O Patacón, el Asturias o Casa Enrique: ¿qué bar de A Coruña resucitarías?

VIVIR A CORUÑA

Luis Ángel García, propietario de la tasca Odilo, en el 2010
Luis Ángel García, propietario de la tasca Odilo, en el 2010 César Quian

Nos vemos en los bares, en otros bares. Hubo un tiempo en el que las anécdotas nacían en locales de los que no queda ni el esqueleto. La Voz ha preguntado a diferentes perfiles de coruñeses cuál es la barra que más echan de menos, y hay diversidad de opiniones

16 ene 2024 . Actualizado a las 19:02 h.

Hay un cielo, en el que no reina la paz pero sí la alegría, donde descansan los calamares del Otero, los callos del Gasógeno, el espumoso de El Molino y el calimocho con mora del Asturias. El cierre de estos y otros locales dejó huérfanos a diferentes generaciones de coruñeses, que se quedaron sin gasolina para encarar el fin de semana y sin punto de reunión. Hoy nos vemos en los bares, en otros bares, pero son muchos los que, si pudieran, volverían a encontrarse en las que fueron sus cafeterías y pubs de cabecera, donde nacieron esas anécdotas que hoy ya huelen a batallita. 

Perfiles de diferentes edades y profesiones le cuentan a La Voz qué bar de A Coruña volverían a abrir por un día, porque Sabina también se equivoca y al lugar donde has sido feliz sí debieras tratar de volver.

Casa Enrique

Santi y Pily, dueños de Casa Enrique, en el 2006
Santi y Pily, dueños de Casa Enrique, en el 2006 No disponible

 Iván «Flashback» es un emblema de la noche coruñesa, pero él se queda con un plan de vermú. El propietario de El Milagro y La Cúpula volvería a abrir Casa Enrique, para reunirse «con los amigos del instituto y tomar unos tercios y tapitas de anchoa con queso». Sin poder concretar qué, asegura que este local tenía algo que lo hacía único y que muy pocos bares lograban. 

Situado en la calle Compostela, donde ahora se encuentra la joyería Tous, esta taberna abrió sus puertas en 1930 y se mantuvo en pie hasta el año 2006. Además de charlas informales alrededor de un vermú Cinzano, en Casa Enrique se reunió durante años la élite de la intelectualidad coruñesa, llegándose a recoger su historia en un libro titulado Casa Enrique, nuestra taberna.

El Otero

El bar Otero, célebre por sus calamares, cerrado
El bar Otero, célebre por sus calamares, cerrado EDUARDO PEREZ

En el 2010, la calle de los Olmos se quedó sin uno de sus locales icónicos: el Otero. Para Isabel Ruso, directora del IES Eusebio da Guarda, este era uno de los pocos bares que conseguía reunir a coruñeses de todas las edades consiguiendo un consenso: los calamares del Otero no tienen competidor. En Madrid, el restaurante gallego La Gran Pulpeira preparan unos «al estilo bar Otero» que, aseguran, no defraudan.

Bar Lugo

Situado en lo que entonces era la calle Joaquín Planells, ahora avenida do Ferrocarril, dejó huérfanos sobre todo a los taxistas y empleados de la estación de tren de San Cristóbal. Antonio Vázquez, al frente de Radio Taxi, indica que sería su candidato a abrir durante 24 horas. «Estaba operativo desde las cinco de la mañana, y nada más entrar te invadía un olor a café inconfundible. Aunque lo que volvería a tomar, sin duda, son sus callos inconfundibles».

El Asturias

Esos primeros millennials tenían en el centro de la ciudad un par de paradas tan obligatorias como próximas: el bar Asturias y El Molino. Rubén Moinelo, músico y líder del grupo coruñés Everet, cree que no serían pocos los que harían cola frente al local para tomar de nuevo un calimocho con mora. «Era un sitio brutal, te reunías con tus amigos a las ocho para tomar un calimocho y empezar la noche en los jardines [de Méndez Núñez]. Fue el punto de encuentro durante años de varias generaciones en una época en la que no había móvil; llegabas allí y si aún no había nadie sabías que tus amigos estaban al caer. Siempre pasaba y por eso tenía una magia especial».

 

Feypo

Fachada de la antigua hamburguesería Feypo en la avenida de Arteixo
Fachada de la antigua hamburguesería Feypo en la avenida de Arteixo EDUARDO PEREZ

La alcaldesa, Inés Rey, lamentó hace unos años el cierre de Feypo en Twitter (ahora X) diciendo que, como ella, seguro que más de uno había tenido que aprender a hacer hamburguesas a las seis de la mañana. El cierre de Feypo dejó rugiendo infinidad de estómagos, entre otros el de Borja Tosar. El astrofísico pasaba por este local de la avenida de Arteixo después «de pasar unas horas observando con mis amigos astrónomos». Le gustaría poder volver a aquella época y a la de tomar unas pizzas en el Nuevo Santa Cruz de Os Mallos, que para algunos se convirtieron en las primeras que probaron en la ciudad.

O Patacón

El arquitecto Carlos Pita se queda con O Patacón. Punto de encuentro de los primeros surfers herculinos, este profesional indica que le invade la nostalgia cuando piensa en este local del principio de la calle Orzán. O Patacón abrió sus puertas en 1979, un año simbólico y perfecto para poner en práctica un bar donde la gente pudiese expresar sus inquietudes artísticas. Como explicaron en una entrevista sus propietarios, este local conseguía reunir en la misma barra a surferos, punkarras e intelectuales.

Pachá

No es un bar como tal, pero algunos pasaban más tiempo en esta discoteca que en su propia casa. Situado en As Xubias, entre finales de los ochenta y principios de los noventa, los jóvenes herculinos vivían para poder ir a una fiesta de la espuma en Pachá. Diego González Rivas, cirujano torácico, asegura que este local le marcó cuando tenía «18 o 20 años y te empiezas a divertir. Me encantaría poder volver allí por unas horas».

Casa Odilo

Alvarito, referente de la choqueirada de Monte Alto, se queda con un bar de esta zona. Casa Odilo esa tasca de referencia a la que le volvería a subir la verja. Reducida hoy a escombros, Alvarito recuerda que iba todos los días, y que lo que más añora es que se trataba de uno de los pocos bares «donde todos éramos iguales». Lo explica: «Allí uno entraba y automáticamente se ponía a charlar con la gente, independientemente de quién fuera; las clases sociales no existían». Hace casi 14 años de su desaparición y algunos aún lo lamentan.