El culpable del regreso del balonmano a Carril

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Mónica Irago

El proyecto arrancó hace seis años y se ha hecho un hueco con una cantera que crece día a día

19 may 2024 . Actualizado a las 23:19 h.

Que la vida da muchas vueltas lo sabe bien Javier Luengo, que ha acabado enredado con su deporte favorito, el balonmano, en un club que está a cientos de kilómetros de su Plasencia natal. En Carril es donde sienta cátedra este plasentino, que ha acabado en Galicia por amor y que es uno de los culpables de la resurrección del balonmano en la villa marinera vilagarciana. Luengo se vino a Vilagarcía, que fue donde acabó el proyecto de su carrera de ingeniería y, a partir de ahí, comenzó a buscarse la vida para seguir vinculado con un deporte que le apasiona. Estuvo ligado a al Asmubal Meaño, donde también ejerció como técnico y donde conoció a Víctor Garrido, que fue su punto de conexión con la Federación Gallega de Balonmano. Luengo se integró por primera vez en el balonmano femenino en Meaño, donde las cosas le fueron muy bien. «Conseguimos una Copa Galicia, una Copa Diputación y jugamos una fase de ascenso», recuerda de una etapa en la que acabó trabajando para la federación. «Con la federación fue una experiencia espectacular, pero lo dejé cuando nació mi segundo hijo», apunta.

Tras esa experiencia, Diego Doval, a través del EncestaRías, le ofreció la posibilidad de dirigir un proyecto para resucitar el espíritu del balonmano en Carril. Tierra la carrilexa en la que este deporte tenía tradición, pero en la que la actividad había desaparecido. «Me dediqué a empezar a ir a los colegios», recuerda Luengo, que se pateó varios centros escolares de Vilagarcía para intentar enganchar a los chavales a este deporte. Arrancaron con un equipo alevín femenino y esa generación de jugadoras ya está a punto de dar el salto a la categoría sénior. No fue fácil, porque en su etapa infantil hicieron un llamamiento a través de las páginas de La Voz para encontrar a más niñas que quisieran jugar el balonmano. Ya no podía haber equipos mixtos y ellas corrían el riesgo de quedarse sin jugar la temporada que estaba a punto de empezar. «Aquellos nos vino muy bien porque a partir de ahí empezaron un montón de niñas a jugar al balonmano y ahora mismo tenemos más fichas federadas de femenino que de masculino», subraya Luengo

El objetivo que ahora se plantean en el Balonmán Arousa es mantener los equipos que tienen en competición, cosa que nos les va a resultar sencilla porque reconoce el técnico que en la categoría infantil masculina van «un poco justos». La gran novedad es que Carril volverá a tener un equipo sénior masculino de balonmano. Llegará con una generación que salió el año pasado, que quieren seguir jugando y que se verá apoyada con jugadores procedentes de otros clubes. Al margen de ese equipo sénior, el club contará con un benjamín, dos alevines, un infantil femenino, un cadete femenino, un cadete masculino y un juvenil femenino.

Uno de los aspectos positivos, y destacados, que hace el Balonmán Arousa es que el club no se limita a formar jugadores, sino que forma también a entrenadores. De tal forma que la entidad les paga los dos primeros cursos de técnicos para que los entrenadores que estén con la base se planten ante la rapazada suficientemente preparados.

El crecimiento es notable y la expansión, inminente. Con el problema del mal estado del pabellón de colegio de Carril como húmedo día a día de los entrenamientos y hasta de los partidos del Balonmán Arousa, Catoira se ha convertido en un refugio perfecto. «Vamos a firmar un convenio con el Concello para utilizar sus instalaciones con el compromiso de intentar formar allí una base de jugadoras y jugadores. El pabellón de Carril tiene un déficit de mantenimiento, llevamos mucho tiempo reclamando que se arregle, y hay buenas palabras, pero pocos hechos. El alcalde y el concejal tienen buenas intenciones, pero no se concreta nada», lamenta Javier Luengo, que defiende las bondades del balonmano, un deporte que, dice, «lo puede jugar todo el mundo. Un niño que esté gordito, cabe en el balonmano; un niño bajito, también», asegura.