Laura Gómez, la profesora de matemáticas que triunfa en redes: «Hay un teorema para no sentar juntos en una boda a personas que no se lleven bien»
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Ella aprendió a base de fórmulas, dice que entonces no se estilaban los casos prácticos, pero cuando comenzó a dar clase los quiso encontrar para que sus alumnos entendieran bien las matemáticas. «Es muy importante quién te las dé», asegura
14 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Dice que el profesor de Matemáticas es determinante para que las ames o las odies. A ella, que siempre le gustaron desde niña, hubo un año que se le atragantaron por esta razón. Para derribar los mitos que hay en torno a esta asignatura, sobre todo el de que «no sirven para nada», Laura Gómez, que es profesora de Matemáticas de niños de 12 a 18 años, triunfa en redes sociales (@laurimathteacher) haciéndolas llegar de una forma bonita a sus seguidores, entre los que están sus alumnos. «Me escribe mucha gente adulta, de 40 para arriba, para decirme: “En tres minutos acabo de entender algo que en el instituto nunca llegué a comprender”», indica Laura, que acaba de publicar 101 tips de matemáticas para la vida real, un libro dedicado a adolescentes inicialmente, aunque también puede ser útil para alumnos «curiosos» de 5º. y 6º. de primaria y para profesores que quieran utilizarlo para ponerlo en práctica en clase.
—¿Cuál de los 101 «tips» fue el más difícil de explicar de manera sencilla?
—Sobre todo la parte financiera, porque es un tema que no se trata mucho en el instituto, no se ve mucho, para mí era muy complicado ver de qué forma podía enfocárselo para que ellos lo entendiesen más o menos. Porque, al final, nosotros, los adultos, como lo manejamos, lo tenemos un poco más dominado, pero para los chicos jóvenes es algo nuevo, diferente. Es importante que vayan sabiendo, o que les vaya sonando, desde adolescentes lo que es el IVA, el IRPF...
—¿Y cuáles aplicas más sin darte cuenta en tu vida cotidiana?
—Yo creo que los repartos proporcionales, que muchos los conocemos como la regla de tres, por ejemplo. También los porcentajes, a la hora de hacer descuentos del IVA, del IRPF... Creo que esa parte de las matemáticas es la que más utilizamos. Por supuesto, el tema del cálculo, operaciones con decimales, cuando vamos a comprar fruta, carne... pero lo que más se utiliza es el reparto proporcional.
—¿Cuál ha sido el mayor reto a la hora de traducir estos conceptos matemáticos al lenguaje de las redes sociales?
—Siempre intento buscarle la aplicación en la vida cotidiana, o algo que a la gente le resulte familiar o que puedan ver como tangible. La broma esa de «los logaritmos es algo que no voy a entender nunca» o «¿eso para qué sirve?». Pues al final si explicas que, gracias a los logaritmos, está la escala Richter para poder medir los terremotos, por ejemplo, o el pH... Intento bajar las matemáticas a nuestro mundo, y quizás ellos viendo cuál es la utilidad que tienen, y que realmente lo usan o necesitan eso para poder vivir, aunque digan que no, porque igual tú directamente no lo usas, pero estás usando algo que alguien ha tenido que programar para que tú lo uses, por ejemplo, los teléfonos móviles, internet... Todo eso lleva una cantidad de matemáticas detrás increíble. Tú no estás usando las matemáticas en sí, pero sí algo que está lleno de ellas.
—¿Has notado que la gente pierde más el miedo a las mates con ejemplos prácticos?
—Sin duda, porque mucha gente piensa que las matemáticas no sirven para nada, «¿para qué quiero saber esto?», lo ven como algo superabstracto, entonces creo que es muy importante bajárselo a nuestro mundo para que realmente vean la utilidad, vean que lo necesitan y eso, les haga tener la necesidad de aprenderlo para poder aplicarlo.
—¿Dónde hay mates que no vemos?
—Un ejemplo que tengo yo ahora muy cercano, porque me caso el año que viene, es cómo organizar las mesas de la boda. A la hora de organizar las mesas, hay una rama de las matemáticas que en el instituto no se trabaja, pero en la carrera sí, que es la teoría de grafos. Con un teorema de coloración de grafos se intenta buscar, por ejemplo, que si hay dos personas que no se llevan bien, no coincidan en la misma mesa. Las señalamos con colores diferentes, y siguiendo todo el algoritmo del teorema nos va a permitir sacar todas las mesas sin que coincidan esas personas. Son cosas muy interesantes, que a lo mejor la gente no sabe que se están aplicando las matemáticas.
—Otro ejemplo...
—Los carteros. Cuando van a organizar la ruta que tienen que seguir, eso también es teoría de grafos. De hecho, hay un teorema que es el del cartero chino, y eso, al final, es buscar cuál es el camino más corto pasando por todas las casas sin repetir, para optimizar los trabajos y que sean rentables.
