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Irene Miguel-Aliaga Sabia 08 | La científica que nos replantea nuestro cuerpo «Tenemos un cerebro en el intestino; las tripas piensan por ti»

Con motivo de nuestro 35 aniversario y en colaboración con la Fundación BBVA, hablamos esta semana con una de las investigadoras más innovadoras del momento, que desafía nuestras ideas preconcebidas sobre el sexo y que es capaz de 'colocar' nuestro cerebro en nuestras tripas. Irene Miguel-Aliaga es, además, la primera española en formar parte de la Royal Society, la institución científica más prestigiosa del mundo.

Por Carlos Manuel-Sánchez

Sábado, 18 de Junio 2022

Tiempo de lectura: 6 min

Irene Miguel-Aliaga (Barcelona, 1973) ha demostrado que el sexo no es un rasgo exclusivo de los órganos reproductivos, sino que otros órganos y células también pueden ser masculinos o femeninos, lo que tiene repercusiones insospechadas para la fertilidad, la nutrición y la susceptibilidad a enfermedades como el cáncer o la diabetes. Esta profesora de Genética y Fisiología en el Imperial College de Londres también investiga las neuronas ubicadas en el intestino, que actúan como un segundo cerebro capaz de tomar decisiones. Miguel-Aliaga ingresará el 15 de julio en la Royal Society, la institución científica más prestigiosa del mundo, a la que pertenecieron Isaac Newton y Albert Einstein. Un honor que nunca antes había conseguido una española. Y que este año también ha logrado la bióloga gaditana Carola Vinuesa.


XLSemanal. Hablemos de sexo…

Irene Miguel-Aliaga. Empezamos fuerte [ríe]. Hombres y mujeres padecen de manera diferente la mayoría de las enfermedades. Es distinta la incidencia de la enfermedad, su progresión, la respuesta al tratamiento…

XL. ¿A qué se debe?

I.M.A. En muchos casos no tenemos ni idea. Y es un problema serio. Porque hay fármacos que solo están probados en un sexo, normalmente en varones. Y se han dado casos de medicinas que funcionan en hombres, pero no en mujeres.

XL. ¿Por ejemplo?

I.M.A. El sesgo masculino en la investigación de los síntomas del ataque al corazón ha retrasado el diagnóstico en las mujeres. Por eso es importante entender no solo que hombres y mujeres somos diferentes, sino cómo de diferentes somos a nivel genético, molecular…

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POR QUÉ PASARÁ A LA HISTORIA
Su trabajo pionero (y muy original: experimenta con moscas del vinagre) ha transformado nuestra comprensión de cómo los órganos difieren según el sexo y también ha mostrado la importancia de la conexión entre el cerebro y el intestino para regular el metabolismo.

XL. ¿Pero esa diferencia no es algo evidente?

I.M.A. Solo lo parece… Abra cualquier libro de anatomía y los únicos órganos que verá segregados por sexo son los genitales. Sin embargo, la mayoría de los órganos no reproductivos difiere anatómica y genéticamente según los sexos.

XL. ¿Quiere decir que un hígado puede ser masculino o femenino?

I.M.A. Sí. En moscas, por ejemplo, hemos visto que el intestino femenino es más adaptable que el masculino. Crece mucho cuando tienen bebés. Las moscas no se quedan embarazadas, ¿vale? Ponen huevos. Pero hemos visto que también les crece el intestino a las ratonas preñadas. Y ahora estamos empezando a escanear humanos. Esa interacción entre intestino y fertilidad es algo inesperado. Pero tiene una contrapartida.

XL. ¿Cuál?

I.M.A. Que las células femeninas desarrollan tumores más rápidos y más grandes. Ojo, ahora hablamos solo de moscas. No podemos extrapolar a humanos.

XL. ¿Y eso qué puede indicar?

I.M.A. Se sabe que la mayoría de los cánceres afecta de manera diferente a hombres y a mujeres. Y esto se atribuye a las hormonas. Pero nosotros sugerimos que también deberíamos considerar el sexo de las células.

XL. ¿Pero las células tienen sexo?

I.M.A. Sí. Por ejemplo, se ha comprobado que en ratones machos el procesamiento del dolor depende de las microglías (células nerviosas); y en las hembras, de las células T (del sistema inmune). Así que las células no solo tienen sexo, sino que saben cuál es y qué tienen que hacer dependiendo de que sean masculinas o femeninas.

«Un hígado puede ser masculino o femenino. Las células también tienen sexo; no solo los genitales»

XL. Sus investigaciones también están abriendo nuevos caminos en nutrición, endocrinología…

I.M.A. Cuando se habla de nutrientes, pensamos en grasas, azúcar, proteínas… Menos en minerales. Pues bien, el intestino de la mosca, a veces, reacciona cuando ve que un alimento lleva zinc y hace que coma más de él. Creemos que el intestino sabe que, en ese momento, necesita ese mineral y que existe algún tipo de nexo con el apetito.

