«Cucurella se bebe una estrella»: el lateral de la selección, protagonista en la cena de celebración de la Eurocopa

Iago García
I. GARCÍA LA VOZ

DEPORTES

Marc Cucurella durante la celebración en el hotel de la cuarta Eurocopa del combinado nacional
Marc Cucurella durante la celebración en el hotel de la cuarta Eurocopa del combinado nacional

El jugador del Chelsea tradujo la canción que la afición del club londinense creó para él. La cantó subido en una mesa y vitoreado por todos sus compañeros. Los actos continúan en Madrid esta tarde, con recepciones de Felipe VI y Pedro Sánchez; paseíllo por la capital y fiesta en Cibeles

15 jul 2024 . Actualizado a las 13:49 h.

Entre las apuestas de Luis de la Fuente en la lista de convocados para esta Eurocopa de Alemania que ha acabado ganando la selección española está Marc Cucurella. El lateral izquierdo ha demostrado una entrega total en el torneo, peleando cada balón a los rivales y haciéndose visible en el campo no solo por su calidad, si no por su melena. En una entrevista, el jugador del Chelsea aseguraba que su peinado característico, tan asalvajado en ocasiones como su juego, fue cosa de su madre. «El pelo me lo dejó tan largo mi madre para distinguirme en el campo», comentaba sobre su look. Junto con el extremo derecho Lamine Yamal, el delantero Nico Williams y el mediocentro Rodri, Cucurella ha sido una de las sensaciones de una competición que anoche concluía con España reinando en Europa con cuatro títulos continentales tras vencer a Inglaterra.      

A Cucurella se le quiere, y mucho, por su entrega y compañerismo. Desde la concentración ha defendido la labor de toda la expedición española, insistiendo en que «el trabajo del día a día hace mucho más que tener talento». Y hablando de talentos, él tiene una vocación de showman que no puede ocultar. De hecho, en la cena en el hotel tras conquistar España su cuarta Eurocopa en el Olímpico de Berlín fue, como suele decirse, el alma de la fiesta. El zaguero se subió a una mesa y desempolvó en la celebración la canción que los aficionados del Chelsea, el club londinense de la Premier League en el que juega, le dedicaron en su día

«Cucurella se come una paella, Cucurella se bebe una estrella, tiembla que viene Cucurella», entonó el 4 del combinado nacional ante unos exultantes compañeros que vitoreaban su actuación. Tradujo la canción que los hooligans del Chelsea entonan en Stamford Bridge para él: «Cucurella, Cucurella. He eats paella. He drinks Estrella... His hair is fucking massive». Marc se convirtió por unos minutos en el nuevo Reina, y como hacía aquel portero antaño, entretuvo a toda la expedición en los festejos del título europeo.   

La fiesta continúa este lunes en Madrid, con un baño de masas a la selección que cuenta con la siguiente agenda:

  • 14:10 horas: Aterrizaje en Barajas. Hasta la primera cita, en el Palacio de la Zarzuela, el equipo disfrutará de una comida.
  • 18:30 horas: el rey, Felipe VI, recibe al equipo en el Palacio de la Zarzuela y dirigirá unas palabras.
  • 19:30 horas: recepción en el Palacio de la Moncloa por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
  • 20:00 horas: el equipo se desplazará hacia la plaza de Cibeles en un autobús descubierto. Según la Federación Española de Fútbol pasarán por: Moncloa, calle Princesa, Alberto Aguilera, plaza de Colón, Jorge Juan, Serrano, Puerta de Alcalá, Alfonso XII, Montalbán y Ayuntamiento/Palacio de Comunicaciones/Cibeles.
  • 21:15: fiesta en Cibeles, con los jugadores sobre un escenario frente al Ayuntamiento.

La fiesta de España: Morata de Pepe Reina y la aparición de Dj Baena 

José Carlos Carabias. Enviado especial. Colpisa

Lamine Yamal no quiere abandonar el estadio Olímpico donde aún se conservan restos del desdichado gobierno nazi, esa campana de 1936 que simboliza terror. Se ha tumbado en el césped a jugar con un familiar, un bebé con chupete, con el que comparte la felicidad a eso de las 23:24 de la noche en Berlín. El césped ha asumido el color oro del confeti al levantar Morata la copa y Lamine se lo pasa en grande con el niño, juguetea con él, le hace carantoñas Nico, se juntan las familias Yamal y Williams entre los dos banquillos mientras el resto de la selección se ha ido al córner a celebrar con la afición española. Es media hora en el cielo del recinto donde la selección ha ganado la cuarta Eurocopa. La otra fiesta, la privada, se prolongó hasta el amanecer.

