La madera, el elemento sostenible en la construcción, el turismo y el vino

Maruxa Alfonso Laya
m. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

oscar cela

Edificios, alojamientos vacacionales y bodegas recurren a este material

14 ene 2024 . Actualizado a las 20:45 h.

«La madera es un material que lleva muchos siglos en circulación», sostiene Daniel Ibáñez, director do Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña. Pero es, también, un elemento de futuro, el que aporta sostenibilidad a proyectos de construcción, de turismo y hasta vitícolas, según quedó claro en el último encuentro Piñeiros, organizado por la Fundación Arume. Porque con ella se puede elaborar el edificio en madera más alto de España, diseñado por Ibáñez, las cabañas sostenibles con las que Suites Nature anima al turismo ecológico o las cajas con las que una bodega francesa distribuye vino por todo el mundo.

Entre un 20 y un 30 % de las viviendas que se construyen en Centroeuropa llevan madera estructural. En España, esta cifra cae hasta el 1 o 2 %, aseguró José Carballo, presidente de la Fundación Arume, quien considera que esto debe ser visto como una oportunidad y anima a las administraciones, como la Xunta, a fijar porcentajes para las viviendas de promoción pública, para que un 20 % lleven madera estructural. En Galicia, este material ya ha llegado a la construcción. Lugo, por ejemplo, «ya tiene dos edificios construidos en madera y otro en licitación», aseguró la alcaldesa, Lara Méndez. «Teníamos claro que había que transformar la ciudad. Ahora vemos que podemos ser proactivos en la lucha contra el cambio climático, que es una misión también para las administraciones locales», añadió. Además del edificio Impulso Verde, esta ciudad cuenta con un centro social y ha proyectado un pabellón multidisciplinar, todos de madera.

En Barcelona, en cambio, están construyendo el que hasta el momento es el edificio más alto de España con madera estructural. Se llama Terrazas para la vida y es un inmueble de viviendas sociales de ocho plantas. Ibáñez explicó que cuando se habla de edificios eficientes «se nos olvida que mucha parte de las emisiones se generan antes de que el edificio esté en funcionamiento, suceden durante la construcción», afirma. Algo que evita la madera. También argumentó que la obra fue posible porque se cambiaron los criterios de adjudicación. «Hasta ahora solo se valoraba la calidad arquitectónica y el coste de la obra pública. En esta licitación se tuvo en cuenta que se redujeran en un 30 % las emisiones», aseguró. Por eso pudo construirse en madera.

En Varquitectos tomaron la decisión, hace ahora once años, de que sus proyectos iban a tener la máxima eficiencia energética, contó Germán Velázquez, responsable de este estudio. Ahora, han dado un paso más y se han apuntado también a la construcción en madera estructural, con el edificio Naturklima en San Sebastián, que es la sede de la Fundación para el Cambio Climático de Guipúzcoa. La fachada de este inmueble es de madera termotratada, elaborada por Finsa. «Este edificio es un prototipo, la intención es ir extrayendo pequeñas ideas de él para trasladarlas a otros proyecto», aseguró.

Madera estructural utiliza también parte del edificio que Cierto Estudio está construyendo en el barrio de Las Glorias, en Barcelona, que albergará 200 viviendas sociales. Y también muchos de los proyectos del estudio dRMM, de Londres. «Imaginemos una arquitectura que capte carbono y lo almacene, que recoja y guarde el agua de la lluvia, que filtre el aire, que tenga miles de años de vida y que sea totalmente biodegradable. Esa es la razón por la que me gusta la madera», aseguró Alex de Rijke, socio fundador de esta firma.

Otros sectores

Pero la madera no está solo llamada a ser el futuro en el sector de la construcción. En el mundo vitivinícola, por ejemplo, este material es muy apreciado desde hace ya tiempo, como dejó claro Florence De Kimpe, directora de márketing de la bodega Lafite Rothschild, de Burdeos. «Las ánforas en las que se transportaba el vino en la antigüedad fueron sustituidas por madera, que era un material más ligero y fácil de transportar», sostiene. Y así sigue siendo actualmente, «nuestros vinos se transportan a todo el mundo en cajas de madera, que es un material seguro, que evita vibraciones y da buena imagen», añade. Esas cajas son construídas, en parte, con pino gallego.

«El sector turístico necesita un cambio porque llevamos muchos años trabajando de forma no responsable y no sostenible», añadió Jorge Martínez, director de Suites Nature, una empresa con alojamientos en los que no se paga un precio fijo por noche, sino que los clientes pueden lograr bonificaciones si aplican prácticas sostenibles. «Con eso conseguimos informar, formar y concienciar a nuestros clientes», añadió. La primera pata de su proyecto fue construir alojamientos sostenibles «y la madera nos da ese potencial de material sostenible, que actúa como sumidero de carbono», explica. La segunda, diseñar una aplicación que permita al cliente saber en tiempo real todo lo que consume. Y la tercera, implicar a las comunidades locales para que ofrezcan sus productos a los turistas. Sus primeras cabañas están en Abegondo.

Los ruinosos principios de Muebles Lufe, el Ikea vasco

Muebles Lufe es una de las empresas de muebles más conocidas de España, que ha sido bautizada como el Ikea Vasco. Su filosofía se basa en diseñar y fabricar muebles de madera maciza utilizando solo maderas locales y certificadas y reduciendo costes en la fabricación para que sus muebles sean asequibles. Pero la firma que este año aspira a facturar 12 millones de euros nació de la ruina en la que se quedó Enrique Arrillaga, su fundador, tras intentar reiteradamente hacer rentable un aserradero familiar.

«Empecé en la empresa familiar en el año 92. Era un pequeño aserradero familiar en el que se acaba de hacer una inversión fuerte para fabricar tablero de pino listonado», contó en Piñeiros el propio Arrillaga. Eran años complicados, en los que la rentabilidad era difícil de conseguir así que «intentamos buscar un producto de más valor añadido con ese material que conocíamos», añadió. Diseñaron unas estanterías, que en el canal tradicional de venta no funcionaron. E intentaron venderlas por internet. Diseñaron una línea de puertas de madera, pero no consiguieron pedidos suficientes. Así que, en el año 2012, entraron en concurso de acreedores. «Decidí entonces hacer camas muy baratas y venderlas por Internet», explicó. El problema es que el concurso no permitió sacar la empresa adelante y tuvo que cerrar. «Habiéndolo perdido todo, pensaba que las camas podían funcionar», Así que se fue a la empresa de un amigo, puso en marcha una web y fabricó y vendió camas a 20 euros. Así nació Lufe que, tres años después, tenía ya ocho trabajadores. Un reportaje en un medio de comunicación los dio a conocer y, en el 2017, fueron bautizados como el Ikea Vasco. Lufe solo vende sus muebles en su web y tiene una nave de 6.000 metros cuadrados y a 50 personas trabajando, «además de que estamos vendiendo en Francia y Portugal». Ahora, «todo es una maravilla», concluye Arrillaga.