—También cuando en el súper haces cuentas de qué paquete compensa por precio y peso.
—Sí, claro, a lo mejor estás viendo un precio más caro y otro más barato, pero realmente tienes que pararte a ver cuánto cuesta cada kilo o cada gramo, que igual aparentemente es más caro, pero al hacer la conversión sale más económico. Creo que hay que conocer todas esas matemáticas, que nos ayudan también a que no nos estafen.
—¿Por qué tienen tan mala fama las matemáticas?
—Ahora es verdad que cada vez más se está cambiando la forma de enseñarlas. Antes eran matemáticas de manual, el profesor entraba superserio, soltaba su charla mirando a la pizarra, con poca interacción con los alumnos... Era otra forma diferente, más distante. Eran más serias, de «hay que aprender todo en abstracto, toda la teoría, cómo se estructura... ».Y quizás ahora nos estamos centrando un poco más en bajar esas matemáticas, que vean que se pueden aplicar en su día a día, a buscarles el lado práctico. Hemos cambiado, afortunadamente, la forma de transmitirlas, pero todavía queda mucho, porque es muy importante, aparte de eso, el profesor o profesora. La forma que tenga de explicarlas es clave, porque hasta a mí, que siempre me han encantado, un año las odié por el profesor que tuve. Es muy importante que sepan transmitirlas y hacerlas llegar de una forma bonita a los alumnos.
—¿Y la Laura estudiante de qué era: de fórmulas o de casos prácticos?
—En aquella época, más de fórmulas, porque era lo que me enseñaban, tampoco conocía otra realidad. No se llevaba tanto el caso práctico, eso lo he ido aprendiendo con el paso de los años. Conforme yo empezaba a explicar, primero en clases particulares, antes de dar clase en los institutos, los alumnos no lo entendían, y me decía: «Venga, Laura, piensa de qué manera puedes hacer que este alumno lo entienda». Intentaba buscar ejemplos y cosas prácticas, y a raíz de eso, buscando para que lo fuesen entendiendo, yo misma fui encontrando esos casos prácticos.
—¿Qué le dirías a alguien que odia las matemáticas?
—Primero, que tuviese paciencia a la hora de estudiarlas, que a la primera de cambio que no le salga un problema o que no entienda algo, no se den por vencidos, porque a la primera es muy difícil que se entienda algo. Pero cuando lo entiendan, les va a encantar, eso está probado. Segundo, que no se paren solo en lo que les expliquen en el instituto, que investiguen, que busquen curiosidades, más allá de la fórmula de la ecuación de segundo grado, por ejemplo, la sucesión de Fibonacci, el número áureo, o cómo se utilizan en el arte, en la pintura... porque, aunque al final son datos curiosos, pueden hacer que alguien les encuentre ese lado interesante.
—¿Hay alguna reacción de tus seguidores que te sorprendiera al compartir un «tip»?
—Lo que más sorprende es que tengo muchos comentarios de gente adulta, de 40 para arriba, que me dicen: «En tres minutos acabo de entender algo que en el instituto no llegué a entender nunca». Cuando me dicen eso, para mí es supergratificante y es lo que me impulsa a seguir día a día dedicándoles tantas horas.
—¿Cómo pueden las matemáticas ayudarnos a tomar mejores decisiones financieras?
—Haciendo un estudio previo, por ejemplo, cuando yo me compré la casa, estuve haciendo muchísimas cuentas de qué era mejor: si dar una entrada más grande y financiar en equis meses el resto o dar una entrada más pequeñita. Es muy importante que hagamos nuestras propias cuentas, que luego no nos engañen que yo luego he ido al banco y me decían otros números diferentes.
—¿De los 101 «tips» del libro, cuál crees que tiene el poder de cambiar la visión de alguien que odie las matemáticas?
—Hay uno muy gracioso, que sobre todo a las chicas les encanta, que es el de cuántos conjuntos diferentes se pueden hacer con equis prendas de ropa. Al final, eso les llama la atención y dicen: «¡Pero si eso a mí me interesa muchísimo!».
—¿Has conseguido atraer a muchos alumnos del lado oscuro?
—Sí, sí. Y es de las mejores cosas que tiene la docencia. El ver cómo alumnos que tú creías que estaban perdidos o que no tenían ganas de estudiar, poquito a poco con el trabajo diario, has conseguido que se interesen por la materia, y no solo acaben aprobando, sino sacando notas.
—¿Tus alumnos te siguen en redes?
—Hombre, los primeros. Hay algunos que me dicen: «Empecé siguiéndote, pero he dejado, porque ya bastante tengo con verte en clase. Y digo: «Pues sí, qué pena, pero tiene razón».