Olaya emprendió en pleno duelo por la muerte de su bebé recién nacido: «El día que vi morir a mi hijo en mis brazos me convertí en otra persona»

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Olaya sujeta una ilustración de su familia que hizo la ilustradora Marta Mimo.
Olaya sujeta una ilustración de su familia que hizo la ilustradora Marta Mimo. M.MORALEJO

Sufrió la muerte de su madre y de su hijo con menos de dos años de diferencia. Y de esos palos de la vida hizo un árbol. Montó una empresa de bisutería «con alma» y dio forma a su deseo de hacer red con otras familias que solo verán crecer a sus hijos con los ojos del corazón. «Me da rabia que digan que el duelo dura seis meses, ¡qué ignorancia! Tengo grabada una frase de mi madre: Solo se muere el que se olvida», manifiesta

09 oct 2025 . Actualizado a las 18:16 h.

Tres días de vida son a veces la vida entera. Una eternidad para las madres y los padres que celebran el mismo día el acontecimiento más feliz y el más triste. Cuando otros vuelven, ella empieza. La suya es una ilusión madura, que ha superado la prueba de fuego de la experiencia. Este inicio del curso ha sido más intenso que una vuelta a la rutina para Olaya López Alonso, emprendedora de Vigo que el 21 de septiembre celebraba el cumpleaños de sus hijos estrenándose como presidenta de Bolboretas no Ceo, la primera Asociación de Galicia de Ayuda al Duelo Gestacional y Perinatal, fundada por un puñado de madres voluntarias que acoge bajo el ala a todas esas familias que han vivido un dolor que no tiene sustantivo en el diccionario: la muerte de un hijo. La madre de Nico y Martín, que subraya el valor de esas madres fundadoras de Bolboretas, verá crecer a sus mellizos de formas distintas. A Nico paso a paso, día a día; a Martín en ese tiempo con leyes propias que tiene el recuerdo.

Olaya vivió el fallecimiento de Martín a los tres días de vida, después de ver morir a su madre en el 2020, apenas año y medio antes, a causa de un carcinoma de pulmón. «Yo iba a ser la presidenta de España. Tengo tres carreras y hablo cinco idiomas. He trabajado en radio y televisión combinándolo con trabajos en producción audiovisual en Portugal... Es decir, me esforcé mucho por que mi carrera, que era mi pasión, tuviera un futuro a largo plazo. De adolescente me veía escribiendo artículos de opinión y viviendo en un ático de Vigo. Pero lo que nadie te cuenta es que la vida adulta no se puede planear tanto», avisa. O no sale como la planeas. No tardó la vida adulta en pisarle la sombra a esta luchadora con madera. Su madre se puso enferma por primera vez cuando ella estaba aún estudiando en la universidad.

Al primer cáncer que le detectaron a su madre se unió en muy poco tiempo el que le diagnosticaron a su abuelo. «Se nos juntó todo. Cuando murió mi madre en el 2020, mi hermana y yo nos encontramos solas con dos personas mayores [sus abuelos], que se valían por sí mismas, pero que no nos podían ayudar», dice Olaya, que transmite la capacidad de resistencia que da criarse en una familia de matriarcas y reconoce el valor del ejemplo de una madre que renunció a buena parte de su vida para hacerse cargo sola del trabajo de la crianza y la casa, «que no está remunerado, y son 24 horas los siete días de la semana, sin que se respete apenas y se valore fuera». «Es el trabajo más duro del mundo. Alienante, agotador, no se acaba nunca», asegura la creadora de la empresa de bisutería especializada en duelo Martinicos, que dejó de ver a su padre cuando tenía muy poco más de 2 años. «Para sacarnos adelante, mi madre lo dio todo, montó una tienda de ropa tras tener una de frutos secos y cafés, pero llegado un punto era inviable poder conciliar y tuvo que dejarla para ocuparse de mi hermana y de mí», cuenta Olaya.

El ejemplo de una madre «todoterreno», al igual que los cuentos que le contaba cada noche, siempre la alentó a ella, haciéndola sentir que «se puede salir adelante». «Ese valor lo he visto en casa desde muy pequeña», recalca.

Además de arriesgar como emprendedora, Olaya se hace cargo a día de hoy del cuidado de sus abuelos, sus «segundos padres». «Yo tanto puedo estar en un acto con los que eran príncipes de España como ir a cambiarle el pañal a mis abuelos; no se me caen los anillos. No puedes vivir en una burbuja y no implicarte en las realidades que te tocan. Lo importante en la vida es que seas la mejor persona que puedas, porque es la huella que va a quedar. Lo material se queda aquí. El sentido de la vida es trabajar por la gente que quieres, porque eso no vuelve. Lo aprendí de los palos que me dio la vida. Aquella ‘‘presidenta de España’’ se ha convertido en alguien que les cambia los pañales a sus abuelos con una sonrisa en la cara, muy orgullosa», concibe.

