Álvaro Bilbao, el neuropsicólogo más seguido de España: «No siempre los niños están mejor y más cuidados cuando miramos solo por ellos»

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Álvaro Bilbao, padre de al menos una generación de niños con los consejos de su libro superventas «El cerebro del niño explicado a los padres».
Álvaro Bilbao, padre de al menos una generación de niños con los consejos de su libro superventas «El cerebro del niño explicado a los padres».

«Si tu hijo se olvida los deberes, no seas el superpadre que los consigue por WhatsApp, eso no le ayuda, al revés», afirma este padre de tres hijos y de toda una generación de niños. Las rabietas, el vaso de agua antes de dormir y «la hormona del apego» son un libro abierto gracias a él. «El cerebro del niño explicado a los padres» cumple diez años ganando altura

09 oct 2025 . Actualizado a las 18:16 h.

Los tres cerebros que tenemos se comprenden como el mejor contado de los cuentos con las anécdotas, la teoría y los consejos del neuropsicólogo Álvaro Bilbao, autor del superventas El cerebro del niño explicado a los padres, padre de tres hijos y cómplice de miles de madres y padres que quieren hacerlo razonablemente bien, pero no son ni solo padres ni aspiran a la condecoración imposible de seres perfectos.

—Con la empatía con madres y padres marcaste la diferencia respecto a los expertos que dan lecciones. ¿Cómo valoras este estirón de diez años, el crecimiento en lectores de «El cerebro del niño explicado a los padres», que cumple una década?

—Es un sueño seguir hablando de El cerebro del niño explicado a los padres diez años después y despertando tanto interés en los padres. El otro día me dijo mi mujer: «Después de diez años es casi como si hubieras criado a una generación entera de niños, ¿no?».

—¡...Y de padres! Somos algo hijos de tus consejos también los mayores.

—Yo siempre digo que me pongo casi más en el lado de los padres que en el de los niños. No soy el típico psicólogo que dice «el niño tiene que estar feliz y contento». Es importante que los padres puedan estar tranquilos y educar desde el corazón, con unos poquitos consejos.

 "Los límites son muy importantes. No solo tiene que haber crianza, también debe haber educación"

—¿Qué necesita sobre todo un niño de hoy que le podamos dar sus padres?

—No siempre los niños están mejor y más cuidados cuando solo miramos por ellos. Los niños necesitan cosas que tienen que ver con lo que los padres sentimos y los padres necesitamos. Necesitan momentos de estar un poquito más quietos y un poco más callados, porque eso les va dando habilidades. ¿Los niños de hoy en día? Creo que siguen necesitando mucho afecto y atención, pero sobre todo desde hace diez años los niños necesitan equilibrio.

—¿Equilibrio en qué sentido?

—Que los padres sepan equilibrar el afecto, el tiempo y el cariño por sus hijos con sentido común.

—¿Qué implica el sentido común?

—Que haya normas, que los padres vayamos empujando para que ellos sean cada día algo más independientes y vayan pasando esas etapas que les van dando cada vez más autonomía. Y lo que necesitamos los padres es estar tranquilos y dar a nuestros hijos todas esas cosas que configuran el cerebro, que muchas veces son contradictorias y muy variopintas. A veces muy intuitivas, y otras veces, son contraintuitivas.

—«Tenemos tres cerebros en uno», dices. ¿Cómo hay que entenderlo?

—Es una idea poderosa que nos ayuda como padres. El cerebro se puede dividir de forma física y metafórica en tres cerebros: el primero es el cerebro primitivo, el que nos da el instinto, la necesidad que tiene el niño de comer, de dormir, de sentir el cariño y la protección de los padres. Luego está el cerebro más emocional, que se desarrolla alrededor de los 18 meses y es un cerebro que va a guiarnos toda la vida si hemos aprendido a escucharlo. Nos va a decir hacia dónde ir si queremos sentirnos mejor y cómo evitar situaciones que no nos hacen sentir tan bien. Y ese es un cerebro que los padres educamos cada día cuando les damos cariño, les escuchamos o ponemos palabras a sus emociones. Por último, tenemos el cerebro racional, que hay que educar, que contiene herramientas como el lenguaje, la memoria, la creatividad, las matemáticas y la resolución de problemas. Y en esas habilidades influye que les dejemos aburrirse o les contemos historias, que encienden su deseo de aprender, que es al final lo que tienen que llevar a la escuela.

—Dejar que surja el deseo en los hijos, invitas, en lugar de atiborrarlos de estímulos. ¿El aprendizaje ha de ser lento cuando son pequeños?

—Sí, y si es así sucede una cosa que nos viene bien para conectar con nuestros hijos, que es conectar también los adultos con ese ritmo natural, más lento, de la vida y aliviar el estrés. Vivimos en una sociedad hiperexigente, frenética y llena de estímulos. Los niños necesitan lo contrario: aprender a su ritmo, a través de la experimentación, del ensayo-error.

—¿Cuanto menos juguetes y menos sofisticados mejor?

—Hay estudios científicos que demuestran cómo los niños se benefician de tener menos juguetes delante que muchos. Esto no quiere decir que no tengas juguetes en casa, pero hay que dosificarlos, guardarlos en el armario... La calidad del juego de un niño que tiene uno o dos juguetes delante es mayor que la calidad del juego del niño que tiene delante siete u ocho juguetes. Se concentra mejor, le saca partido, imagina más, en lugar aburrirse rápido e ir a por el siguiente estímulo. Tenemos que revertir esa hiperestimulación.