XL. Y usted, ¿ha cambiado su forma de alimentarse?

I.M.A. ¡Noooo! Trabajo con moscas [ríe]. Pero me tomo mi intestino en serio. Un kilo de cada uno de nosotros es microbiota.

XL. ¿Por qué trabaja con moscas?

I.M.A. Porque me permiten realizar experimentos genéticos con un grado de control que no encuentras en otros animales. Por ejemplo, puedo generar una mosca que sea enteramente macho y feminizar sus células intestinales.

XL. ¿Para qué?

I.M.A. ¡Para ver qué pasa! Hay moscas obesas, diabéticas, otras son unas gourmets. En nuestro laboratorio tenemos incluso una cocinera para las moscas.

XL. ¡Vaya! ¿Y qué les gusta comer?

I.M.A. Lo mismo que comemos nosotros, pero un poco podrido. Y les gustan el azúcar y el ácido acético, porque trabajamos con la Drosophila, la mosca del vinagre. Pero hemos comprobado que, si están poniendo huevos, prefieren proteína.

«La diferencia genética, molecular entre hombres y mujeres es muy importante: el sesgo masculino en la investigación de los síntomas del ataque al corazón ha retrasado el diagnóstico en las mujeres»

XL. ¿Y cómo pueden saberlo?

I.M.A. Porque los alimentos azucarados los teñimos de amarillo y las proteínas, de azul. Y, al rato, tienen la barriguita azul.

XL. Pero son insectos; nosotros, mamíferos…

I.M.A. Ya. Pero compartimos el 70 por ciento de los genes. Yo puedo poner y quitar un gen en su intestino, en su cerebro... Piense que la investigación con moscas ha dado seis premios Nobel.

XL. ¿Tanto nos parecemos?

I.M.A. Sí y no. Por ejemplo, no tienen páncreas y, sin embargo, producen insulina. Poseen células del cerebro que se dedican a eso. De hecho, se puede decir que tanto las moscas como nosotros tenemos un segundo cerebro en el intestino.

XL. ¿Quiere decir que a veces pensamos con las tripas?

I.M.A. Más bien que las tripas piensan por nosotros. Tenemos 500 millones de neuronas en el intestino. Y controlan un montón de cosas: cuánto comemos, el tipo de alimentos... Hay decisiones que toma el intestino y que tienen repercusiones en nuestra fisiología, nuestro humor…

XL. ¿Y por qué ahí?

I.M.A. Es un lugar estratégico. Piense que es un nudo de comunicaciones hacia el interior. Con el cerebro, con los órganos sexuales y con otros órganos… Y también con el exterior. Todo lo que comemos viene de fuera. Es el primero que recibe información sobre nutrientes, bacterias…

«Aunque no son mamíferos, las moscas comparten con nosotros el 70 por ciento de los genes. La investigación con moscas ha dado, de hecho, seis premios Nobel»

XL. ¿Es como una avanzadilla de nuestro sistema nervioso?

I.M.A. Eso es. Y la comunicación entre el intestino y el sistema reproductivo es muy intrigante. La placenta es un órgano que crece de la nada en los mamíferos. Y luego desaparece. Pero el intestino también crece en el embarazo y la lactancia.

XL. ¿En los animales se puede diferenciar entre sexo y género?

I.M.A. No. El sexo es biológico. Lo determinan los cromosomas. Hay organismos masculinos, femeninos, intersexuales y hermafroditas. El género es una construcción social que engloba diversas características psicológicas y culturales que definen a los individuos como hombres, mujeres, no binarios, trans… Los ratones solo tienen sexo.

XL. Las bacterias no tienen sexo. Se reproducen dividiéndose y pueden ser inmortales. ¿El sexo nos hace mortales?

I.M.A. ¡Esto se está poniendo muy freudiano! [Ríe]. Las planarias son gusanos asexuales a los que cortas en pedazos y se regeneran. El gran genetista Emili Saló las investiga.

XL. Me la imagino de pequeña diseccionando bichos…

I.M.A. ¡Qué va! Yo quería ser veterinaria, astronauta… Hasta que me regalaron un libro de Carl Sagan, Cosmos, y supe que quería ser científica. Y en lo de ser bióloga debió de influir que me encantaba la serie de televisión V, que iba de unos lagartos extraterrestres que invaden la Tierra. Los científicos de la resistencia estudiaban su biología para encontrar su punto débil. Ha pasado algo parecido con la pandemia. Los científicos se han organizado para salvar a la humanidad.

XL. ¿Su motivación es hacer algo útil por la humanidad?

I.M.A. Yo hago investigación básica. Si termina beneficiando a la humanidad, estupendo. Pero mi motivación es la curiosidad. Y las sorpresas que te encuentras por el camino.


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