En la pared del restaurante Terra Nosa del coruñés polígono de A Grela lucen con orgullo en una de sus paredes la herramienta con la que el abuelo Lolo sacó adelante a su familia en Argentina
04 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Es algo más que una bandeja. Es un símbolo de la emigración gallega. Fue la herramienta de trabajo de un chaval de Salvaterra do Miño que hace un siglo emigró a Argentina cuando apenas tenía 15 años. Se llamaba Manuel Rodríguez, pero lo conocían por Lolo. En esa bandeja dejó litros de gotas de sudor con el objetivo de sacar adelante a su familia y seguro que derramó alguna lágrima. En el restaurante Gildo de la capital argentina, que todavía existe, Lolo trabajó de sol a sol con la bandeja como compañera de fatigas laborales y lo hizo durante casi toda su vida. Ser camarero fue su única ocupación. Al otro lado del charco conoció a una mujer de As Neves, María Rodríguez, con la que se casó y tuvieron un hijo, Manuel Carlos. «Los tres vivían en una pensión hasta que se pudieron comprar su primer departamento», relata Natalia Rodríguez, nieta de Lolo y que desde hace tres años reside con su familia en A Coruña. En el polígono de A Grela decidieron apostar por su primer proyecto hostelero y se hicieron cargo del restaurante del hotel Ibis Styles, que da servicio a los que se alojan en el establecimiento y a los miles de trabajadores que a diario se desplazan al polígono. Hace unos días acudí a la fiesta del primer aniversario y me llamó la atención que en una pared está enmarcada la bandeja que utilizó su abuelo en el restaurante de Buenos Aires y gracias a la que pudo sacar adelante a la familia. La bandeja de camarero de un emigrante ahora es un tesoro.
TERRA NOSA
Lolo, trabajando de camarero, y María, de costurera, lograron su objetivo, que su hijo pudiese estudiar una carrera. Cursó Económicas y le fue bien en la vida como responsable de recursos humanos de empresas importantes. El hijo de Lolo nació en Buenos Aires, pero nunca perdió el vínculo con Galicia. «Nos crio en un contexto de morriña y vinculados al centro gallego. Mi hermana y yo bailamos, tocamos la pandereta y mi hermano es gaiteiro», asegura Natalia, instantes antes de que su hermano y dos amigos ofreciesen un recital de música tradicional. El restaurante del hotel de A Grela funciona muy bien y cuenta con una clientela fiel que aprecia la calidad de sus propuestas y el servicio esmerado. Se llama Terra Nosa, como la finca que la segunda y tercera generación de esta familia disfrutó gracias a la bandeja del abuelo emigrante. Cuando Lolo se jubiló, su herramienta de trabajo la utilizaron en el despacho de abogados de Buenos Aires de Sebastián, el marido de Natalia. La empleaban para llevar los cafés en las oficinas. «Cuando decidimos venirnos para Galicia nos acordamos de la bandeja y decidimos que viajase con nosotros», explica. También trajeron la placa que habían atornillado a la entrada del terreno Terranosa, que vendieron antes de instalarse en Pontevedra y A Coruña. Una gente maravillosa, emprendedora y con el sentimiento gallego a flor de piel. La fiesta del primer aniversario fue muy especial y los invitados lo pasaron en grande con los pinchos, la música y el buen ambiente que se generó. Antes de marcharme volví a fijarme en la bandeja que resume una historia que empezó en el sur de Galicia, continuó en Buenos Aires y que ahora, un siglo después, se mantiene viva en el norte de la comunidad. Todo gracias a Lolo.