Volver
';
Patente de corso

Santos como Dios manda

Arturo Pérez-Reverte

Viernes, 31 de Octubre 2025, 11:28h

Tiempo de lectura: 4 min

Entro a menudo en las librerías San Pablo de Sevilla y de Madrid. Me gusta comprar libros de Hans Küng para los amigos, echar un vistazo a las nuevas ediciones de la Biblia, repasar lo que hay de patrística y teología: cada cual tiene sus vicios más o menos confesables. Y el otro día me dio por mirar el expositor de estampitas. Y allí, entre los santos clásicos –san Francisco, santa Teresa, san Antonio–, me encontré con caras que no había visto nunca: muchachos con aire de alumnos aplicados, chicas de dulce sonrisa de catequesis, adolescentes en vaqueros. Son los nuevos santos y mártires modernos que la Iglesia lleva a los altares. Y en mi laica ignorancia, me quedé mirándolos con curiosa perplejidad. Háganse cargo: nací en 1951 y en el cole estudié Catecismo e Historia Sagrada, así que mi santoral aprendido se refiere básicamente a los santos de antes: los de parrilla, espada y fuego. Los que echaban a los leones. Soldados de Dios con un puntito de desafío en el suplicio, mártires de toda la vida, tipos y tipas duros, convencidos de que sufrir era su pasaporte a la eternidad. Ni ñoñerías, ni estampitas con sonrisas angelicales, ni mariconadas místicas: lo suyo era sudor, miedo, sangre y, a menudo, un sarcasmo final que desarmaba a sus verdugos. Santos, en fin, como Dios manda. Y la nómina resulta espectacular. 

Contenido exclusivo para suscriptores
La Voz
Suscríbete
para seguir leyendo
Lee sin límites toda la información, recibe newsletters exclusivas, accede a descuentos en las mejores marcas y muchas más ventajas