algún sonido que sea en inglés, porque esas onomatopeyas de los niños son diferentes en un idioma y en el otro. Y las podemos ir practicando ya. Una palabra, dos palabras.... incluso sonidos, pero ya estarás poniendo esos fonemas ingleses en práctica.
—¿Se corre el riesgo, cuando son tan pequeñitos, de que confundan los idiomas?
—Puede pasar, hasta yo misma me confundo muchas veces, porque el cerebro siempre busca la palabra más cercana para evitar gastar más energía, y si uno de los dos idiomas tiene un poquito más de peso, te va salir esa palabra antes que cualquier otra. Pero es algo normal, que se va perfilando con los años, y, aunque pueda pasar al principio, no es importante ni supone un hándicap.
—¿Qué señales te indicarían que está integrando bien ambos idiomas?
—Que comprende el idioma en el que le hables, aunque luego la respuesta sea en otro, porque al bebé o al peque le resulte más fácil. Yo esto lo veo en mi casa, mi hija pequeña tiene 8 años, y el padre le habla catalán, y la niña contesta en inglés. El catalán es el idioma que peor lleva de los tres, porque solo le habla el padre a ella. Lo entiende perfectamente, pero contesta en inglés, o mezcla un poco, o una palabra que no se acuerda la dice en inglés... Pero tiene un aprendizaje, una consolidación de los tres idiomas, de los dos en este caso, porque puedes comunicarte, porque te entiende y reacciona.
—¿Les puede acarrear problemas a nivel de aprendizaje?
—Es un mito, pero hay muchísimos estudios que explican y que contrastan que no hay nada negativo ni retrasos del habla, y que esto depende de los niños. Mis tres hijas mayores son trilingües, podía haber visto alguna diferencia en el aprendizaje o en el habla, y solo he visto diferencias por la personalidad: que una sea más callada, otra más habladora... Pero en ningún caso retraso por aprendizaje de las tres lenguas. Y si lo hubiera habido, no hubiera pasado nada. ¿Que tardan cinco o seis meses más? ¿Pero están hablando tres idiomas? A mí, si me lo pones en una bandeja, aunque hubiera un problema, que no lo hay, porque hay estudios que lo confirman, creo que el resultado final siempre es mucho más positivo. En España, hay muchísimos ejemplos de comunidades donde conviven dos idiomas, ¿entonces todos los vascos, catalanes o gallegos tendrían retrasos en el habla?
—Cuando los padres hablan idiomas diferentes, ¿es mejor que uno sea la figura en inglés y el otro en español?
—Es uno de los métodos que existe, el OPOL (One parent, one language), que estructura un lenguaje con una persona adulta para que el peque siempre tenga como esa figura en ese idioma. Sin embargo, en mi opinión, este método puede suponer mucha presión para los padres, sobre todo, si los dos son españoles y uno tiene la imposición de hablar siempre en inglés, porque hay días que no puedes, o no quieres, o que estás superado, o que el niño se porta regular y tienes que solventarlo en inglés... Yo creo que la flexibilidad en todos los casos, pero en este especialmente, es la aliada perfecta, a no ser que tengas un supernivel y seas completamente bilingüe, porque si no, pierdes esa conexión. Si el niño ve que tú estás forzando, porque lo notan, no es el momento. Pones el idioma por encima de la conexión con tu peque, y yo no creo que sea muy positivo.
—¿Es positivo apuntar a los bebés a escuelas infantiles bilingües?
—Hasta ahora estamos poniendo el foco en el cuándo, «pues cuanto antes, mejor». Pero yo no solamente pongo el foco en el cuándo, sino que creo que más importante aún es el cómo. Nos obsesionamos si es pronto o es tarde, cuando la realidad es cómo queremos que empiecen a vivir el inglés. Si desde la confianza y la naturalidad, o desde la presión de que tiene que ser inglés. Es importante el cómo, porque el inglés tiene que venir por la conexión. Sin una conexión no hay aprendizaje. Tiene que haber una conexión con la persona de referencia, para que haga de puente y dé un aprendizaje como consecuencia. ¿Que la escuela es bilingüe? Es algo positivo, pero no siempre porque sea antes y porque vayan a escuelas infantiles bilingües desde pequeñitos lo es.
—¿Por qué?
—Porque primero tenemos que mirar el cómo, que haya una conexión de esa persona adulta con el bebé. Si tiene un vínculo, cercanía, roce, conexión diaria... ese puente se va a crear.
—¿Pero aun así tiene que haber una etapa previa en casa, no?
—Sí, para mantener esa coherencia de que si los padres los envían a sitios así, es porque ven la importancia, ya tienen algo de sensibilidad. Pero si va a la escuela, pero en casa no hay ni rastro del inglés, eso tampoco sería positivo del todo. Nunca va a ser negativo para el niño, evidentemente, pero no sigue la coherencia. Si tienes esa sensibilidad como para llevarlos ahí, ¿por qué no lo hacen en casa? Si ya lo llevas aquí para que el peque aprenda, lo que me parece extraño es que luego no haya nada en casa.