Ainhoa Abaunz, de Cantajuego: «Aunque los tiempos cambien, los niños siguen hablando el idioma del amor»
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Con motivo del 20 aniversario de la formación, el grupo recala en Galicia -el 1 de noviembre en Vigo, y el 2, en A Coruña- con un espectáculo especial que repasa toda su trayectoria
22 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Ya han pasado 20 años desde que Cantajuego vio la luz como un proyecto dirigido a las escuelas infantiles para hacer un trabajo psicomotriz y psicopedagógico. Pero el éxito fue tal que hoy el cancionero infantil no se entiende sin los chicos del peto vaquero. Ainhoa Abaunz (Azpeitia, Guipúzcoa, 1986) lleva 17 años formando parte del grupo y dice que se ha convertido en una filosofía de vida. Asegura que la clave del éxito es ser un niño más cuando se suben al escenario y saber conectar con ellos en cada momento.
—¿Qué sientes al mirar atrás y ver todo lo que ha significado Cantajuego en estos 20 años?
—¡En qué momento ha pasado tanto tiempo! Lo que siento es agradecimiento y amor, y una sensación de querer devolver todo el cariño que el público nos ha dado haciendo lo que más me gusta, la música, y también un trabajo en valores junto a otros compañeros y un equipo impecable. Al final hemos formado una familia.
—¿Qué tiene que tener un chico o chica Cantajuego?
—Todos los que formamos Cantajuego, aparte de ser artistas, porque somos un elenco de cantantes, bailarines, actores, acróbatas, etc... Somos gente formada en pedagogía, que nos hemos dedicado a enseñar, como maestros de teatro o de niños. Yo misma estudié para ser profesora de inglés. Desde siempre he trabajado con niños, y no tan niños, haciendo esta parte pedagógica. Entonces creo que, aparte de artista, maestro y demás, un amor hacia los niños incondicional. Hay que conocerlos, saber escucharlos y saber lo que necesitan en cada momento. Ese es el secreto de Cantajuego.
—¿Quién ha cambiado más en estos 20 años: vosotros o el público infantil?
—Yo creo que todos. Nosotros también hemos crecido, hemos aprendido, nos hemos adaptado a los tiempos, empezamos trabajando en cedés y ahora todo es tecnología. También los niños funcionan diferente, hay mucho estímulo, entonces, hay que captar su atención desde otro lugar. En ese sentido, nosotros hemos tenido que adaptarnos.
—¿Cuál es la clave para mantenerse vigentes durante todo este tiempo?
—Aunque los tiempos cambien, los niños siguen hablando el mismo idioma, el del amor, del corazón. El niño lo único que quiere es que le quieras, que le prestes atención, que juegues a su juego, que hables el mismo idioma que ellos. Nosotros en cada show nos convertimos en un niño más. Da igual si las tecnologías han cambiado o si las canciones ahora tienen un ritmo o estilo diferente, el niño sigue siendo niño.
—Si tuvieras que definir estos 20 años en una sola palabra.
—Agradecimiento. Pero también podría decir que es un sueño, porque es un sueño poder vivir de lo que a uno le apasiona. Pero también saber que llegas a la gente, y todas esas historias que nos cuentan. Lo más bonito de nuestro trabajo es ver que ayuda a niños, tanto sea para hablar, para moverse, que nos digan que es un estímulo diario para los que tienen discapacidad. Realmente, que lo que hacemos sea útil. Me quedo con tres: agradecimiento, amor y un sueño.
—¿Hay niños en tu familia o en tu círculo cercano?
—Sí, a mí me encantan los niños, y cada vez que voy a mi pueblo, imagínate. Si hacemos una comida es «¡qué bien que viene Ainhoa y ya tenemos animadora de la tarde!». Pero es natural en mí, me encanta jugar con ellos, se me olvida que llevo tacones o que voy con un vestido y que no me puedo tirar por el tobogán, porque me siento una más. Son los mejores amigos.
—¿Qué te han enseñado los niños?
—A estar presente y la importancia de las pequeñas cosas, porque muchas veces con los ritmos frenéticos que llevamos, y en las responsabilidades del día a día, tenemos la cabeza en lo que tengo que hacer después, y cuando estás con los niños prestándoles toda tu atención, te enseñan que lo que realmente tiene valor es el ahora.
—¿Te reconocen por la calle sin peto?
—Cuando me lo quito, pienso que no me conoce nadie y me llevo la sorpresa de que alguien me para o me mira con el móvil en la mano porque duda.