Los hosteleros de Vilagarcía buscan soluciones para sortear el botellón

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

Esa práctica tiene un impacto directo en los balances de los negocios de ocio nocturno

19 ago 2023 . Actualizado a las 14:13 h.

La estampa sucede cada fin de semana, pero se magnifica en la noche previa a la Festa da Auga: cientos de jóvenes portan bolsas de plástico con las bebidas espirituosas de las que pretenden dar buena cuenta sin pasar por la caja de los establecimientos hosteleros. Uno de ellos, Félix Acuña, se lamentaba ayer profundamente por esta circunstancia a la hora de hacer una valoración de lo sucedido durante la celebración vilagarciana. «Mientras no hagamos algo con el botellón será una noche buena para los supermercados, pero no para la hostelería de la noche», subraya.

En el mismo sentido se pronuncia Richard Santamaría, responsable de La Malquerida, que, pese a que asegura que la afluencia de público por las barras que los establecimientos de la rúa Méndez Núñez habían instalado fue muy buena, hubo algún momento de la noche en el que el botellón se dejó sentir. Santamaría, por otro lado, se mostró muy satisfecho con la decisión del gobierno local de prescindir de las mangueras para mojar al personal, algo que, asegura, se venía reclamando desde la asociación de hosteleros de Vilagarcía desde hace un tiempo.

Una vez identificado el problema, los hosteleros buscan soluciones para minimizarlo. Así en la plaza de O Castro utilizaron una medida contundente y establecieron un control de acceso a la zona para evitar que los jóvenes entraran en el lugar con sus consumiciones llegadas de fuera en la mano. Fueron varios los que tuvieron que dar vuelta o apurar el trago, en una situación que se prolongó durante algunas horas por la noche. La medida no es nueva: durante la celebración del San Xoán, en O Piñeiriño realizaron una medida similar, pero en su caso para intentar limitar la rotura de la loza de sus locales. En cualquier caso, lo que queda claro es que la amenaza es poderosa, pero, asegura Félix Acuña, que no imbatible. «En Sanxenxo hay cero botellón, no debe ser tan difícil», afirma quien fuera presidente de la asociación de hosteleros.