"Un padre que vino a uno de los primeros cumpleaños de mis niños se sorprendió mucho cuando vio que en la mesa había gusanitos, sándwiches de Nocilla y todas esas cosas. Los niños tienen que disfrutar"

—Ni acelgas ni judías son lo fundamental para que un niño crezca sano. ¿Qué es más importante que comerse la verdura y el pescado?

—Te voy a contar una anécdota. Un padre que vino a uno de los primeros cumpleaños de mis niños se sorprendió mucho cuando vio que en la mesa había gusanitos, sándwiches de Nocilla y todas esas cosas. Los niños tienen que disfrutar. Es importante que aprendan a comer bien, pero tenemos claro por muchos estudios que comer bien no se consigue forzando. Al contrario, forzar puede producir que los niños desarrollen una neofobia. Lo importante es la constancia y el ejemplo de los padres. Tratar bien a los demás va a ser lo que más va a ayudar a los niños. «Quiero que se vaya a bañar antes de dormir, ¿cómo lo consigo?». No le puedo gritar, pero tampoco dejarle que no se bañe. ¿Qué te parece si pruebas una herramienta tan sencilla y antigua como es la insistencia?

—Ha de ser una insistencia tranquila.

—Bueno, puedes perder alguna vez los nervios y no pasa nada. Si llevas toda la semana de baños peleados, al final es «te vas a bañar y punto». La paciencia tiene sus límites y es importante que los niños sepan que los padres somos humanos y tenemos límites. De hecho, la razón de que muchas veces no nos hagan caso a la primera, la segunda o la tercera es que les estamos entrenando en que hagan caso a la quinta. Si le dices a tu hijo una sola vez que vaya a bañarse sin irte tú a doblar la ropa entiende que es a la primera.

"Los niños tienen hoy estrés social, tienen demasiados planes”

—«Pobre del niño que tenga unos padres perfectos» fue una de tus advertencias. ¿Qué mal hace un padre ideal?

—Es un ejemplo de hiperexigencia. Si algo no funciona o sale mal, se desmoronan con facilidad, no están disfrutando de esa paternidad o maternidad. Tenemos que saber relajarnos, asumir que cometemos fallos, que un día se nos olvida recoger al niño y llegamos tarde y que hoy hay salchichas para cenar, y eso es un sano ejemplo de amor propio y autoestima.

—¿El mejor regalo inmaterial que les podemos hacer a nuestros hijos?

—La confianza. Veo que hoy hay mucho miedo al sufrimiento de los niños, a que le pongan una mala nota en un dibujo o que simplemente él vaya al colegio y vea que su dibujo es más feo que el de otros. Si ahí el padre le ayuda está disminuyendo su autoestima. Hay algo que digo mucho en consulta: muchas veces a base de construir nuestra autoestima como padres mutilamos la autoestima de nuestros hijos. Si tu hijo se olvida los deberes, no ayuda que seas el superpadre que los consigue por WhatsApp. Tu hijo se va a sentir incapaz de conseguirlo él la próxima vez. Tú no te puedes hacer mayor y responsable por él.

—¿En estos diez años has visto cambios en los padres y las madres?

—Una cosa que ha cambiado mucho del 2015 al 2025 es que en el 2015 la mayoría de los padres pensaban que que sus hijos jugasen con tablets les hacía más inteligentes. Ahora los teléfonos están en medio de nuestro tiempo y nuestras conversaciones con los niños, porque antes teníamos WhatsApp y Google. Ahora hay muchas más redes. Otro cambio que hemos visto es más sobreprotección. A los padres nos da miedo decir que no. Educar en positivo tiene que ver con la disciplina, no solo con el amor. Si no enseñamos a los niños a gestionar la frustración, no van a tener habilidades. Hay ideas bonitas que no son prácticas. He visto niños de 6 años a los que sus padres persiguen por casa porque el niño no se sienta a la mesa a cenar, cena mientras juega. No es adaptativo. Los límites son el suelo que pisamos, nos hacen sentirnos seguros. Son el suelo psicológico de la estructura emocional. Hay toda una corriente de padres que solo creen en dogmas de conexión infinita, frustración cero y amor absoluto. Los límites son muy importantes.

—Las madres y padres tienen derecho a vivir y los hijos a ser educados.

—No solo criados, ¿no? Hoy hay más crianza que educación.

—¿Qué te dijo a ti el carnicero que te cambió el chip en un instante como padre?

—Un día me vio cansado, quejándome de la rutina con mis hijos, y me dijo: «Con los hijos las cosas pasan solo una vez. Si lo pierdes, nunca volverá». Esa frase cambió mi filosofía.

—«Evita colmar todos los deseos de tu hijo». ¿Por qué?

—Hay que diferenciar entre una necesidad y un deseo. Si te pide brazos con 3 años, es una necesidad de protección. Pero si un mes antes de su cumpleaños te pide un muñeco de Bluey es un deseo. Un día vi a un niño señalando un juguete y diciéndole a su madre: «Lo necesito». Y ella: «No lo necesitas, lo quieres». No puedes colmar todos sus deseos. Hoy es impensable que un niño no pueda ir a un cumpleaños. La mayoría de los niños tienen hoy un estrés social..., tienen demasiados planes.

—Y fiestas de pijamas para no dormir con 6 o 7 años...

—Con 6 años no quieren ir a dormir a casa de un amigo, van porque van sus amiguitos. El cerebro de los niños es algo muy delicado. Hay que dejarlos descansar, y dejar de hiperestimularlos.