Se han vaciado tres cuartas partes del estadio, no queda una camiseta inglesa en el viejo estadio de las afueras de Berlín, y el jolgorio sigue. Luis de la Fuente reclama que todos los jugadores alcen el trofeo en virtud del mantra que ha consolidado, el colectivo por encima del individuo. Los futbolistas obedecen, pero mantean al técnico, vuela De la Fuente con su gafitas redondas, el cuerpo moldeado en el gimnasio.

Morata, que luego volverá a sus problemas particulares en la zona mixta («si no es por Bojan e Iniesta no hubiera estado en la Eurocopa», asegura con tono de lamento), tiene los ojos fuera de las órbitas, tan feliz, tan impulsivo, tan expresivo en sus emociones. En verdad parece el más contento de todos, lleva puesta la camiseta con el número 4 y la leyenda común «Reyes de Europa» en honor del cuarto título que acaban de conquistar.

A Lamine lo han proclamado mejor jugador del torneo, a Rodri el mejor futbolista. La cubierta que protege el estadio luce los colores rojo y amarillo de la bandera española, una visión emocionante que corona lo que el cuerpo técnico de Luis de la Fuente ha denominado «el sueño de 45 días». Son 45 fechas desde la concentración en Las Rozas (Madrid) hasta esta noche inolvidable.

Laporte sale al campo acompañado de su mujer y sus hijos, luego pasa factura a los que le criticaron en su cuenta de redes sociales. Por la zona pasea ufano el presidente que eligió el fútbol y que está imputado por la juez en el caso Piqué y Rubiales de las comisiones de la Supercopa, Pedro Rocha ha compartido plano con el Rey, y tampoco quiere abandonar el césped.

La escena pertenece a Lamine Yamal y Nico Williams, que no quieren irse de ninguna manera del recinto que los ha entronizado como figuras mundiales, dos chavales hijos de emigrantes que disfrutan como nadie del título, del trofeo y de la emoción del momento.

En la zona de prensa posterior al partido, los internacionales recogen parabienes, expresan sus intenciones, su mundo interior, Morata sigue con sus pesares aunque su padre asegura que no abandonará la selección y jugará el próximo Mundial de México, Estados Unidos y Canadá, Laporte no olvida, De la Fuente reparte abrazos entre gente que le aprecia.

La fiesta se traslada al hotel que ocupa la selección en Berlín. Una juerga con todas las letras en la que la felicidad se impone al cansancio y el orgullo al sueño. Están invitados todos los familiares y los amigos de los jugadores. Una pulsera roja y amarilla es la credencial para poder entrar en la sala donde la selección celebra.

Allí el capitán Morata ejerce de Pepe Reina. Coge el micrófono, se pone guasón y cita con su chascarrillo correspondiente a los 26 internacionales que han compuesto el grupo ganador en Alemania. No se olvida de nadie, incluso de él mismo, en la arenga con chanza que hace reír al personal. Morata está desatado.

En el campo manda por su posición nuclear y en la fiesta dirige como corresponde a la persona que se ha hecho con los galones y la propiedad intelectual del equipo. Rodri es el eje sobre el que pivota la fiesta.

Un invitado con pocos minutos sujeta el cubata de la música. El centrocampista del Villarreal Álex Baena es el encargado de pinchar y mezclar, de elegir los temas que suenan en la noche de Berlín para deleite de sus amigos, que son legión en la madrugada.

Son las seis de la mañana y los invitados empiezan a desfilar, pero no así los futbolistas. Gente joven que quiere pasarlo bien porque se lo ha ganado en el campo. Quedan pocas horas para emprender al aeropuerto, el avión sale a las 11, los familiares tienen un inesperado trato vip en la terminal con mostradores habilitados para ellos. La selección se dirige a España con la Copa.