El «Joker» de Joaquin Phoenix: El hombre que ríe

Eduardo Galán Blanco

CULTURA

16 oct 2019 . Actualizado a las 08:50 h.

Desde que la tinta china de la pluma de Bob Kane le dio vida sobre el papel, ya en 1940, poco a poco, a través de cómics, televisión y películas el principal enemigo de Batman ha ido construyendo una biografía cada vez más negra y dolorida. Y, cuando parecía que ya era imposible más retorcimiento -después de los físicos de César Romero, Jack Nicholson, Heath Ledger o Jared Leto-, el carácter trágico del eterno bufón Joker alcanza ahora siderales cotas expresionistas, dignas del teatro de Max Reinhardt.

Dicen que, cuando su colaborador le trajo una carta de póker de un Joker para que creara el personaje, Kane pensó en el actor Conrad Veidt -inolvidable en el filme Las manos de Orlac- y en la caracterización que el actor pergeñó para la vieja película muda El hombre que ríe, basada en la obra de Víctor Hugo, drama de un hombre condenado a una mueca cruel de por vida. Ahora, el director Todd Phillips, perpetrador de la insana gamberrada de Resacón en Las Vegas y de otras películas similares menos afortunadas, da un giro copernicano a su trayectoria con esta demoledora antipelícula de superhéroes. Nada de superpoderes, el Joker es un paria falible de infancia maltratada, una especie de Gaspar Hauser del sufrimiento que busca a su padre para pedirle explicaciones del porqué. La orfandad profunda del personaje, en todas sus acepciones, se enfrenta a la crueldad social de show televisivo -«es el mundo el que se ha vuelto loco, no yo», le dice a su terapeuta- que encierra y define a la Ciudad Gótica. Gothan City es una Nueva York sucia donde los colores desteñidos de sus calles y la piel gris de sus habitantes conforman una enfermedad insondable.

Joaquin Phoenix, actor genial, tan odiado como amado, es insustituible presencia para este Joker, alma en pena, físico en trance. Su cuerpo, delgado hasta la insania, descoyuntado, bailando a cámara lenta no mecánica -y también con la ayuda del obturador-, nos acerca a aquello que dijo Murnau sobre Nosferatu: «La maldad tiene que doler». «No creo que estar muerto sea tan doloroso como estar vivo», escribe en su libreta el Joker antes de ser el Joker. Y Phoenix, excesivo e inmenso, con su voz torturada y rota -¡oír la versión original es imprescindible!-, con su risa involuntaria que no deja de llorar y gritar, se convierte en un nuevo campeón del dolor.

«JOKER»

EE. UU., 2019.

Director: Todd Phillips.

Intérpretes: Joaquin Phoenix, Frances Conroy, Robert de Niro, Zazie Beetz, Glenn Fleshler, Brett Cullen, Sharon Washington, Shea Wigham, Bill Camp, Leigh Gill.

Drama / «Thriller».

122 minutos.