De A Coruña a la capital china de la porcelana: «En 2008 lo dejé todo y me matriculé en cerámica en la Pablo Picasso»

VIVIR A CORUÑA

Verónica Moar, coruñesa de 46 años, única española del certamen internacional de Jingdezhen, la capital china de la cerámica.
Verónica Moar, coruñesa de 46 años, única española del certamen internacional de Jingdezhen, la capital china de la cerámica. ANGEL MANSO

La coruñesa Verónica Moar está nominada a los prestigiosos premios Jingdezhen. Es la única representante gallega y española en el certamen internacional

22 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno nunca sabe dónde va a acabar. Y, para muestra, un botón: el de Verónica Moar (A Coruña, 1978). Licenciada en Filología, desarrolló su carrera como intérprete de signos. Y lo hizo en un trabajo que solo era eso. El cambio llega en el filo del cambio de década, la de los 30, con la llamada del artista. En este caso, la cerámica. Un nuevo rumbo que le ha llevado hasta los prestigiosos premios Jingdezhen. Es la única gallega y española en liza. Su obra ya está en China. El 17 de octubre sabremos si gana.

—¿Cómo de importante es este galardón?

—Jingdezhen es la capital de la porcelana china. Como referencia, hay una obra muy conocida de Ai Weiwei, que hizo cientos de pipas de girasol de porcelana que están expuestas en la Tate Modern de Londres. Pues Jingdezhen es el pueblo donde se realizaron. Entonces, es famoso por su dominio de la porcelana. Son el punto de referencia.

—¿Guarda esperanzas?

—Creo que recibieron más de mil solicitudes y hemos quedado 44 personas, pero en mi categoría solo somos 11 y hay dos premios. Pero bueno, para mí ya es un premio estar allí.

—La recompensa es interesante

—En dinero al cambio no lo tengo muy claro, como unos 4.000 euros. Y luego tienes la posibilidad de exponer una pieza y seis meses de residencia artística allí.

—¿Cómo se cruzó esta oportunidad en su camino?

—Me mantengo informada a través de un boletín de actualidad del mundo de la cerámica y cuando vi la convocatoria se me vino a la cabeza una pieza que hice en una residencia artística en el CICA, el Centro Interdisciplinar de Química y Biología de la UDC, que aunaba ciencia y arte. Entonces, creé una pieza en un laboratorio de biología y entendí que podía quedar bien en la categoría de innovación. Pero lo presenté sin pensármelo mucho.

—No podemos mostrar la pieza que ha presentado al concurso, pero explíquenos de qué se trata.

—Creé un bioplástico con un alginato que se obtiene de las algas. Entonces, creé una película transparente y puse partículas de una pieza de porcelana que aquí en el taller no salió bien, que pasa muchas veces. Por detrás de ese elemento, creé una plancha de porcelana con un filo de oro.

—¿Cuál fue la inspiración?

—La idea de esta pieza surgió en una residencia artística que empecé una semana después del fallecimiento de mi padre. Es una pieza que en su día le dediqué a él. Trata de explicar lo que es la ausencia. Se titula Lo que queda. Hace referencia a cuando una persona ya no está. El rastro que deja. Entonces la lámina de porcelana es como una toalla que está colgada. ¿Y cómo sabes que ha pasado alguien antes por ahí? Pues porque está arrugada, mojada, porque ha quedado un rastro que está ahí. Es esta idea.

—A pesar de este bagaje, llegó tarde a la clase de cerámica

—Yo soy filóloga e hice un ciclo de formación profesional en lenguaje de signos. Durante bastantes años fui intérprete de una persona sorda que tenía un cargo de dirección en la Federación Mundial de Sordos. Estuve muchos años trabajando de eso, pero en 2008 lo dejé y por no estar quieta me matriculé en la escuela Pablo Picasso en cerámica artística.

—¿Sintió la llamada de la arcilla?

—La verdad que podía haber sido otra cosa, también pregunté por fotografía, pero me pareció interesante la cerámica. Yo no planifico nada, sino que va llegando todo igual que ha llegado este certamen.

—Pero sí recibió la llamada del artista

—Cuando dejé mi trabajo, recurrí a esa parte más artística que siempre tuve presente, haciendo talleres en mi tiempo libre. Sentía la necesidad de expresarme de otra manera. Me matriculé y al cabo de unas semanas dije: “He caído donde tenía que caer”.

«Uno de miz trabajos más recientes ha sido con Loewe»

Este camino del artista se completa con una dedicación más llana, la de hacer vajillas para restaurante. Trabajo que cimenta el lado más poético de Moar.

—¿Cómo equilibra la parte artística con la funcional?

—Estoy intentando que tenga más peso la parte artística, pero para mantener el taller hago encargos para restaurantes con estrella Michelin o que se pueden permitir tener una vajilla mejor.

—¿Dónde podemos ver su trabajo?

—A día de hoy estamos en Culler de Pau, en O Grove. Pero el primer encargo que recibí, en el 2014, fue Abastos 2.0. Después vino Santiago Pampín, A Maceta, O Balado, algún restaurante de París, Mallorca...

—¿El área artística ha crecido al mismo nivel?

—Esa parte siempre es más complicada. La formación que recibí es de eso, pero es un terreno en el que cuesta más hacerse un nombre. En 2019 hice mi primera exposición individual en Santiago, en la Fundación DIDAC. A partir de ahí ha salido todo de manera bastante natural, con proyectos y exposiciones colectivas. Me representa una galería de Madrid, Ponce + Robles, y también he ido un par de años a ARCO.

—Ese desempeño le ha valido para trabajar con grandes firmas

—He trabajado para Adolfo Domínguez hace un par de años. Y lo más reciente ha sido con Loewe, en el Salone del Mobile Milano. Fueron unas piezas que giraban en torno al mundo del té. Pero no son piezas propias, las hice a partir del diseño de otros artistas. Fue un reto porque también se aprende mucho.

—¿Las residencias artísticas son esenciales para su desarrollo?

—Es una manera de equilibrar la parte funcional, que es donde se reciben más ingresos. Son una ayuda para sacar esos proyectos que marcan unos hitos en lo que es mi trayectoria. Por ejemplo, llevo desde el año 2016 haciendo la serie Lítica que son réplicas de piedras que veo en el paisaje. Luego también está Portas do mar, que es sobre los oficios de la pesca en A Coruña. Las residencias son ese respaldo para poder llevarlas a cabo.