Olaya montó su empresa de «bisutería con alma» tras afrontar el «momento más terrible» que cabe pensar. Del palo más duro que le dio la vida, la muerte de su hijo Martín, hizo ella una pieza de ebanista. Al reincorporarse a su trabajo por cuenta ajena tras la baja de maternidad, y la muerte de su pequeño de tres días, intentó hacer vida normal como periodista, pero el día a día de la profesión no lo puso nada fácil. Fue imposible. «Volví al trabajo siendo una madre que acababa de tener a su hijo muerto en brazos», relata.

Estuvo de baja laboral casi un año y no veía la manera de retomar la vida que tenía antes de ser madre en duelo. La Navidad antes de dejar la empresa en la que trabajaba le hicieron un regalo especial. «Yo echaba mucho de menos a Martín y para distraerme me regalaron un kit para hacer pulseras. Con unos lacitos lilas y rosas hice una pulserita con su inicial, con la M. Como tenía Instagram, compartí una imagen y un mensaje mostrando la pulsera. Y empezaron a lloverme mensajes de gente que quería una pulsera igual para recordar a sus bebés».

M.MORALEJO

PÍLDORAS CONTRA LA IGNORANCIA

El duelo duele, violenta, incomoda, más si trastoca las leyes de la vida. Es un tabú «que no nos han enseñado a gestionar emocionalmente». Y afecta a una de cada cuatro mujeres que no llegarán a tener a su bebé en brazos o no le verán cumplir ni un mes de vida. El duelo gestacional está pendiente de maduración social. y han de revisarse esas cosas que se dicen a quien pierde un bebé para intentar consolarle. «No se valora a los bebés que mueren en los vientres de sus madres. Y no eres madre después de nueve meses de embarazo. Eres madre desde el minuto uno», advierte Olaya, que da cuenta en la red de todas las frases que no debemos decir, y se suelen decir, ante un duelo como el que ha vivido.

Entrar en la asociación Bolboretas no Ceo, de amparo para las familias que sufren un duelo gestacional o perinatal, y estar en contacto con otras madres a Olaya la arropó en su dolor y le hizo tomar conciencia de cosas. A los hospitales, estas mujeres llevan, entre otras prendas de sensibilidad, arrullos para bebés prematuros. Lo que encuentran a veces no es esa alegría temerosa de la mamá primeriza que aprende los rasgos de su bebé, sino tragos durísimos. «Nos hemos llegado a encontrar casos de mamás que han tenido que parir en el váter a bebés de cuatro meses por mala praxis», cuenta.

Conocer desde dentro realidades como esta ha alentado a Olaya a hacer en redes una labor divulgativa que nutre a decenas de miles de seguidores y rompe esa burbuja asfixiante que es sufrir en silencio la pena más honda. A la lucha con las instituciones se suma la batalla con las opiniones desinformadas de algunas personas. «En esa labor divulgativa del duelo perinatal y gestacional, somos poquitas, pero sé que estamos dejando huella», se reconforta.

«Mi hijo Martín pudo nacer y tuvo tres días de día. Lo pude registrar. Oficialmente, siempre va a ser mi hijo, otras madres no pueden decir eso siquiera»

El día que Martín murió, la Olaya que había vivido hasta la fecha también murió, cuenta. «Solo te fuiste físicamente —le escribió esta mamá a su pequeño—, pero los dos dejamos de latir. Dejó de latir la Olaya que yo conocía hasta ese momento y nació otra persona, la Olaya más empática, una Olaya con otro punto de vista, otro objetivo y otros valores». Nos cala de emoción al recordarlo. «Yo me morí el día que murió mi hijo Martín, pero renací de manera diferente», asegura.

«Soy otra persona desde que vi morir a mi hijo en mis brazos. Nunca voy a recuperar la felicidad que tenía antes de que eso ocurriera, pero he aprendido a ser feliz valorando otras cosas. Me da rabia que digan que el duelo dura seis meses, ¡qué ignorancia!. Nunca es un pasar página. Tengo grabada una frase de mi madre: ‘‘Solo se muere el que se olvida”», comparte quien luchó durante años para quedarse embarazada y poder tener a sus hijos. Y sufrió en ese largo proceso varios abortos.

Olaya tiene y siempre tendrá dos hijos. «Mi hijo Martín pudo nacer y tuvo tres días de día. Lo pude registrar. Oficialmente, siempre va a ser mi hijo, otras madres no pueden decir eso», lamenta. Y se cuida de señalar torpezas que cometemos por ignorancia muy a menudo, como hablar de la «pérdida de un hijo»: «Se pierden unas llaves, no un hijo. Perder tiene una parte voluntaria. Pierdes las llaves porque olvidas donde las has dejado. Usamos perder como eufemismo de morir. Es imposible suavizar este hecho», explica.

De los nombres de sus hijos, Nico y Martín, nació su criatura Martinicos, que va creciendo a pasitos. «Lo más bonito de este trabajo son las historias que hay detrás de cada pieza que haces. A veces, son las letras de la última carta que te dejó tu padre o el último dibujo que te hizo tu hijo. Esto me llena el corazón», revela Olaya, una madre emprendedora de Vigo al cielo, que agradece a la medallista olímpica Ana Peleteiro que haya dado el paso de compartir su duelo gestacional, por abrir la puerta del dolor de otras personas que aún no han podido poner palabras a ese silencio.